Habíamos quedado para cenar y varios de mis compañeros de trabajo iban a llevar a su pareja. Así que yo, ni corta ni perezosa, decidí presentarme con mi novia y dar el sorpresón.
En mi trabajo no hay muchas oportunidades de confraternizar a los niveles que yo necesito para revelar tamaña noticia, por lo que la ocasión era un ahoraonunca de los buenos. Después de meses intentando encontrar una conversación que me permitiera confesarme, me había dado cuenta de que el momento perfecto nunca llegaría, y menos aún los momentos perfectos que necesitaba para ir hablando con mis compañeros de uno en uno. Así que, cuando se planteó la cena, no pude dudarlo y no lo dudé.
Lo cual no quiere decir que las tuviera todas conmigo. Según nos íbamos acercando, me iba invadiendo la certeza de no poder controlar mis esfínteres, es decir, mearme, cagarme y vomitarme encima en el momento de las presentaciones. Pero, aun doblada por el peso de una piedra en el estómago que sin duda hubiera hundido en el lago al lobo de las siete cabritillas, fui capaz de decir la frase mágica todas las veces que fue necesario:
─ Esta es L, mi pareja.
La reacción de mis compañeros fue parecida. Casi todos sabían que iría con mi pareja, algunos se acababan de enterar de que no era la solterona que aparento apenas dos días antes, y seguramente ninguno se atrevió a cuestionar la regla heteronormativa que explica que cuando una mujer tiene pareja, esa pareja es un hombre. Por todo ello, necesitaron unos segundos para hacer la siguiente operación mental:
─ Así que esta chica no es su amiga, ni su hermana, ni su prima, porque claro, ella iba a venir con su pareja y no con su amiga, ni su hermana, ni su prima, de modo que esta chica es su pareja, con lo que su pareja no es un chico, y si su pareja no es un chico, resulta que, contra todo pronóstico y a pesar de no existir evidencias previas, nuestra compañera de trabajo ES LESBIANA.
Fue bastante curioso ver ese momento de confusión reflejado en sus rostros. Pero mucho mejor fue asistir a lo que pasó después. Y es que todos sonrieron. Sonrieron, saludaron a mi novia, le dieron conversación durante la cena y me abrazaron cuando nos despedimos.
Desde aquel día, la compuerta que sujetaba las emociones que tanto mis compañeros como yo deseábamos compartir se abrió de par en par y todo empezó a fluir a borbotones. Mis compañeros me han abrazado, sonreído y dado muestras de complicidad más en unos días que en todos los meses que llevamos trabajando juntos. Y aunque a mí todavía me cuesta no seguir manteniendo la distancia de seguridad que me alejaba de ellos muy a mi pesar, sé que es cuestión de tiempo ser capaz de normalizar mi relación con ellos y comportarme y vivir como los demás.
Una nueva batalla ganada.
¡Encantada!
En mi trabajo no hay muchas oportunidades de confraternizar a los niveles que yo necesito para revelar tamaña noticia, por lo que la ocasión era un ahoraonunca de los buenos. Después de meses intentando encontrar una conversación que me permitiera confesarme, me había dado cuenta de que el momento perfecto nunca llegaría, y menos aún los momentos perfectos que necesitaba para ir hablando con mis compañeros de uno en uno. Así que, cuando se planteó la cena, no pude dudarlo y no lo dudé.
Lo cual no quiere decir que las tuviera todas conmigo. Según nos íbamos acercando, me iba invadiendo la certeza de no poder controlar mis esfínteres, es decir, mearme, cagarme y vomitarme encima en el momento de las presentaciones. Pero, aun doblada por el peso de una piedra en el estómago que sin duda hubiera hundido en el lago al lobo de las siete cabritillas, fui capaz de decir la frase mágica todas las veces que fue necesario:
─ Esta es L, mi pareja.
La reacción de mis compañeros fue parecida. Casi todos sabían que iría con mi pareja, algunos se acababan de enterar de que no era la solterona que aparento apenas dos días antes, y seguramente ninguno se atrevió a cuestionar la regla heteronormativa que explica que cuando una mujer tiene pareja, esa pareja es un hombre. Por todo ello, necesitaron unos segundos para hacer la siguiente operación mental:
─ Así que esta chica no es su amiga, ni su hermana, ni su prima, porque claro, ella iba a venir con su pareja y no con su amiga, ni su hermana, ni su prima, de modo que esta chica es su pareja, con lo que su pareja no es un chico, y si su pareja no es un chico, resulta que, contra todo pronóstico y a pesar de no existir evidencias previas, nuestra compañera de trabajo ES LESBIANA.
Fue bastante curioso ver ese momento de confusión reflejado en sus rostros. Pero mucho mejor fue asistir a lo que pasó después. Y es que todos sonrieron. Sonrieron, saludaron a mi novia, le dieron conversación durante la cena y me abrazaron cuando nos despedimos.
Desde aquel día, la compuerta que sujetaba las emociones que tanto mis compañeros como yo deseábamos compartir se abrió de par en par y todo empezó a fluir a borbotones. Mis compañeros me han abrazado, sonreído y dado muestras de complicidad más en unos días que en todos los meses que llevamos trabajando juntos. Y aunque a mí todavía me cuesta no seguir manteniendo la distancia de seguridad que me alejaba de ellos muy a mi pesar, sé que es cuestión de tiempo ser capaz de normalizar mi relación con ellos y comportarme y vivir como los demás.
Una nueva batalla ganada.
¡Encantada!
Primerísimo: me ha encantado. ¡Guay! :-)
ResponderEliminarSegundísimo: "Mis compañeros me han abrazado, sonreído y dado muestras de complicidad más en unos días que en todos los meses que llevamos trabajando juntos".
Claro. Es que yo me mato con la razón cuando digo siempre eso de que lo que nos pasa es que tenemos miedo del miedo. Que los demás no nos van a comer, ni se nos van a merendar ni nada de nada. Es más: en una inmensa mayoría de los casos nos sonreirán, nos abrazarán, nos preguntarán y se alegrarán con nosotras. Y no te digo nada en el caso de "los armarios de cristal transparentes", que de eso hay mucho también. Cuando todo el mundo lo sabe pero o no se atreve a preguntar por miedo a molestar, o le da corte, o piensa que tú te molestarás si te dicen algo....
Así que... ¡¡¡arriba arriba!!! :-)
Es verdad que cuando una se toma las cosas con naturalidad, todo fluye más fácilmente. Lo cual no le quita mérito a usted (al contrario) por haber tenido tamaña valentía, ni tampoco a sus compañeros, por haber dado muestras claras de sincero afecto.
ResponderEliminarLa felicito, querida Encantada.
PD: la foto que ilustra su post es de un personaje encantado (fíjese usted) de La Bella y la Bestia de Disney. Dicho sea de paso, mi película animada favorita. Y esa película habla, justamente, de la posibilidad de construir una relación de amistad/amor incluso con quienes son totalmente diferentes a nosotros.
Saludos cordialísimos.
Me alegro mucho de que tus compañeros hayan reaccionado así, a mi me pasó una cosa parecida, cuando les dije a mis compañeras de equipo que soy lesbiana, empecé a estar más unida a ellas que nunca. Besos!
ResponderEliminarHola, hace poco que estoy por aquí y llegué a tu blog por casualidad. Vaya entrada, y vaya salida ante tus compañeros. Ojala siempre salga así de bien, como te fue a ti ^^.
ResponderEliminarSaludos! Me iré pasando :)
esta sí que es una noticia fantástica!!!
ResponderEliminarfelicitaciones :)
primero que nada te felicito xD
ResponderEliminaryo trabajo en un jardin maternal...es como que no se como encarar ese tema y si no se me va a venir en contra..aun estoy en duda..pero con mis amigas me paso como dijiste en un coment cuando le contaste a tus compañeras...al contrario de lo que pense estoy mas unida que nunca a ellas y eso me hace feliz... te felicito again ;)
¡Felicitaciones!
ResponderEliminarCuando mi ex-pareja y yo dijimos finalmente en el Coro Universitario (donde ella cantaba) que éramos pareja, una chica del grupo me dijo:
Lo peor, es no saber, es lo que violenta a los demás. Después que saben, lo toman como sea, por lo general bien. Pero sobre todo, no sienten que les esconden algo
Fa-bu-o-sa noticia. Es cierto, la gente suele estrechar vínculos al sentir que comparte un poco más de nuestras vidas.
ResponderEliminarBesos
Y ya está... Tan simple como eso. Puede que en otros casos no sea tan simple pero si algun@ no lo traga, se le da la oportunidad de confrontar sus propias fobias. Algo imposible si seguimos permanentemente en el armario. Felicidades... :-)
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios, chicas. Lo cierto es que yo no creo que siempre sea así de fácil, ni que la clave resida en la naturalidad, me parece un tema muy complejo, quizá por mi experiencia. Pero bueno, esta vez salió bien, ¡y eso es lo importante!
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