jueves, 4 de octubre de 2007

Desastres mentales


Reprimir mi lesbianismo durante años, a pesar de haber sido un mecanismo inconsciente, me ha creado numerosos desastres mentales. Uno de ellos, quizá el más doloroso, es haber perdido mi capacidad de comportarme con naturalidad al relacionarme con otra gente.

Puedo fechar en los quince años el momento en que dejé de ser natural con mis amigas. Hasta entonces, guardo una ristra completa de fotos en las que aparezco abrazadísima a todas ellas y siempre muy sonriente. A partir de los quince, los abrazos desaparecieron y la sonrisa se difuminó de melancolía. No sé qué pasó, simplemente, empecé a pensar que aquellos abrazos, aquellas caricias, aquel ir cogidas de la mano ya no estaban bien. Lo curioso es que yo temía que ellas pensaran que mis intenciones eran perversas, cuando en realidad hoy creo que era yo la que tenía miedo del placer que a veces me causaban esos roces amistosos.

No llegué a darme cuenta de este cambio hasta que, hace pocos años, una amiga me comentó de pasada que yo pertenecía a esa clase de personas “a las que no se les puede tocar”. Hasta entonces, juro solemnemente que había estado segura de que fueron mis amigas las que habían cambiado para conmigo, dejando de abrazarme quién sabe por qué razón. Pero después de ese comentario empecé a pensar y me di cuenta de lo que siempre había sabido: que quien realmente tenía una razón para dejar de tocarlas era yo.

Con los hombres no puedo marcar una fecha para mi cambio, aunque también sé que lo hubo, y que probablemente fue a la misma edad. Yo siempre había sentido una camaradería especial hacia ellos, que me hacía estar a gusto en su compañía, supongo que porque no percibía ningún tipo de tensión sexual. Sin embargo, llegó un momento en que también identifiqué lo excesivamente relajado de mi camaradería, que no respetaba ciertos límites, límites que, al parecer, había que respetar. Fue así como fui perdiendo mi naturalidad hacia los hombres, creyéndome una mujer ligera de cascos, o para que nos entendamos, una calientapollas. Porque lo que yo entendía como amistad ellos lo consideraban una incitación sexual que, una vez frustrada, me dejaba en mal lugar.

De esta manera aprendí que yo poseía algo intrínsecamente malo, que hacía las cosas al revés y siempre de manera sucia y perversa. De esta manera aprendí a desconfiar de mis impulsos naturales, de mis instintos, y empecé a comportarme como yo creía que se esperaba de mí: mecánicamente, con prótesis que me eran ajenas, perdiendo mi espontaneidad.

Recién me he dado cuenta de este desastre mental, y apenas soy capaz de analizarlo, de entenderlo, de aceptarlo. En mi día a día, pienso una y otra vez si debería mirar a esta o aquella persona a los ojos, si es un momento adecuado para ofrecer un abrazo, si he de saludar o mejor mirar hacia otro lado. Aún me pregunto cuántos minutos exactos puedo frecuentar la compañía de las personas que me son agradables, cuáles son los contextos en los que se desarrolla una relación de este u otro tipo de manera normal, cuántas veces puedo llamar por teléfono, qué datos personales tengo derecho a conocer, cuándo, cómo y por qué. Y siento pena de mí misma, una terrible tristeza al verme convertida en un robot, sin saber, una vez más, qué es lo que quiero, sin saber, una vez más, quién soy.

Sólo espero que este desastre mental sea de los que tienen arreglo, para poder arreglarlo un poco cada día y recuperar así mi naturalidad.

Porque estaba encantada de tenerla, y hoy, desde mi corazón de lata, la añoro a más no poder.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Encantada de leerte...pues siempre es un placer.

Rozar, abrazar es el placer del tacto. A veces una siente el impulso de ir hacia los demás, y lo coartamos por miedo a que nos lean el pensamiento. Porque lo cierto es que, en ese tacto, nosotras hallamos un terrible e inconfesable placer, que además, es ilimitado.

Shere Hite dijo una vez "el hecho de que no se nos permita acariciar, tocar o estar en contacó físico con nadie que no sea un compañero sexual es ALIENANTE" (Mujeres y Amor, pág. 236). Añade que si reprimes esto, se originan sentimientos de culpa y ansiedad.

Encantada, tienes hambre de esa parte tuya que has estado negando. Adelante, no la temas. Si no nos estuviera permitido amar a nuestros amigos, a nuestras amigas, ¿de qué estaría hecha la amistad?

Anónimo dijo...

Rectifico: el libro es "Mujeres sobre Mujeres", página 236 (ed. Punto de Lectura).

marga dijo...

Terrible. Nunca había pensado en este tema, al menos no de esa forma... Quizás esa incomodidad aunque inconsciente haya hecho en mi caso, que siempre me sintiera más libre hablando de mi lesbianismo con amigos hombres, que ahora que lo pienso, son la mayoría... Por suerte nunca perdí mi naturalidad con ellos, al menos no con los que considero o consideré mis amigos, ya que al conocerlos al poco tiempo les aclaraba el punto, y yo me convertía de esa manera en "uno más" y pasábamos a la siguiente etapa que era ponernos a comparar minas como dos amigotes acodados en la barra de algún bar, bueno, o más o menos así... Con mis amigos hombres podemos hablar de cualquier cosa, puedo abrazarlos, estrujarlos y hasta dejar que se cuelguen de mí o yo de ellos... como cachorros jugando... En cambio con mis amigas o compañeras me pasa algo muy parecido a lo que te pasa a vos, no porque me atraigan de ninguna manera, menos sexual, sino porque siempre estoy midiendo mi afecto, no vaya a ser cosa que ellas piensen que sí estoy interesada de más...
Sin embargo, si todo esto me lleva a una especie de falta de naturalidad en mi relación con ellas, la verdad, no me molesta.
Suerte para ti.

Anónimo dijo...

Si, he de reconocer que este proceso que sufriste también lo sufrí yo. Pues es la misma sensación que describes. Antes era una persona extremadamente espontánea y afectiva, llegó un momento en el que reconocí mi homosexualidad y aunque todo fue bien y no viví grandes dramas, hubo una frase que puedo imaginar me hizo cambiar completamente en mi actitud con la gente en general, yo siempre cuidé de una niñita (hija de los mejores amigos de mis padres) desde su nacimiento, la llevaba a pasear, la peinaba, charlaba con ella, le leía cuentos etc, un verano fuimos todos juntos a un super hotel con una super piscina y mientras me bañaba con la pequeña alguien que me quiere mucho pero que quebró para siempre una parte de mí me dijo: "Puede que ahora que estás tan orgullosa de ser lesbiana a sus padres ya no les guste que juegues tanto con su niña".
Fue una frase sin fundamento alguno, lanzada contra mí con rencor, que despertó lentamente en mí una sensación de desamparo y de desconfiaza.
Desde ese día no he vuelto a ser afectiva ni siquiera con mi familia, no doy besos apenas, ni abrazos, ni me muestro natural porque imagino que algo dentro de mí me lo impide, me frena.
Pero bueno, poco a poco, y una vez vez el problema, debemos dejar atrás determinados comentarios, porque son los comentarios pequeños y sin "mala intención" los que más se clavan y nos definen.
Un saludo!

encantada dijo...

¡Hola chicas!

Muchas gracias por vuestros comentarios, aunque he de decir que me ha entristecido un poco el que compartamos este "desastre mental". Quisiera creer que es un trauma individual mío y que otras personas no tienen que sufrir lo que yo. Pero bueno, al menos lo podemos compartir.

Estoy completamente de acuerdo con esa frase de Shere Hite, "el hecho de que no se nos permita acariciar, tocar o estar en contacto físico con nadie que no sea un compañero sexual es ALIENANTE", y la verdad es que yo sufro de esa alienación, porque siento una gran necesidad de contacto físico, y no sólo sexual. De hecho, a veces pienso que necesito más contacto físico no sexual que sexual, pero no puedo disfrutar de él como quisiera.

Yo también me siento más cómoda con mis amigos hombres, sobre todo cuando saben que soy lesbiana, porque también nos convertimos en "cachorros jugando", lo cual es muy placentero. Creo que no podría hacerlo igual con una mujer, a pesar de que no me gustara, porque la tensión sexual estaría ahí... No sé por qué, pero me sigue resultando extraño darme cuenta.

Creo que con los niños pequeños la situación se vuelve más dramática. Efectivamente, hay pequeños comentarios que graban en el inconsciente la idea de que los homosexuales somos pederastas por naturaleza, y que nos hacen retraernos en nuestras muestras de cariño para que los demás no puedan posar su mirada sucia sobre nuestras acciones inocentes. Es un ASCO, la verdad.

En fin, qué triste me resulta todo esto. Ojalá no tuviéramos que sufrirlo, ojalá nos curemos todas pronto :-(

padam dijo...

ostia... es justamente lo que me pasa a mí... yo nunca he sido de ir abarazada de mis amigas, quizá en parte porque nunca me haneducado en ese cariñod e tocar a alguien más lejano que un familiar, y quizá por eso, porque he sentido siempre ese pudor... hoy en día con algunas compañera de trabajo, con las que hay confianza, me apsa igual. yo soy "la rancia, la que no le gusta que la toquen, que la besen". Y quizá pq hubo algún momento en que dije, esto no puede estar bien, me da pudor, o puede q despierte en mí cierta tensión sexual con mias amigas... por eso nunca dejé que me tocaran, y ahora cuando intento romper esa barrera y dejo que me toquen, en plan amiga la otra, me pongo nerviosa y sigo en mi papel de "dura"....

kissu

Anónimo dijo...

Encantada, lo que cuentas me pasa a mí también en parte...creo que tiene que ver básicamente con sentir que algo está mal en nuestra afectividad, en nosotras. Sentir que somos un error, y debemos controlarnos para poder aparecer como "normales". Me parece que lo más importante es darse cuenta de que esto está pasando, y que te hayas dado cuenta hará que puedas ir cambiándolo de a poco. Piensa que a muchas mujeres seguro les pasa lo mismo, y al acercarte tú tal vez las ayudes a liberarse a ellas también. A veces son pequeños gestos que nos van liberando, de a poco...
Mucha suerte!!
Natalia

encantada dijo...

Gracias por vuestros comentarios, la verdad es que me resulta curioso que compartamos esta experiencia, durante un tiempo pensaba que sólo me ocurría a mí porque era así de rara... :P

Darse cuenta es muy importante, desde que escribí este post he hecho grandes avances y me siento más tranquila.

¡Suerte para vosotras también!

Khal dijo...

Yo te leo y te leo y me encantas tú y tus palabras.
Y nunca creí que leería palabras casi calcadas lo que siempre (por no decir a diario) me sucede a mi.
(de hecho de no ser por este escrito que me llega tanto, creo que estaría eternamente escondida leyendote >.<)
Más tiendo a enfrentar abiertamente el tema con mis amigas más cercanas o que más anhelo, como si de ese modo pudiese justificar mi 'necesidad' de contacto sin que por eso lleguen a pensar que me gustan o algo asi.
Reconocer que me produce cierta satisfacción el sentirlas cerca es algo inconcebible para mi y tiendo a ocultarlo, pero no puedo. Entonces sin querer termino igual abrazándolas, observándolas demasiado y deseando colgarme al cuello por el solo hecho de que se siente bien.
Pero no por eso me siento más libre de poder hacerlo con naturalidad, entonces lo hablo y me disculpo por esa extremidad rara que pareciera que nadie se cuestiona como yo.
¿Acaso nadie más disfruta el contacto sutil y 'natural' como yo?
Pensaba que estaba completamente sola hasta que te leí.
Gracias por ser tan tú Encantada.
Quizás algún día logre ser más abierta y fuera del Altillo como lo llamas tú.
Besos

Julieta dijo...

Ay, yo también tengo de esos desastres mentales. Es algo que también me puse a analizar mirando fotos y videos. Para colmo aquí la gente tiene la costumbre de saludarse con un beso en el cachete (hasta a desconocidos!) y no se si es por eso también, pero es muy extraño, me siento muy incómoda. Ya me dijeron también que soy de las intocables, hasta con mi familia (bueno, no con mi esposa, claro!). Con los hombres también me han pasado cosas similares, o la otra es que me hablen de mujeres como si yo fuera uno de ellos, que la verdad no me gustó para nada, porque me molesta que hablen de mujeres como objetos sexuales!

Sinceramente, este desastre no se si se soluciona, yo no me veo abrazando a una amiga, ni a un amigo. Pero bueno, he logrado un progreso interesante, xq hubo un tiempo en que ya era demasiado y me llegaron a decir que tenía un trastorno de ansiedad social.

encantada dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Khal, me ha llegado al alma, de verdad. Me siento muy halagada :)

La ansiedad social existe también por este motivo, Julieta, no serías la primera que ha acabado desarrollándola, es un desastre mental que se nos ha ido de las manos. Pero bueno, me alegro de que lo hayas superado, aunque sea sólo un poquito, pero suficiente.

Lo peor es que, nuevamente, parece que nosotras somos las culpables de haber desarrollado esa ansiedad, y no se ve cómo la sociedad ha contribuido a creárnosla.

Anónimo dijo...

Felicitaciones a aquella lesbiana que no los tenga!!!... y las que los tenemos seguiremos padeciéndolos por mucho tiempo más, ya que los "desastres mentales" están tan arraigados que se hace tremendamente difícil poder sanarlos... supongo que no es imposible y reconocerlo es el primer paso... Me pareces una escritora exelente y que cumples perfectamente tu función, llegar al corazón o a la mente de las personas y conmoverlas o hacerlas pensar y reflexionar, reir o llorar... muchas veces nos reprimimos estos sentimientos tanto como los roces y abrazos con nuestras amistades, simplemente porque estamos tan concientes del mundo exterior que nos olvidamos que nosotras también formamos parte de él y somos una partícula más de este todo... Cuidate mucho!! Besos

encantada dijo...

Gracias por tu comentario, yo espero que los desastres mentales se vayan superando poco a poco, que todas los vayamos superando, siendo cada día, como dices, más conscientes de nosotras mismas y de nuestra pertenencia a ese mundo del que tanto huimos a veces.

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