Esta película me ha emocionado profundamente, me ha regalado una dosis extra de fuerza y confianza, y me ha invitado a viajar por otros países, otras culturas, otros cuerpos que podrían ser los de cualquiera de nosotras, sin serlo.
Me gusta especialmente cómo la directora, Deepa Mehta, juega con los diferentes significados de la palabra “fuego”: el fuego de la juventud, el fuego del hogar, el fuego de los celos, de la pasión, de la violencia, el fuego de la sangre, el fuego del amor, el fuego de la fuerza y de la valentía, el fuego de la purificación y del juicio divino. Todos estos significados se van distribuyendo a lo largo de la película, en un puzzle que puede resultar complicado para las que no estamos acostumbradas a películas de este tipo, y que cobra, no obstante, un sentido profundo hacia el final, encendiendo una llama de rabia y determinación en cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad.
Creo que esta película habla, sobre todo, de los derechos de las mujeres. El derecho al propio cuerpo, a la propia vida, a una sexualidad autónoma y libre, el derecho a la alegría, al gozo, a los sueños, a los proyectos y a la libertad. El derecho a elegir por qué sentirse contenta y por qué sentirse desgraciada. El derecho a decidir qué es lo que tiene importancia. El derecho a la propia existencia, a ser por una misma y para una misma, el derecho a sentirse bendecida por lo sagrado, a participar de la experiencia sin mediaciones, sin ser un medio para el otro.
Todo esto se manifiesta de una forma muy sencilla cuando las dos mujeres protagonistas se atreven a decir “no”. En la intimidad de la pareja, en el silencio de la noche, su no suena claro, directo, inapelable. Es el no de la autoafirmación, de la autoconciencia. Es el no del respeto por una misma, el no de la vida que se abre camino, es el no de la mujer. Un no físico y simbólico. Un no difícil pero posible. Sin grandes dramas ni violencia, simplemente no.
También me ha gustado muchísimo la visión que da la directora de la India actual. Creo que la mayoría de las personas nos hemos quedado estancadas en la India de Gandhi, de los rituales sagrados del Ganges, de los santones, las vacas y la pobreza. Sin embargo, en esta película se ve que hay otra India, una India ecléctica donde lo antiguo y lo nuevo conviven de manera sorprendente, donde las mismas personas pueden ser artífices de los cambios y baluartes de la tradición.
En fin, todo un descubrimiento, especialmente sabiendo que esta película forma parte de una prometedora trilogía (Fuego, Tierra, Agua) sobre la India vista a través de la experiencia de la mujer.
¡Encantada!
Me gusta especialmente cómo la directora, Deepa Mehta, juega con los diferentes significados de la palabra “fuego”: el fuego de la juventud, el fuego del hogar, el fuego de los celos, de la pasión, de la violencia, el fuego de la sangre, el fuego del amor, el fuego de la fuerza y de la valentía, el fuego de la purificación y del juicio divino. Todos estos significados se van distribuyendo a lo largo de la película, en un puzzle que puede resultar complicado para las que no estamos acostumbradas a películas de este tipo, y que cobra, no obstante, un sentido profundo hacia el final, encendiendo una llama de rabia y determinación en cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad.
Creo que esta película habla, sobre todo, de los derechos de las mujeres. El derecho al propio cuerpo, a la propia vida, a una sexualidad autónoma y libre, el derecho a la alegría, al gozo, a los sueños, a los proyectos y a la libertad. El derecho a elegir por qué sentirse contenta y por qué sentirse desgraciada. El derecho a decidir qué es lo que tiene importancia. El derecho a la propia existencia, a ser por una misma y para una misma, el derecho a sentirse bendecida por lo sagrado, a participar de la experiencia sin mediaciones, sin ser un medio para el otro.
Todo esto se manifiesta de una forma muy sencilla cuando las dos mujeres protagonistas se atreven a decir “no”. En la intimidad de la pareja, en el silencio de la noche, su no suena claro, directo, inapelable. Es el no de la autoafirmación, de la autoconciencia. Es el no del respeto por una misma, el no de la vida que se abre camino, es el no de la mujer. Un no físico y simbólico. Un no difícil pero posible. Sin grandes dramas ni violencia, simplemente no.
También me ha gustado muchísimo la visión que da la directora de la India actual. Creo que la mayoría de las personas nos hemos quedado estancadas en la India de Gandhi, de los rituales sagrados del Ganges, de los santones, las vacas y la pobreza. Sin embargo, en esta película se ve que hay otra India, una India ecléctica donde lo antiguo y lo nuevo conviven de manera sorprendente, donde las mismas personas pueden ser artífices de los cambios y baluartes de la tradición.
En fin, todo un descubrimiento, especialmente sabiendo que esta película forma parte de una prometedora trilogía (Fuego, Tierra, Agua) sobre la India vista a través de la experiencia de la mujer.
¡Encantada!
4 comentarios:
es una muy buen película, como lo escribes en el post, es de muchos tintes y matices... excelente película para recomendar.
La buscaré. Otro de los sintomas de mi muy personal "heterofobia" son el cine y la tv. Es tan dificil encontrar lenguajes y personajes afines, puntos de vista y narrativas cómplices y autenticos. Que los hay los hay pero como no tienen un público masivo son dificiles de encontrar en estas tierras. Tu post me da pie para otro de la incipiente serie "Homofilia - Heterofobia" Un abrazo
Vi la película hace un tiempo. es una buena posibilidad para poder conocer cómo se vive la homosexualidad en otra cultura.
Me gusta el cine de temática lésbica, me interesa mucho, pero tantas veces he tropezado con el mismo problema: argumentos inconsistentes en los que sólo se puede destacar el hecho de que hay una lesbiana como protagonista.
Encantada, como siempre, de leerte.
un beso
A mí también me pareció una buena oportunidad para aprender cómo se vive el lesbianismo en otras culturas... ¡y para tener claro que, DE HECHO, el lesbianismo existe en otras culturas! Estoy cansada de escuchar que es un fenómeno de las sociedades desarrolladas o industrializadas o como sea, y que en culturas más tradicionales "eso" no pasa .
Por otro lado, es verdad que algunas películas lésbicas pueden resultar inconsistentes, o tan sosas como cualquier comedia romántica típica, pero bueno, yo creo que la mayoría son una excepción :P
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