Desde hace un tiempo vengo planeando dedicar una serie de entradas a una de las mujeres que más admiro de toda la historia literaria: Sor Juana Inés de la Cruz.
Conocí a Sor Juana en la Universidad. Me la presentaron como la más digna sucesora de Góngora allende los mares, y en correlación con ello, destacaron el Primero Sueño como su obra cumbre.
Dentro de la crítica literaria machista que predominaba, crítica que, afortunadamente, hoy reconozco como tal y como tal combato; nos obligaron tomar en consideración sólo a la Sor Juana escritora. Nos hablaron de su virtuosismo barroco, de su exquisita inventiva, de su arrojo retórico; pero la mujer que palpitaba detrás de esos textos fue condenada al ostracismo.
En aquello tiernos años yo era una jovencita inexperta que bebía los vientos por sus profesores, alabando todo lo que le enseñaban como si de un tesoro precioso se tratase. Y no es que no fuera precioso, pero para mi gusto actual, era cuando menos un tesoro incompleto.
Sin embargo, ya por aquel entonces estaba presente en mi vida esa contradicción que después comprendería como una constante de mi experiencia; y es que una cosa era lo que yo creía estar haciendo, y otra muy distinta, lo que hacía en realidad. En mi mente, me comportaba como la alumna modelo que pretendía ser, y creía estar tratando a Sor Juana como una técnica experta en el verso, fijándome en todo lo me decían que me tenía que fijar.
Pero en realidad, mi alma se escapaba furtiva de aquellas composiciones e inspeccionaba a escondidas los textos en los que Sor Juana dejaba atrás el barroquismo y hablaba de su experiencia como mujer. Así fue como me olvidé de los sonetos a Fabio, Lisardo o Silvio, de los epigramas, romances y villancicos, y me bebí la Respuesta a Sor Filotea de una sola vez.
De hecho, la fuerza de Sor Juana mujer era tal, que hasta los propios profesores se saltaban sus principios sin quererlo y terminaban hablando del admirable pensamiento feminista de la escritora, aunque fuese utilizando como excusa sus famosas redondillas.
Aún así, la imagen de Sor Juana volvía a desvanecerse en el discurso académico, recordándonos que, por muy feminista que fuese, por muy avanzada para su época que se mostrase, al fin y al cabo había decidido ser monja y que, en sus últimos días, abandonó la profesión de escritora para cuidar a sus hermanas hasta morir debido a una enfermedad contagiosa.
Por supuesto, la crítica literaria machista, también conocida como crítica inmanente o formal, no tiene en cuenta el contexto en el que se desarrolló la vida y obra de Sor Juana, y la relevancia tan increíble que para la Historia de las Mujeres tienen esos pequeños gestos tan fácilmente despreciados e ignorados, incluido el de negarse a contraer matrimonio.
Pero Sor Juana se revolvía en su tumba hasta poner en los labios de los profesores lo que nunca quisieron pronunciar: la hipótesis de que, además de feminista, Sor Juana Inés de la Cruz había sido lesbiana.
Curiosamente, esta hipótesis fue llevada a la clase como un ejemplo de interpretación disparatada de la vida y obra de una escritora; escritora que estaba siendo, por lo demás, despojada de su vida, de su cuerpo, y hasta casi de su obra. Y es que, de manera nada casual, los poemas en los que más claramente se expresan algunos de los sentimientos lésbicos de Sor Juana no estaban incluidos en la antología que debíamos leernos. Así, se mofaban de una interpretación a la vez que nos hurtaban la posibilidad de comprobar qué tan disparatada era en los textos concretos. Los mismos textos a los que tanto se apelaba y que, de repente, desaparecían.
Mi ignorancia juvenil, sin embargo, me hizo reír la gracia más alto que nadie, repitiéndome a voz en grito lo inútiles que eran algunas personas y lo que eran capaces de sacarse de la manga. Pero mientras me decía esto a mí misma, otra voz, más baja pero más firme, fruncía el ceño y me espetaba: “¿y qué si fuera lesbiana?”.
La misma voz que hoy habla alto y claro, llena de admiración y de mayor sabiduría, para decir que a Sor Juana le faltó enarbolar la bandera arco iris.
Su lugar histórico y vital era y es el de las lesbianas.
(continuará…)
Conocí a Sor Juana en la Universidad. Me la presentaron como la más digna sucesora de Góngora allende los mares, y en correlación con ello, destacaron el Primero Sueño como su obra cumbre.
Dentro de la crítica literaria machista que predominaba, crítica que, afortunadamente, hoy reconozco como tal y como tal combato; nos obligaron tomar en consideración sólo a la Sor Juana escritora. Nos hablaron de su virtuosismo barroco, de su exquisita inventiva, de su arrojo retórico; pero la mujer que palpitaba detrás de esos textos fue condenada al ostracismo.
En aquello tiernos años yo era una jovencita inexperta que bebía los vientos por sus profesores, alabando todo lo que le enseñaban como si de un tesoro precioso se tratase. Y no es que no fuera precioso, pero para mi gusto actual, era cuando menos un tesoro incompleto.
Sin embargo, ya por aquel entonces estaba presente en mi vida esa contradicción que después comprendería como una constante de mi experiencia; y es que una cosa era lo que yo creía estar haciendo, y otra muy distinta, lo que hacía en realidad. En mi mente, me comportaba como la alumna modelo que pretendía ser, y creía estar tratando a Sor Juana como una técnica experta en el verso, fijándome en todo lo me decían que me tenía que fijar.
Pero en realidad, mi alma se escapaba furtiva de aquellas composiciones e inspeccionaba a escondidas los textos en los que Sor Juana dejaba atrás el barroquismo y hablaba de su experiencia como mujer. Así fue como me olvidé de los sonetos a Fabio, Lisardo o Silvio, de los epigramas, romances y villancicos, y me bebí la Respuesta a Sor Filotea de una sola vez.
De hecho, la fuerza de Sor Juana mujer era tal, que hasta los propios profesores se saltaban sus principios sin quererlo y terminaban hablando del admirable pensamiento feminista de la escritora, aunque fuese utilizando como excusa sus famosas redondillas.
Aún así, la imagen de Sor Juana volvía a desvanecerse en el discurso académico, recordándonos que, por muy feminista que fuese, por muy avanzada para su época que se mostrase, al fin y al cabo había decidido ser monja y que, en sus últimos días, abandonó la profesión de escritora para cuidar a sus hermanas hasta morir debido a una enfermedad contagiosa.
Por supuesto, la crítica literaria machista, también conocida como crítica inmanente o formal, no tiene en cuenta el contexto en el que se desarrolló la vida y obra de Sor Juana, y la relevancia tan increíble que para la Historia de las Mujeres tienen esos pequeños gestos tan fácilmente despreciados e ignorados, incluido el de negarse a contraer matrimonio.
Pero Sor Juana se revolvía en su tumba hasta poner en los labios de los profesores lo que nunca quisieron pronunciar: la hipótesis de que, además de feminista, Sor Juana Inés de la Cruz había sido lesbiana.
Curiosamente, esta hipótesis fue llevada a la clase como un ejemplo de interpretación disparatada de la vida y obra de una escritora; escritora que estaba siendo, por lo demás, despojada de su vida, de su cuerpo, y hasta casi de su obra. Y es que, de manera nada casual, los poemas en los que más claramente se expresan algunos de los sentimientos lésbicos de Sor Juana no estaban incluidos en la antología que debíamos leernos. Así, se mofaban de una interpretación a la vez que nos hurtaban la posibilidad de comprobar qué tan disparatada era en los textos concretos. Los mismos textos a los que tanto se apelaba y que, de repente, desaparecían.
Mi ignorancia juvenil, sin embargo, me hizo reír la gracia más alto que nadie, repitiéndome a voz en grito lo inútiles que eran algunas personas y lo que eran capaces de sacarse de la manga. Pero mientras me decía esto a mí misma, otra voz, más baja pero más firme, fruncía el ceño y me espetaba: “¿y qué si fuera lesbiana?”.
La misma voz que hoy habla alto y claro, llena de admiración y de mayor sabiduría, para decir que a Sor Juana le faltó enarbolar la bandera arco iris.
Su lugar histórico y vital era y es el de las lesbianas.
(continuará…)
Hola,
ResponderEliminarNo puedo creerlo.
Estudiaba Letras en Buenos Aires hasta hace poco (ahora estoy en un impass) y me pasó lo mismo que a ti cuando conocí a Sor Juana.
Me mostraron sus sonetos y redondillas, pero vi algo más allá de esos textos de Sor Juana, leí la Respuesta y demás cartas a otras monjas de la época, advertí la mujer que latia en ella, noté sorprendentemente que la decisión de Sor Juana por hacerse monja ara para no casarse (o te casabas o te hacías monja, no había vuelta)...
Estudié el análisis que me brindaron los profesores, pero siempre sentí que algo se les escapaba, y por más que no lo nombren, está ahí latente.
Gracias por el recuerdo,
Besos grandes,
Pao
"Ser mujer, ni estar ausente,
ResponderEliminarno es de amarte impedimento;
pues sabes tú que las almas
distancia ignoran y sexo.
¿Puedo yo dejar de amarte
si tan divina te advierto?
¿Hay causa sin producir?
¿Hay potencia sin objeto?
¿Para qué mi amor te vio?
¿Porqué mi fe te encarezco,
cuando es cada prenda tuya
firma de mi cautiverio?"
Sor Juana Inés de la Cruz.
Fragmento del Poema a la Virreina
Hola:
A mi también me gusta mucho Sor Juana y espero los siguientes post sobre ella...
Saludos
Ayyy si, Maria Rosa, me había olvidado que Sor Juana era la protegida de las virreinas y que les escribía esos poemas dedicados solo a ellas.
ResponderEliminarDios, como no recordarlo.
Buenísimo.
Pao
¡Hola chicas!
ResponderEliminarGracias por los comentarios y gracias por el poema. Es un ejemplo de esas composiciones que NO nos mandaban leer en la Universidad :(
Qué pena que tengamos experiencias tan parecidas, sobre todo en lo que se refiere al trato académico que le dan a Sor Juana. En fin, por lo menos no soy la única que ha sentido esa fuerza que latía más allá. ¡Sor Juana se rebela desde la tumba! :)
¡¡Por supuesto que lo era!! y su relación con la virreina está más que documentada. A mi también me escamotearon información en la U. pero que más se podía esperar de una Universidad Católica.
ResponderEliminarFue una gran mujer y es un gran ejemplo para todas. Gracias por traerla a cuento
Lo triste es que todas las universidades se comporten igual, católicas o no. Menos mal que nosotras nos resistimos a que nos laven el cerebro y empañen la figura de Sor Juana :)
ResponderEliminarYa Octavio Paz en su enorme estudio Las trampas de la fe, desarrolla la posibilidad del lesbianismo de Sor Juana, de la manera más serena y sin juicios humanos. La película de María Luisa Bemberg "Yo, la peor de todas" hecha a base de ese libro, imagina el amor de la monja por la Virreyna María Luisa. Y estas dos "lecturas" brotan de la misma fuente: la maravillosa obra de la monja que dominó el lenguaje del amor.
ResponderEliminarYo no fui a la universidad, pero he leído algo de Sor Juana en mi adolescencia y después de haber visto la película "Yo, la peor de todas", que si no la vieron la recomiendo. Recuerdo que fui al estreno, y que te regalaban un prendedor o pin redondo bastante grande con esa frase, también recuerdo que lo tuve prendido a mi mochila mucho tiempo...ahora no lo llevo conmigo, pero todavía lo conservo.
ResponderEliminarSaludos
Ro.
He leído algunos capítulos del libro de Sor Juana o las trampas de la fe, pero nunca me dijeron que Octavio Paz tratase de la posiblidad de su lesbianismo... claro que no sé de qué me extraño.
ResponderEliminar¡Cómo me gustaría tener un pin de esa peli! Aquí en España es muy difícil de conseguir, no me la pude descargar de ningún sitio y lo único que encontré era una tienda argentina que te la mandaba... por un pico, claro.
No entiendo como la peli no es más asequible, tratando sobre Sor Juana.
No habia visto este post... Si lees el comentario yo tengo "Yo la peor de todas", la verdad es que es una pelicula muy honesta. Opera prima de una cineasta de 54 años que por esto y por ser acomodada, ha recibido bastantes burlas de sus colegas, algunos de ellos bastante mediocres, pero así son las cosas, directora mujer y encima su primer largo en plena madurez... Siempre que me planteo si alguna vez me atreveré a dejar de analizar los guiones de otros y a dirigir algo que tengo por ahi en un cajón, pienso en Maria Luisa Bemberg y me digo que nunca es tarde...
ResponderEliminarLas trampas de la fe es un libro estupendo, te lo recomiendo.
Sor Juana fue una de las primeras feministas, sino la primera de aquel lado del mundo. La carta atenagórica y la posterior respuesta que da a "sor Filotea" son un disimulado acto de rebeldía y una proclamación de que la mujer podía ser tan capaz y tan inteligente como el más inteligente de los hombres y cuando presume "humildemente" de ser autodidacta no hace más que demostrar que les supera aún cuando no ha podido acceder a los mismos recursos que sus pares masculinos y me encanta todo ese rodeo diplomático tan sólo para poder llamarles necios aunque tenga que mostrarse a sí misma como un ser "inferior". Y por mucho que se diga creo que su rendición final, fue también un último acto de demostración de que una mujer podía ser tan "santa" como cualquiera. Destruida su biblioteca, poco le quedaba porque vivir.
En fin que me chifa sor juana y si quieres ver la película, puedo hacertela llegar, red mediante.
¡Me encantaría que me la hicieses llegar! Puedes escribirme a mi correo si quieres, sería estupendo poder verla, llevo detrás de ella... ni se sabe :(
ResponderEliminar¡Gracias por el ofrecimiento y por la información!