Me gusta la Democracia. Me parece bien que los pueblos elijan su destino colectivo. Creo que están en su derecho. Creo que lo contrario es incomprensible.
Porque me gusta la Democracia, me gusta más cuanto más directa. Meter un papel en una caja cada cuatro años para hipotecar tu futuro hasta el próximo papel en la próxima caja para los próximos cuatro años no es suficiente. Porque me gusta la Democracia me gustan los referendos. Me gusta que se pregunte a la gente qué es lo que quiere, hacia dónde quieren ir como comunidad, cuál será el próximo paso y cuál no será.
Porque la Democracia me merece el máximo respeto como sistema perfectible, veo sus límites, veo sus peligros. Y uno de los más claros y sencillos es el peligro de convertirse en la dictadura de la mayoría. Lo que la mayoría vota, se hace. Pero, ¿y las minorías? ¿Qué pasa con toda esa gente que no lo votó? ¿Qué pasa con los que nunca ganarán unas elecciones porque no son y nunca serán suficientes para ganarlas? La Democracia debe protegerlos, inventando otros sistemas, otras votaciones, otra manera de representación que les respete y que se gane su respeto.
Por todo esto pienso que lo que ha ocurrido en varios estados de los Estados Unidos con el matrimonio homosexual ha sido uno de los actos más antidemocráticos, irrespetuosos e incomprensibles que pueden tener lugar en una Democracia. ¿Qué sentido tiene preguntar a la mayoría por los derechos de la minoría? ¿No son estos derechos inalienables? ¿No es verdad que lo contrario nunca ocurriría? ¿No ha obrado la dictadura de una mayoría que tiene a la minoría en su poder, que siempre la tendrá y por lo que, precisamente, nunca debería estar a su única y absoluta merced?
Si yo fuera estadounidense... pero no lo soy.
Y como no lo soy, creo que mi deber es cavar.
Cavar, cavar hondo en los cimientos de la igualdad en mi país, para que nunca tengamos que ver retroceder nuestros derechos, para que puedan crecer y florecer y cobijar a aquellos que todavía no los tienen, cavar para que llegue un día en que nadie se los cuestione, en que nuestra lucha sea una mera anécdota histórica, para que mis hijos, y los hijos de mis hijos, y los hijos de los hijos de mis hijos se aburran de escuchar las batallitas de la abuela, que insiste en enorgullecerse de algo tan normal e intrascendente como ser lesbiana.
Cavar, cavar hondo en mi cabeza, para llegar allí donde se esconden los prejuicios, para extirpar toda la lesbofobia introyectada que reside en mi cerebro, para limpiarlo de cualquier mala hierba y ser capaz de abonarlo con una tierra fresca y nutritiva, una tierra donde la esperanza pueda echar grandes raíces, donde el optimismo reverdezca cada día, una tierra que sostenga el edificio de mis proyectos, de mi vida, de mis creencias, de mi dignidad personal, una tierra a la que regresar, en la que descansar, una tierra desde la que dejarse ir cuando llegue el momento, sin reproches, sin tareas pendientes, una tierra libre de miedo y llena de amor.
Cavar, cavar hondo con mis propias manos, hacerlas útiles para construir un futuro mejor, allí donde todavía no hay futuro, donde apenas se vislumbra la luz, allí donde se ha recorrido la mitad del camino, allí donde se está a punto de llegar. Cavar hondo en mi corazón para ser capaz de apoyar, de consolar, de abrazar, de acompañar, de reivindicar, de defender, esté donde esté, a todas las personas que son como yo, a las que lo son pero todavía no lo saben, a las que lo saben pero tienen miedo de decir que lo son. Cavar túneles que nos unan, cavar salidas para escapar si es necesario, cavar entradas para regresar o llegar o ser bienvenido, cavar galerías para que entre la luz y poder respirar.
Cavar, cavar, cavar hasta la extenuación, para sentirme viva, para dar vida, para que nuestra vida, tal y como la soñamos, pueda llegar a ser.
Si yo fuera estadounidense... pero no lo soy.
Por eso, ofrezco mis manos. Para cavar y cavar.
Encantada.
Porque me gusta la Democracia, me gusta más cuanto más directa. Meter un papel en una caja cada cuatro años para hipotecar tu futuro hasta el próximo papel en la próxima caja para los próximos cuatro años no es suficiente. Porque me gusta la Democracia me gustan los referendos. Me gusta que se pregunte a la gente qué es lo que quiere, hacia dónde quieren ir como comunidad, cuál será el próximo paso y cuál no será.
Porque la Democracia me merece el máximo respeto como sistema perfectible, veo sus límites, veo sus peligros. Y uno de los más claros y sencillos es el peligro de convertirse en la dictadura de la mayoría. Lo que la mayoría vota, se hace. Pero, ¿y las minorías? ¿Qué pasa con toda esa gente que no lo votó? ¿Qué pasa con los que nunca ganarán unas elecciones porque no son y nunca serán suficientes para ganarlas? La Democracia debe protegerlos, inventando otros sistemas, otras votaciones, otra manera de representación que les respete y que se gane su respeto.
Por todo esto pienso que lo que ha ocurrido en varios estados de los Estados Unidos con el matrimonio homosexual ha sido uno de los actos más antidemocráticos, irrespetuosos e incomprensibles que pueden tener lugar en una Democracia. ¿Qué sentido tiene preguntar a la mayoría por los derechos de la minoría? ¿No son estos derechos inalienables? ¿No es verdad que lo contrario nunca ocurriría? ¿No ha obrado la dictadura de una mayoría que tiene a la minoría en su poder, que siempre la tendrá y por lo que, precisamente, nunca debería estar a su única y absoluta merced?
Si yo fuera estadounidense... pero no lo soy.
Y como no lo soy, creo que mi deber es cavar.
Cavar, cavar hondo en los cimientos de la igualdad en mi país, para que nunca tengamos que ver retroceder nuestros derechos, para que puedan crecer y florecer y cobijar a aquellos que todavía no los tienen, cavar para que llegue un día en que nadie se los cuestione, en que nuestra lucha sea una mera anécdota histórica, para que mis hijos, y los hijos de mis hijos, y los hijos de los hijos de mis hijos se aburran de escuchar las batallitas de la abuela, que insiste en enorgullecerse de algo tan normal e intrascendente como ser lesbiana.
Cavar, cavar hondo en mi cabeza, para llegar allí donde se esconden los prejuicios, para extirpar toda la lesbofobia introyectada que reside en mi cerebro, para limpiarlo de cualquier mala hierba y ser capaz de abonarlo con una tierra fresca y nutritiva, una tierra donde la esperanza pueda echar grandes raíces, donde el optimismo reverdezca cada día, una tierra que sostenga el edificio de mis proyectos, de mi vida, de mis creencias, de mi dignidad personal, una tierra a la que regresar, en la que descansar, una tierra desde la que dejarse ir cuando llegue el momento, sin reproches, sin tareas pendientes, una tierra libre de miedo y llena de amor.
Cavar, cavar hondo con mis propias manos, hacerlas útiles para construir un futuro mejor, allí donde todavía no hay futuro, donde apenas se vislumbra la luz, allí donde se ha recorrido la mitad del camino, allí donde se está a punto de llegar. Cavar hondo en mi corazón para ser capaz de apoyar, de consolar, de abrazar, de acompañar, de reivindicar, de defender, esté donde esté, a todas las personas que son como yo, a las que lo son pero todavía no lo saben, a las que lo saben pero tienen miedo de decir que lo son. Cavar túneles que nos unan, cavar salidas para escapar si es necesario, cavar entradas para regresar o llegar o ser bienvenido, cavar galerías para que entre la luz y poder respirar.
Cavar, cavar, cavar hasta la extenuación, para sentirme viva, para dar vida, para que nuestra vida, tal y como la soñamos, pueda llegar a ser.
Si yo fuera estadounidense... pero no lo soy.
Por eso, ofrezco mis manos. Para cavar y cavar.
Encantada.
No puedo decir otra cosa que cuanta razón tienes, no creo que se pudiera expresar mejor, me voy de excavación contigo :)
ResponderEliminarSOY TOROLA, (HE VUELTO A OLVIDAR MI CONTRASEÑA)
ResponderEliminarCUANTA RAZÓN TIENES! ESTOY SORPRENDIDÍSIMA DE QUE DE VERDAD HAN HECHO CONSULTAS PARA VER SI LE DAN LUZ VERDE AL MATRIMONIO HOMOSEXUAL. OSEA, QUE SI UNO ESE DÍA SE LEVANTA TORCIDO Y DICE "PUES.... VA A SER QUE NO, VA A SER QUE NO ME DA LA GANA QUE MI VECINO TENGA UN DERECHO QUE YO TENGO PORQUE HOY ME HE LEVANTADO TORCIDO Y VOY A VOTAR QUE LOS HOMOSEXUALES SEAN GENTE DE SEGUNDA"........QUE INDIGNATE, SI YO FUERA HOMOSEXUAL Y VIVIERA EN EEUU SE ENTERABAN. LA MENTALIDAD ALLÍ EN ESE TEMA ES DISTINTA,ALLÍ SON PURITANOS, Y EN ESE ASPECTO ESTÁN MUYYYYY CRAZY.
Hola Encantada,
ResponderEliminarInmediatamente vinieron a mi mente muchas preguntas que siempre me hago: porque va a opinar un hombre acerca de si una mujer tiene derecho a terminar con un embarazo no deseado?.Si yo estoy a favor de la eutanasia -y soy minoria- porque mi voz no es respetada?
Tenemos un tipo de democracia donde el pez mas grande se comera siempre al pez mas pequeño y aun asi batallamos muchisimo para mantenerla a flote.
Una democracia que le permitiera a cada quien hacer lo que considera mejor aunque sea incompatible con lo que el vecino considera mejor me suena mas a anarquia ( o utopia?)que a democracia.
Lo que sugieres me parece muy bien (casi estoy deacuerdo), pero se me escapa el como...igual -y otra vez-todo se reduce a tolerancia, un bien demasiado escaso en el inconsciente colectivo.
Cavare contigo en mi propio yo, a ver que encuentro.
Saludos!
No creo que sea cuestión de tolerancia, es algo mucho más serio: los derechos humanos, nuestra dignidad. Hay derechos inalienables que nos niegan debido a prejuicios discriminatorios. Esto es injusto y hay que buscar la manera de subsanarlo. Los gobernantes, por ejemplo, deberían escuchar a las minorías y hacer realidad sus peticiones sin preguntar a la mayoría. Así se consiguió legalizar el matrimonio homosexual en España, por ejemplo, y no con la pantomima homófoba de EEUU. No me parece anarquía, menos aún una utopía, sino una democracia realmente democrática y no una dictadura encubierta.
ResponderEliminarEn fin, ahí seguimos... ¡excavando!
Me encanta esa reflexión de derechos inalienables. Efectivamente los hay, un derecho es la protección de un interés. Los homosexuales tenemos interés en formar una familia, en vivir libremente nuestro amor como cualquier otra pareja. Necesitamos el derecho que proteja ese interés que tenemos, como ya lo tienen las parejas heterosexuales. Es una cuestión de pura justicia, lamentablemente en este mundo much@s piensan que la ética es algo subjetivo, como consideran arbitraria la justicia. Así vamos!Aunque no desistiremos hasta conseguir la justicia, esa justicia igualitaria, lejos de toda discriminación.
ResponderEliminarUn saludo.
De hecho, el derecho al matrimonio está recogido en la Declaración de los Derechos Humanos:
ResponderEliminar"Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio".
Lo mejor es que no pone "entre sí".
En cualquier caso, si no estuviera recogido de esta manera, habría que cambiar la declaración, pues negarnos este derecho va en contra de otros artículos:
"Artículo 2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición".
"Artículo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación".
"Artículo 12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques".
Y así.
Creo que le dedicaré un post ;)