domingo, 27 de mayo de 2007

María de Zayas

María de Zayas vivió y escribió su obra en el siglo XVII. Al parecer, de su vida “nada se sabe”, lo que para algunos críticos se concreta en la sorprendente falta de información acerca de “si alguna vez se casó”. Como novelista, fue muy apreciada en su época, y generalmente es considerada la mejor pluma del Barroco español, y la segunda del Siglo de Oro, sólo precedida por Cervantes.

Su principal legado para la Historia de la Literatura son dos obras, una continuación de la otra: Novelas amorosas y ejemplares y Desengaños amorosos. En ellas se sigue la estructura clásica de las novelas-marco: un grupo de mujeres y hombres se reúnen para contar una serie de relatos con la excusa de entretener a una jovencita que se encuentra convaleciente. La temática de los relatos es siempre parecida: su protagonista, una mujer, sufre un reiterado maltrato por parte de uno o varios hombres, de lo cual extrae una enseñanza. Esta enseñanza, como excepción, se orienta a sustituir la denostada imagen femenina por una imagen masculina de crueldad e injusta dominación.

Desde mi punto de vista, y con toda la perspectiva histórica, está claro: María de Zayas fue una mujer lesbiana. Y como tal me gustaría reivindicarla.

Si María de Zayas se casó o no, creo que no importa, ya que en la época eran escasas las posibilidades de subsistencia de una mujer en ausencia de la tutela de un varón. Mucho más interesante me parece su opinión acerca del matrimonio. Esta se muestra claramente en la presentación de la protagonista de Desengaños amorosos, prometida a un hombre que no ama:

Y así, o que fuese alguna desorden, o el pesar de considerarse Lisis […] mal hallada con dueño extraño a su voluntad, y ya casi en poder del no apetecido, se dejó rendir a tan crueles desesperaciones, castigando con verter perlas a sus divinos ojos, que amaneció otro día la hermosa dama con una mortal calentura.

Curiosamente, para ayudarle a pasar su enfermedad, una de sus tías le regala una criada. Su presencia tiene un efecto muy concreto en Lisis:

En esta ocasión le trujeron a Lisis una hermosísima esclava […]. Era mora y se llamaba Zelima, de gallardo entendimiento y muchas gracias, como eran leer, escribir, cantar, tañer, bordar y, sobre todo, hacer excelentísimos versos […]. Con esta hermosa mora se alegró tanto Lisis, que gozándose con sus habilidades y agrados, casi se olvidaba de la enfermedad, cobrándose tanto amor, que no era como de señora y esclava, sino de dos queridas hermanas. Sabía muy bien Zelima granjear y atraer a sí la voluntad de Lisis, y Lisis pagárselo en quererla tanto, que apenas se hallaba sin ella.

Sin duda, la preferencia por la compañía femenina y la reivindicación de capacidades intelectuales para la mujer son dos indicios de la apertura de un espacio lésbico en esta novela. Lésbico y feminista, como no podía ser de otra manera:

Acomodados todos en sus lugares […], y todos los hombres mal contentos de que, por no serles concedido el novelar, no podía dar muestra de las intenciones […]. Y las damas contentas de que les llegaba la ocasión de satisfacerse de tantos agravios como les hacen en sentir mal de ellas […]. Hizo Zelima una reverencia al auditorio, y otra a su señora Lisis, y sentóse en dos almohadas que estaba situadas en medio del estrado, lugar prevenido para la que había de desengañar […]:
- Mandásteme, señora mía, que contase esta noche un desengaño, para que las damas se avisen de los engaños y cautelas de los hombres, para que vuelvan por su fama en tiempo que la tienen tan perdida, que en ninguna ocasión hablan ni sienten de ellas bien, siendo su mayor entretenimiento decir mal de ellas: pues ni comedia se representa, ni libro se imprime que no sea todo en ofensa de las mujeres, sin que se reserve ninguna.

Después de los múltiples desengaños que cuentan las mujeres, Lisis toma una decisión:

Pues si una triste vidilla tiene tantos enemigos, y el mayor es un marido, ¿quién me ha de obligar a que entre yo en lid de que tantas han salido vencidas, y saldrán mientras durare el mundo, no siendo más valiente ni más dichosa? […] Estoy tan cobarde que, como el que ha cometido algún delito, me acojo a sagrado y tomo por amparo el retiro de un convento, desde donde pienso (como en talanquera) ver lo que sucede a los demás. Y así, con mi querida doña Isabel, a quien pienso acompañar mientras viviere, me voy a salvar de los engaños de los hombres.

Por si quedasen dudas, es importante aclarar que doña Isabel y Zelima son la misma persona. Así, las dos pasan juntas el resto de su vida, a salvo. Y este “a salvo” no es ninguna bagatela, ya que en la época, ser mujer era vivir encerrada tras una celosía, sirviendo al marido y pariendo hijos, sin derecho siquiera a la vida, que se perdía por el más mínimo descuido en esa estupidez que llamaban honor. Algo que hoy sigue ocurriendo, claro está, en tantos lugares.

Se cree que María de Zayas pudo terminar sus días en un convento, si bien no como religiosa ordenada, sí como seglar. Lo que para algunos puede significar un triste final, para ella, sin embargo, significó salir victoriosa, convertirse en dueña de su propia vida. Un pensamiento que tantas mujeres compartieron, en su época y en épocas anteriores, cuando ser monja era uno de los pocos escapes dignos al matrimonio, escape que además permitía a las mujeres estudiar y realizarse en múltiples aspectos. Y así es como lo explica la propia María:

No es trágico fin, sino el más felice que se pudo dar, pues codiciosa y deseada de muchos, no se sujetó a ninguno.

Encantada de recuperar su palabra.

viernes, 25 de mayo de 2007

¿Quién dijo límites?

Una hembra del tiburón martillo de un zoo de Nebraska (EEUU) dio a luz a una cría por partogénesis, sin haber mantenido contacto con ningún macho. Este tipo de reproducción se había visto previamente en los peces huesudos, pero nunca en animales cartilaginosos como son los tiburones.
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(20 minutos)
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Yo también soy huesuda... ¡y estoy encantada!

miércoles, 23 de mayo de 2007

La lesbofobia puede matar

Esta mañana casi tengo un accidente de tráfico cuando he escuchado una noticia sobre esto.
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Concretamente, en la radio han hablado sobre el escándalo que había provocado el descubrimiento de un matrimonio entre dos mujeres en Paquistán. Aunque finalmente no es el caso (y ojalá lo entiendan así las autoridades, más que nada por la seguridad de la pareja), en mi mente se ha dibujado la hermosa imagen de dos mujeres lesbianas paquistaníes viviendo su amor valientemente, seguida de una sucesión de imágenes terroríficas sobre las consecuencias del descubrimiento.
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Cuando me he sentido en su piel, me ha dado un ataque de ansiedad y casi me mato.
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No sería la primera vez, de todas formas, que dos mujeres contraen matrimonio gracias a que una de ellas se hizo pasar por varón. Ha ocurrido en numerosas ocasiones a lo largo de la Historia, y por tanto, es posible que siga ocurriendo en la actualidad.
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Sin embargo, en un momento en que nos subimos al carro de los derechos homosexuales pagando, entre otros, el precio del auge de la lesbofobia, el significado de este descubrimiento se multiplica.
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En un país como Paquistán, a la misoginia y a la lesbofobia se les puede unir el integrismo religioso y la confrontación con Occidente. Ser lesbiana allí puede significar no sólo una traición al género y a la heteronormatividad (como aquí), sino también a la comunidad religiosa (algo que aquí, por suerte, sólo ocurre en ocasiones) y a la cultura musulmana. Vamos, que a una mujer lesbiana paquistaní sólo le falta robar y matar para ser condenada por todos los artículos del código penal.
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Y sin embargo, el lesbianismo no es un invento de Occidente, como pretenden algunos, sino una realidad universal y atemporal. Tal vez no con los mismos matices, tal vez no de la misma manera, pero en Paquistán habrá muchísimas mujeres lesbianas, que probablemente vivan su realidad con incertidumbre, miedo, resignación o dolor.
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Así que, mientras se me ocurre algo mejor para cambiar el mundo, estoy encantada de mostrarles mi comprensión y solidaridad.

lunes, 21 de mayo de 2007

Pequeños olvidos de todos los días

El otro día leía distraidamente una revista cuando me encontré con una artículo que ensalzaba lo fashion, cool, alternativo y glamouroso que era casarse en el extranjero, y nos invitaba a todos y todas a hacerlo sin miedo a la invalidez legal, ya que, como bien es sabido, "el matrimonio es universal".
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"¡Albricias!", exclamé. "¡Y yo que creía que si me mostraba públicamente como lesbiana en Arabia Saudí me lapidarían, y ahora resulta que no sólo me invitan a celebrar mi boda por todo lo alto, sino que las mujeres haciendo la danza del vientre para amenizar viene incluidas en el precio! Pobre ingenua... ¿cómo no me había dado cuenta antes de que el matrimonio es universal?"
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Yo de verdad que a veces no entiendo nada. Vale que sea fashion, cool, alternativo y glamouroso para algunos heterosexuales casarse en el extranjero, y me parece estupendo que revistas abiertamente heterosexistas (y si no, que me lo expliquen) les animen a ello, y me parece incluso el colmo de la bienaventuranza que de hecho lo hagan, y que me lo cuenten, y que me enseñen las fotos... Pero en medio de tremenda heterobacanal, ¿no podrían al menos ahorrarse la ignominia última que representa el proclamar por todo lo alto, en negrita y abriendo la entradilla, que "el matrimonio es universal"?
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Primeramente, dudo de que el matrimonio heterosexual lo sea. O al menos, me pregunto cuál será la cláusula legal que salvaguarde a las mujeres españolas de la poligamia que otros países les ofrecerían a sus maridos si tuvieran a bien volver a visitarles.
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Y por otro lado, ¿es que nadie ha pensando en la (¿remota?) posibilidad de que una lesbiana hojeara la revista distraida y se sintiese después sumamente afrentada? ¿Qué tengo que pensar? ¿Que mi matrimonio no es universal? Pues que se enteren bien la editora, la periodista y cualquiera que haya participado en la cadena de montaje de tamaño fiasco: si mi matrimonio no es universal, el matrimonio no es universal.
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Y la próxima vez, pongan al menos un recuadrito marginal que haga mención a las personas como yo, que no sólo no podemos casarnos en cualquier paraíso perdido, sino que estamos amenazadas de muerte si es que se nos ocurre siquiera poner un pie en sus playas, desiertos u hoteles.
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Encantada de hacérselo saber.

domingo, 20 de mayo de 2007

Muy mujer

A veces, una se da cuenta de que las personas que te rodean consideran las categorías "mujer" y "lesbiana" como excluyentes de la manera más tonta.
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Así me pasó el otro día cuando, ante mi evidente estado de malograda esperanza, mis progenitores me miraron con la misma cara de desamor que me dedican desde hace tiempo, y en un tono más reprobatorio que interrogativo, me preguntaron:
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- ¿Qué te pasa?
- Que tengo la regla -contesté yo, desde el fondo de mis sanguinolentos ojos.
- Ah.
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Y de pronto, sobre sus rostros crispados se obró el milagro: las arrugas de la frente desaparecieron, el ceño se desfrunció, la mirada retornó de su lejanía y sus manos, siempre dispuestas a lanzarse sobre mi cuello, se calmaron recordando una caricia.
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La hija pródiga había vuelto a casa, menos lesbiana y más mujer.
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Encantada
... y estupefacta.

jueves, 17 de mayo de 2007

También contra la lesbofobia

Encantada de celebrar el 17 de mayo.

Brunilda

Había una reina que vivía allende los mares. No se sabía que en parte alguna otra pudiera igualarla. Era de hermosura sin límites y su fuerza muy grande; la medía arrojando la lanza en pugna con los caballeros que la pretendían. Lanzaba una piedra y detrás saltaba ella. Quien aspiraba a su amor había de ganar, sin fallo, tres pruebas a la linajuda señora. Si fracasaba en una, perdía la cabeza. Combates así la doncella los había librado innumerables.
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Así se presenta la figura de Brunilda el Cantar de los Nibelungos, obra épica germana del siglo XIII. Brunilda es una legendaria reina islandesa, señora de Isenstein. Su obstinación en permancer soltera y la permanente humillación a la que sometía a los héroes que osaban medirse con ella constituyen, sin duda, una grave afrenta al patriarcado:
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Habló entonces el valeroso Dankwart, hermano de Hagen: "En el fondo del alma me arrepiento de este viaje de corte a corte. Siempre nos habían llamado héroes hasta hoy, pero, ¿qué clase de mísera muerte nos aguarda si ahora en estas tierras nos van a quitar la vida las mujeres?"
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Pero no es precisamente por erigirse como un presunto ejemplo de feminista medieval por lo que el patriarcado permite a Brunilda aparecer en su épica, sino porque a través de ella va a advertirles a todas las mujeres que pretendan seguir sus pasos sobre su irremediable final. Si Brunilda, la mujer más poderosa, es sometida, ¿qué podemos hacer las demás? Y en esta lucha, como en otras, no hay espacio para el fair-play: Brunilda no es dominada por un hombre en condición de igualdad, ya que ninguno podía comparársele; para vencerla, los flamantes héroes germanos acuden a la magia y al engaño. El orgullo de Brunilda no es legítimo; su sometimiento mediante ardides, sí:
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"Albricias por la noticia", exclamó Sigfrido, el paladín, "de que vuestra altanería ha quedado doblegada. Hay, pues, alguien que pueda dominaros".
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Sin embargo, la humillación en la batalla nunca es suficiente cuando se trata de una mujer: hay que recordarle que no pertenece simplemente a un clase inferior, sino que esta clase inferior es de carácter sexual. Y así es como asistimos a una segunda resistencia por parte de Brunilda:
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Brunilda no quiso durante el viaje rendir su amor a su señor: sus goces nupciales quedaron aplazados hasta haber llegado a la morada de Gunter.
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En este terreno, como en el anterior, Brunilda sigue siendo claramente superior, y la humillación del patriarcado vuelve a tener lugar:
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Ahora pretendió él conseguir su amor por la fuerza. Y desarregló las ropas de ella. Echó entonces mano de un cinturón la magnífica reina. Era una fuerte banada de orifrés que ceñía su talle. Luego sometió ella al rey a terribles sufrimientos. Lo ató de pies y manos y entonces se lo llevó para dejarlo colgado de un clavo fijo en la pared. Como él le había estorbado en su sueño, ella le prohibía ahora su amor. Ciertamente la fuerza de la reina casi le hizo a Gunter perder la vida. "Ay de mí", pensó el caballero, "si voy ahora a perder la vida a manos de una moza, en adelante todas las mujeres van a mostrar su arrogancia a sus maridos, cosa que, si no, no harían nunca".
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En esta acción paralela, se vuelve a echar mano de engaños mágicos para vencer a Brunilda, de manera que, nuevamente, el fin justifica los medios:
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Después de aquel momento quedaron pálidas sus mejillas. ¡Ay, cómo el amor le hizo perder su gran fortaleza! Ahora ella no era más fuerte que cualquier otra mujer. Aunque ella hubiera querido oponer otra vez resistencia, ¿de qué le habría valido? Esto es lo que había conseguido Gunter al consumar su amor.
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Una vez más, el coito heterosexual es utilizado para humillar y restar fuerza, dignidad y autonomía a la mujer. De este modo, el esquema de acción que acabó con la fuerza, la autonomía y la dignidad de Brunilda acaba en la actualidad con la fuerza, la autonomía y la dignidad de millones de mujeres.
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Reivindicando nuestro pasado construimos nuestro presente.
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Y yo encantada de colaborar.

miércoles, 16 de mayo de 2007

¿13 rosas?

No sé qué me duele más, si descubrir que una Ley de presunta Igualdad no permitiría la existencia de un Partido Feminista, o tenerme que enterar de tremenda afrenta gracias a la maquiavelia del PP.
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Lo primero me duele porque me recuerda que las mujeres no estamos en condiciones de rechazar las migajas que nos concede el patriarcado, de manera que la discriminación positiva es necesaria, por mucho que siga siendo una evidente forma de discriminación.
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Lo segundo, porque es un nuevo ejemplo de cómo la derecha utiliza a la mujer, de cómo sigue utilizándola como sostén (y nunca mejor dicho) del mismo sistema que la oprime. ¿Es realmente una reivindicación feminista lo que han hecho estas mujeres canarias? El beneficio que se obtiene de todo esto, ¿cae del lado de la mujer? Permítanme dudarlo, cuando menos.


Encantada de no caer en la trampa.

Bienvenidas a mi armario


Encantada con mi libertad de elección.

lunes, 14 de mayo de 2007

Burka

Así que puedo expresarme en lo privado mientras mantenga en secreto lo público.

Podré decirte lo más íntimo mientras no descubra lo menos: cómo me llaman, dónde vivo, a qué dedico mi tiempo, en qué lugar de mi cuerpo se esconde ese lunar.

Así te contaré, me contaré, arropada por las suaves caricias del anonimato, liberando el alma mientras me dejo ocultar el cuerpo.

Como ellas, como tantas.

Encantada de ser una más.

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