Creo que salir del armario no es sólo cuestión de decisión, de valentía, de haberse asumido a una misma; es también cuestión de ejercicio.
Imagino que existen dos músculos principales: uno para abrir la puerta del armario y otro para evitar que se cierre de nuevo. Si no se ejercitan regularmente, si no cuidamos que se mantengan en la forma óptima, se van quedando fofos y, al final, acabamos confinadas en el armario.
Así, me parece importante que nos ejercitemos en el arte de enfrentarse a la incertidumbre. Las primeras veces puede doler, puede resultar arrollador, puede ocurrir sólo al final de un largo camino de lucha contra nuestra propia negativa. Pero poco a poco, a base de desarrollar nuestros músculos, nuestros corazones, nuestras respuestas, nuestro equilibrio a pesar de lo que decida el mundo exterior; nos volvemos lo suficientemente fuertes como para considerar la incertidumbre algo cotidiano, algo consustancial a nuestra existencia, como respirar, comer o dormir. Porque, de hecho, la incertidumbre forma parte de nuestras vidas, tanto si lo negamos cerrando desde dentro las puertas del armario como si no.
Personalmente, empecé a salir del armario como quien se lanza a correr una maratón imaginando que sólo trata de alcanzar el autobús. Creí que era cuestión de un momento, de diez minutos terribles, de un par de charlas con amigos unidas a una emocionante conversación con papá y mamá. No imaginaba que para salir del armario hacía falta convertirse en una deportista de élite, jamás pensé que fuera necesario entrenar cada día y, para colmo, nunca contemplé la posibilidad de que no sólo hubiese que salir del armario, sino ser capaz de mantenerse fuera de él.
Desde luego, mi forma física no era la mejor: corrí, corrí, corrí y seguí corriendo hasta ponerme azul y desfallecer. Después, decidí que lo mío era la vida sedentaria, y sin darme cuenta, terminé criando celulitis en el sofá, mientras miraba anuncios de estimuladores de músculos en la televisión. Sin embargo, todo tiene un límite y el colesterol acumulado amenaza hoy con provocarme un ataque cardiaco que pinta bastante mal.
Así que lo tengo decidido: voy a apuntarme al gimnasio ¡ya!
Imagino que existen dos músculos principales: uno para abrir la puerta del armario y otro para evitar que se cierre de nuevo. Si no se ejercitan regularmente, si no cuidamos que se mantengan en la forma óptima, se van quedando fofos y, al final, acabamos confinadas en el armario.
Así, me parece importante que nos ejercitemos en el arte de enfrentarse a la incertidumbre. Las primeras veces puede doler, puede resultar arrollador, puede ocurrir sólo al final de un largo camino de lucha contra nuestra propia negativa. Pero poco a poco, a base de desarrollar nuestros músculos, nuestros corazones, nuestras respuestas, nuestro equilibrio a pesar de lo que decida el mundo exterior; nos volvemos lo suficientemente fuertes como para considerar la incertidumbre algo cotidiano, algo consustancial a nuestra existencia, como respirar, comer o dormir. Porque, de hecho, la incertidumbre forma parte de nuestras vidas, tanto si lo negamos cerrando desde dentro las puertas del armario como si no.
Personalmente, empecé a salir del armario como quien se lanza a correr una maratón imaginando que sólo trata de alcanzar el autobús. Creí que era cuestión de un momento, de diez minutos terribles, de un par de charlas con amigos unidas a una emocionante conversación con papá y mamá. No imaginaba que para salir del armario hacía falta convertirse en una deportista de élite, jamás pensé que fuera necesario entrenar cada día y, para colmo, nunca contemplé la posibilidad de que no sólo hubiese que salir del armario, sino ser capaz de mantenerse fuera de él.
Desde luego, mi forma física no era la mejor: corrí, corrí, corrí y seguí corriendo hasta ponerme azul y desfallecer. Después, decidí que lo mío era la vida sedentaria, y sin darme cuenta, terminé criando celulitis en el sofá, mientras miraba anuncios de estimuladores de músculos en la televisión. Sin embargo, todo tiene un límite y el colesterol acumulado amenaza hoy con provocarme un ataque cardiaco que pinta bastante mal.
Así que lo tengo decidido: voy a apuntarme al gimnasio ¡ya!
Encantada con el futuro saludable que espero conseguir.
Hola , me encanta tu blog.
ResponderEliminarYo por más que intento salir de mi armario, tan pronto salgo como entro. ¿Alguna vez podré vivir sin él? Todos los dias me acuerdo de mi maldito armario
¿Le echaré alguna vez la llave definitivamente? Es algo que deseo cada día, pero a veces como tú, me descuido, me canso y me absorbe.
Quiero quitar las puertas a mi armario, pero las puertas de mi armario, se llaman intolerancia y homofobia . Hasta que esas puertas no se pudran, no se caigan o derrumben, mi armario seguirá abriendose y cerrándose y yo seguiré entrando en él y saliendo, entrando y saliendo.....nunca pararé de entrar y salir.
Sólo hay una solución: seguir luchando por derrumbar las puertas.
Y yo mientras, les voy dando una patadita de vez en cuando a ver si contribuyo a demolerlas y de paso me ayudo a no oxidarme.
Un besazo
oh no! ese armario otra vez!!!
ResponderEliminarhabrá que entrenar para poder romperlo a hachazos (con hachas de doble filo, claro)
salu2
yo me deshice de el hace tanto tiempoooooooo...pasó un camión recogiendo trastos viejos y aproveche para lanzarlo...Ahora vivo mejor, los que no deben vivir mejor es su problema, hay personas que quieren vivir toda su vida dentro, si asi son felices,,,!!!adelante!!! cuidateeee...a ver si la próxima carrera llegas a salir y no vuelves a entrar más...un besito de maratón
ResponderEliminarmuy buena comparación! y si que es verdad que hay que ser deportista para continuar fuera... quién me iba a decir a mi también que una vez fuera ya estaría todo! y que va, hay que esforzarse mil para mantenerse fuera, evitar que se te cierre la puerta y seguir para afuera... a veces parece que en lugar de una puerta tiene varias!!
ResponderEliminarSalir del armario es fácil pero mantenerse fuera es lo más difícil.
ResponderEliminarApúntate al gimnasio y ojalá me encuentres también allí todos los días entrenándome para evitar dormirme en el sofá.
Besitos multicolores!!
Gracias por el consejo!
ResponderEliminarYa me voy a empezar a poner en forma.. Con lo que me va a costar salir del armario, no quiero volver a entrar...
Creo que vamos a ser unas cuantas en ese gimnasio...
Beso!
Alma, in the closet.-
Hola "encantada"
ResponderEliminarA mi si que me encanta tu blog (y no es peloteo, que conste xD). Lo encontré hace un par de días buceando por ahí y hasta que no lo he leido entero, no he parado.
Siento que pesar de que nos separa todo un mundo, hay algo que me hace sentirme muy identificada contigo.
No sé, creo que a partir de ahora te seguiré de cerca...
Un saludo muy grande.
He visto mujeres que trastean su gimnasio completo dentro del armario, y las he visto ganar medallas de oro impidiendo que se abran las puertas. Seguro hay una llave por ahí, en algún lugar... un click... ojalá encuentres alivio pronto,
ResponderEliminarSupongo que hay un tercer músculo..El de la gente que nos quiere meter en el armario! Pero su músculo está algo oxidado.. no crees?
ResponderEliminarBuena elección, apuntarte al gimnasio ;)
ResponderEliminarDefinitivamente:
ResponderEliminarYo también me apunto al gimnasio!
Definitivamente. Que creo que mis dos músculos ya han debido perder ese nombre...
Un beso
Me han encantado las ideas de utilizar hachas de doble filo para descuartizar el armario y de lanzarlo al paso del camión de la basura... ¡¡quedan apuntadas!!
ResponderEliminarA las que todavía tenemos algún pie dentro del armario... ¡¡nos vemos en el gimnasio!!
Vamos a ser legión :P
oh por dios...
ResponderEliminaralleertublog..y devorarmeel tecto de las valkiryas (meencanta la mitologia nordica,en gral en realidad)
me di cuenta que a mis 18 años no soy nada...
que tengotanto por aprender...
u.u
escribes..como decirlo..inspiradoramente...
saludos
de una intento de blogger
¡Gracias por tu comentario!
ResponderEliminarCreo que no te debes sentir mal por aprender de otras personas, todas lo hacemos y es un orgullo. Por otro lado, 18 años son suficientes para que ya tengas tú también mucho que aportar :)