jueves, 23 de agosto de 2007

Así descubrí que soy así

Mi nueva vida empezó el día en el que dejé a mi ex novio. Ese mismo año me hice budista, vegetariana, renegué del amor y supe que tres de mis amigas eran lesbianas.

Esto último me sacudió profundamente. Por alguna razón instintiva, las entendía. Comprendía su situación, a veces mejor que algunas de ellas, y lo que es peor, me daba envidia. Envidia era la única palabra que encontraba, por aquel entonces, para describir una profunda emoción.

La envidia se transformó en algo más cuando una de mis amigas me relató cómo se había enamorado de una chica por primera vez. Recuerdo haberme quedado clavada en el sitio mientras ella me describía sus primeros besos, el primer encuentro sexual, la certeza tan viva de que siempre estaría con ella, de que su relación inundaría su vida hasta el final. Ese mismo día, poco después de despedirnos, tuve uno de los ataques de llanto más fuertes de mi existencia. Lloré, lloré durante horas sin saber por qué, recordando todo lo que mi amiga me había contado, sufriendo lo indecible porque su relato había despertado algo dormido durante años en mi interior.

Fue entonces cuando llegó a mis manos la novela Confesiones de una máscara, de Yukio Mishima. La leí de un tirón, asombrada por la extrañeza que provocaba en mí su protagonista, un joven japonés que, a pesar de tener una historia sorprendentemente paralela a la mía, insistía en considerarse homosexual. ¿Homosexual él? ¿Y entonces yo? Turbada, guardé la novela en un cajón y no volví a ella hasta tres meses después, para aceptar de su mano, por fin, la razón por la que nuestra experiencia tenía tantos puntos en común.

Sí, yo también. Yo también había tenido experiencias traumáticas en la infancia por aquella confusión tan mía entre hombre y mujer. Yo también había mirado de aquella manera a mis compañeras de colegio cuando habían empezado a desarrollar, presa de la misma fascinación que sus nuevos cuerpos ejercían en mí. Yo también había temblado, tratando desesperadamente de disimularlo, cuando aquella chica en particular me había agarrado por la cintura y me había dicho que le caía muy bien. Yo también salí con hombres sin sentir más que una fraternidad insultante, un compañerismo fuera de lugar que yo insistía en denominar amor.

Después, todo fue muy rápido. Recordar, entender, elaborar. Conocer a mi novia. Decírselo a mis padres. Bajar al infierno y volver a subir. Una aventura fascinante, una nueva vida que llega hasta hoy, día en que me siento encantada de haber descubierto así que soy así.

5 comentarios:

  1. me gustó tanto que te cité... (espero que no te moleste)
    chapeau!

    salu2

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  2. hola!..simplemnte genial...
    me encanto lo q escribiste.. y pues buscare ese libro!... jejje stoy mui confundida...quisiera q todod sea tan rapido como la ultima parte..
    en fin solo pasando y pues me leere todo tu blog! jjeje
    cuidate saludozzz..adios.

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  3. Te recomiendo ese libro, es revelador.

    De todas formas, no te creas que luego todo va tan rápido. Hay crisis, reacaídas, vueltas atrás en las que no sabes ni cómo te llamas. Pero poco a poco todo se va estabilizando en tu interior.

    ¡Ánimo y paciencia!

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  4. Facinante la historia...me llamo la atencion que hayas llorado tanto, a diferencia mia...yo me reía como tonta, andaba por las nubes sin saber la razon, se me quitò el hambre y mas aun, me sentia una niña de 14 años cuando tenia 23 jajaja...cariños

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  5. Te estoy empezando a leer gracias a Little Zebra.

    Solo comentarte q yo como chico he tenido una trayectoria parecida a la tuya. Yo creia q era bisexual desde la adolescencia o gay, pero me daba tanto miedo el rechazo q me comporte como un perfecto heterosexual. Tuve novia en la facultad. Hasta q a los 30 años y tras tocar fondo, decidi q tenia derecho a ser feliz, y q debia aceptar y hacer publico q era gay.

    Desde entonces, soy mucho mas feliz, mas equilibrado, y nunca mas lo he ocultado.

    Solo era eso, te seguire leyendo desde el principio.

    Besitos. Fher.

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¡Encantada de leerte!