Últimamente me siento muy baja de moral.
La distancia entre mis dos vidas se acorta, la llegada del verano hace creer a mi vida oculta que podrá reinar durante algunas semanas, y ya no puede esperar más.
Las horas que paso en mi trabajo son horribles. Siento sobre la cabeza un montón de carteles luminosos que le indican a todo el mundo lo que soy. Me encojo en la silla, me protejo en un rincón, corro al baño en cuanto puedo. Reparto miradas de cordero degollado y siento cómo mi voz se vuelve cada vez más fina, más suplicante. Escucho el sonido de mi vida pública, languideciendo.
Pero la vida oculta tampoco tiene la fuerza suficiente. Los planes que fui posponiendo se agrupan ahora a la puerta del armario, y golpean con fuerza. Decírselo a mi amiga Z. Tener una charlita con mi madre. Siento que todavía no es tiempo de nada, que nada merece la pena, que es mejor continuar ahí, simplemente existiendo, en espera de que todo se arregle, quién sabe cómo.
Y mientras tanto, me ahogo. Haciendo equilibrios sobre el filo de lo que no es posible. O estoy dentro o estoy fuera. O soy o no soy. O me atrevo o me callo.
Y mientras tanto, pasan las horas. Y yo sólo quiero estar sola. Mirándome las puntas de los pies y rascándome la cabeza. Sintiendo que nada tiene sentido, evidenciando lo absurdo y creyendo que algún día me reiré de todo esto mientras me tomo algo con nosequién.
Encantada.
La distancia entre mis dos vidas se acorta, la llegada del verano hace creer a mi vida oculta que podrá reinar durante algunas semanas, y ya no puede esperar más.
Las horas que paso en mi trabajo son horribles. Siento sobre la cabeza un montón de carteles luminosos que le indican a todo el mundo lo que soy. Me encojo en la silla, me protejo en un rincón, corro al baño en cuanto puedo. Reparto miradas de cordero degollado y siento cómo mi voz se vuelve cada vez más fina, más suplicante. Escucho el sonido de mi vida pública, languideciendo.
Pero la vida oculta tampoco tiene la fuerza suficiente. Los planes que fui posponiendo se agrupan ahora a la puerta del armario, y golpean con fuerza. Decírselo a mi amiga Z. Tener una charlita con mi madre. Siento que todavía no es tiempo de nada, que nada merece la pena, que es mejor continuar ahí, simplemente existiendo, en espera de que todo se arregle, quién sabe cómo.
Y mientras tanto, me ahogo. Haciendo equilibrios sobre el filo de lo que no es posible. O estoy dentro o estoy fuera. O soy o no soy. O me atrevo o me callo.
Y mientras tanto, pasan las horas. Y yo sólo quiero estar sola. Mirándome las puntas de los pies y rascándome la cabeza. Sintiendo que nada tiene sentido, evidenciando lo absurdo y creyendo que algún día me reiré de todo esto mientras me tomo algo con nosequién.
Encantada.
Encantada, recuerda que todas en algún momento hemos pasado, pasamos, o pasaremos por lo mismo ¡y que no estás sola!
ResponderEliminarSi me permites decirte esto: la sexualiad de todo el mundo está en continua evolución. La cuestión de la orientación no debería importar tanto: somos sexuales, evolucionamos ¡y ya está!
Sólo importan dos cosas: la persona que desees y que disfrutes estando con esa persona.
En el trabajo, mejor tomárselo con humor. Si te preguntan "¿oye, pero tú eres lesbiana?", ¿sabes lo que puedes contestarles? Les dices: "Pues como ahora no tengo pareja, en todo caso soy monosexual". Y sonríes mostrando que te comes al mundo :D
¡Animo!
Sé que no soy la única que pasa por esto, pero a veces... ¡¡es tan difícil no sentirse el ombligo del mundo!! ;-)
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que la sexualidad de todos evoluciona constantemente, pero es difícil vivir eso en la práctica cuando la sociedad pretende controlar y clasificar todo lo que tiene que ver con la sexualidad. La homofobia que sufrimos es parte de ese control, y es difícil convencer a los que la ejercen de que su sexualidad también es cuestionable.
Pero bueno, es sólo un bache, pasará como los demás.
¡Gracias por tu ánimos!
Apenas he comenzado a leerte pero me animo a decirte esto: no pensé que una persona como vos estuviera en el closet. Creo que tendrías que decirlo, te vas a sentir mucho mejor. A mí me costó mucho hacerlo, sobre todo en el ámbito laboral, pero uff! es fantástico, ya no tengo que estar fingiendo nada, y puedo soltar la lengua cuando me de la gana... y el que quiera oir que oiga!
ResponderEliminarsalu2
Bueno, la verdad es que no estoy ni totalmente dentro ni totalmente fuera, aunque en lo que respecta al trabajo, no he salido ni un poquito del armario.
ResponderEliminarMe gustaría poder ser yo misma, sufro mucho por no hacerlo, pero pienso que poco a poco conseguiré reunir el suficiente valor para que así sea.
De todas formas, ni todos los trabajos son iguales, ni lo son las circunstancias personales. Yo estoy incómoda en el armario, pero ahora mismo, quizá estaría más incómoda fuera :(