lunes, 21 de mayo de 2007

Pequeños olvidos de todos los días

El otro día leía distraidamente una revista cuando me encontré con una artículo que ensalzaba lo fashion, cool, alternativo y glamouroso que era casarse en el extranjero, y nos invitaba a todos y todas a hacerlo sin miedo a la invalidez legal, ya que, como bien es sabido, "el matrimonio es universal".
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"¡Albricias!", exclamé. "¡Y yo que creía que si me mostraba públicamente como lesbiana en Arabia Saudí me lapidarían, y ahora resulta que no sólo me invitan a celebrar mi boda por todo lo alto, sino que las mujeres haciendo la danza del vientre para amenizar viene incluidas en el precio! Pobre ingenua... ¿cómo no me había dado cuenta antes de que el matrimonio es universal?"
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Yo de verdad que a veces no entiendo nada. Vale que sea fashion, cool, alternativo y glamouroso para algunos heterosexuales casarse en el extranjero, y me parece estupendo que revistas abiertamente heterosexistas (y si no, que me lo expliquen) les animen a ello, y me parece incluso el colmo de la bienaventuranza que de hecho lo hagan, y que me lo cuenten, y que me enseñen las fotos... Pero en medio de tremenda heterobacanal, ¿no podrían al menos ahorrarse la ignominia última que representa el proclamar por todo lo alto, en negrita y abriendo la entradilla, que "el matrimonio es universal"?
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Primeramente, dudo de que el matrimonio heterosexual lo sea. O al menos, me pregunto cuál será la cláusula legal que salvaguarde a las mujeres españolas de la poligamia que otros países les ofrecerían a sus maridos si tuvieran a bien volver a visitarles.
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Y por otro lado, ¿es que nadie ha pensando en la (¿remota?) posibilidad de que una lesbiana hojeara la revista distraida y se sintiese después sumamente afrentada? ¿Qué tengo que pensar? ¿Que mi matrimonio no es universal? Pues que se enteren bien la editora, la periodista y cualquiera que haya participado en la cadena de montaje de tamaño fiasco: si mi matrimonio no es universal, el matrimonio no es universal.
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Y la próxima vez, pongan al menos un recuadrito marginal que haga mención a las personas como yo, que no sólo no podemos casarnos en cualquier paraíso perdido, sino que estamos amenazadas de muerte si es que se nos ocurre siquiera poner un pie en sus playas, desiertos u hoteles.
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Encantada de hacérselo saber.

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