El año 2011 no pudo empezar peor para mí. Nuevamente repudiada por mis padres, temblando de miedo ante la incorporación al trabajo después de un mes de baja, de la mano de unos antidepresivos que no parecían hacerme el efecto deseado y superando el mono de haber dejado los ansiolíticos de sopetón. Ya no esperaba nada. Ni de mi familia, ni de la vida. Mi futuro estaba vacío, algo que nunca antes me había pasado. Además, carecía de un plan B, y tampoco tenía ganas de elaborarlo.
Y entonces, comenzaron los milagros.
El primero vino de la mano de mi prima G, a quien confiaría y confío hasta el más íntimo de mis secretos. Al saber todo lo que me estaba pasando, trató de ayudarme proponiéndome la idea de "tantear" a su familia acerca de la homosexualidad, para ver si, más adelante, podía salir del armario. A mí me pareció bien y a ella se le calentó la boca, así que, lo que empezó siendo un tanteo, acabó convirtiéndose en un outing en toda regla.
Como suele ocurrir, su familia se sorprendió mucho con la noticia. Sin embargo, la reacción posterior no pudo ser mejor. Le transmitieron a mi prima G todo su apoyo, y nos invitaron a mi novia y a mí a merendar.
Evidentemente, aceptamos.
Aquella fue la primera reunión con mi familia a la que mi novia y yo estábamos invitadas. Y la conclusión principal que sacamos de ella es que la vida familiar puede ser normal. Aquella fue una merienda normal, con encuentros y despedidas normales, durante la que se desarrollaron conversaciones normales, y en la que todos pudimos sentirnos, al fin, personas normales.
Es decir, que los milagros existen. Y que no parece tan difícil hacerlos realidad.
El segundo milagro llegó gracias a mi abuela. Sí, habéis leído bien: MI ABUELA. Yo la llamé para felicitarla por su cumpleaños y ella me invitó a comer.
– Pero
venid las dos – me dijo.
– ¿Cómo?
– contesté yo, absolutamente convencida de que había oído mal.
– Que
vengáis LAS DOS – insistió ella.
– ¿Cómo?
Sé
que a estas alturas parecía idiota, pero os lo cuento tal y como
fue. Lo cierto es que empezaba a sentirme mareada y creía estar
sufriendo alucinaciones auditivas.
– Que
vengas con tu amiga – sentenció mi abuela.– Que a mí no me
importa.
Esto último disipó las dudas que podía albergar sobre la precisión del outing familiar que seguía en marcha. Mi abuela sabía lo que se hacía. Y a quién estaba invitando a comer.
Así que allí nos plantamos las dos. Como a la comida también estaba invitada la familia de mi prima G, nos sentíamos bastante arropadas, a pesar de la impresión de que mi novia y mi abuela se conocieran.
Pero entonces tuvo lugar el tercer milagro. Estábamos tomando un refresco en casa de mi abuela, antes de irnos a comer al restaurante, cuando sonó el telefonillo.
– Ese
debe de ser tu tío V.
– ¿QUÉ?
.
Mi tío V, con su mujer y sus hijos. Sin paños calientes y sin avisar.
Ni ellos sabían que veníamos nosotras, ni nosotras sabíamos que venían ellos. Mi abuela nos hizo la tres catorce a todos... pero todo salió muy bien.
Todavía recuerdo a mi tía N, la mujer de mi tío V, sentada en la otra punta de la mesa y preguntándole a una de mis primas:
– Y esta L, ¿quién es?
Y mi prima terminando de sacarme del armario, y yo comiéndome mi revuelto de setas procurando no atragantarme con los nervios, el miedo y la emoción.
Cuando salimos del restaurante, mi tía N se acercó a mí sonriente y, antes de despedirse, me dijo:
– Que sepas que me parece todo muy bien.
Y a mí también me lo pareció. Porque, a pesar de que yo creía que primero debían aceptarme mis padres, y que después de su aceptación podría salir del armario con el resto de la familia, y que necesitaría su apoyo para ello, nada de eso pasó... pero todo salió muy bien.
Porque la vida sigue su propio camino, que no siempre coincide con nuestros planes, y no por ello nos conduce a un mal lugar.
Todo esto pasó hace un año, y a día de hoy estoy encantada de decir que me siento... ¡MUY FELIZ!
no estoy comentando mucho,pero que sepas que esta serie la estoy disfrutando una barbaridad!! (sobre todo porque se que tiene final feliz) :)
ResponderEliminarYo también te estoy siguiendo, Encantada! Todas las cosas tienen su porqué, sobre todo la ansiedad, que viene del miedo y de la impotencia... ¡pero había tres milagros a la vuelta de la esquina!
ResponderEliminarUn beso
Me encanta esta historia, a veces las cosas no salen tan mal como esperamos! me alegro mucho de que fuera tan bien
ResponderEliminarMe alegra tanto leer esto!!!!!!! Qué bonito!! Como puedes ver, la "mayoría" de la gente suele aceptar este tipo de cosas con más naturalidad de la que a veces se espera. Y es muy importante que esto suceda, ya que de esta forma puedes contar con un mayor apoyo!!!.
ResponderEliminarUn abrazo gigante!!!!
Creo que siempre las salidas del clóset no salen como una las espera.
ResponderEliminarSaludos.
¡Gracias, chicas! Sabía que esta entrada os iba a gustar leerla... ¡pero antes tuve que escribir todas las anteriores! Me alegro de que no se hayan hecho muy pesadas, jajaja.
ResponderEliminarEncantada!!
ResponderEliminarme he puesto al día con esta serie de entradas maravillosas, que parten de un dolor muy grande y poquito a poco se van abriendo las nubes al sol.
espero que de pronto, te llegue toda la luz y el calorcito de lleno!
un abrazo, cariño!
¡Otro para ti, guapa! ¡Gracias por tus palabras! :D
ResponderEliminarEs genial, ojala todas las familias lo acepten tan bien como la tuya. Yo todavía desconozco la reacción de mi familia, pero bueno, de momento esperaré a ver si aparece 'esa amiga'.. paso a paso xD
ResponderEliminarComo has podido comprobar empiricamente , el hecho de que tus padres sean incapaces de asumirlo, no implica que haya gente que si lo acepte y te quieran...Hablas de milagros...qué tal si piensas que esos milagros son los comportamientos normales y deseables por parte de la gente?
ResponderEliminarY, bueno, ya desde la ternura, podríamos comentar con una sonrisa esa aprobación que te dio tu tía...ese...que sepas que me parece bien...hacen lo mismo con los noviazgos heteros? En fin, les dejaremos porque lo hacen de un modo inocente y es algo positivo.
Me alegro mucho de que normalices situaciones con tu familia. Eso te hace indudablemente más libre, más fuerte, más sana y más feliz...
Un abrazo!
PD Contesté a tu correo.
Antes yo también pensaba que mi familia nunca lo aceptaría como lo aceptaban otras... ¡pero resultó que yo también estaba en la lista de las afortunadas! Nunca se sabe... Desde mi experiencia, tanto buena como mala, creo que hay que darles la oportunidad e intentarlo. Paso a paso :)
ResponderEliminarPor otro lado, esa idea de que el rechazo de mis padres no implica otros rechazos me ha costado mucho entenderla. No sé por qué, en mi cabeza había una correlación lógica casi irrompible. Todavía hoy me sorprendo, a pesar de las pruebas en su contra :P
Y sí, hay muchos detalles que podríamos pulir, pero bueno. ¡No me quejo! Aunque los vea, por el momento, me siento agradecida y me conformo. Más adelante, ya veremos...
WOW!....Encanta en hora buena, el salir del closet significa muchas cosas pero la mas importante debe ser tu libertad!, cuando tu reflejas felicidad a los demas tambien les dara, a tus padres, mujer dales tiempo, dejalos que les caiga el 20 como decimos en Mexico, no les digas nada, y dejales la pelicula "plegarias para Bobby" y un libro estupendo "papa, mama Soy Gay", y tu mientras vive feliz que ellos te vean feliz, para que vean que asi eres mas feliz! porque eres honesta contigo y con todos!...animo, y ten fe!
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