Íbamos a comprar una tarta para una amiga de mi novia en una de las pastelerías que hay cerca de casa. Cuando entramos, el dueño, muy amable, nos estuvo explicando qué llevaba por dentro cada una de las que tenía y cuál de ellas nos recomendaba según el número de comensales que fuésemos y para lo que la quisiéramos. Mientras su mujer cambiaba de canal desde la silleta en la que estaba sentada, nosotras nos decidimos por una de chocolate y nata y salimos de la tienda.
Hasta ahí todo muy propio de nuestro barrio: campechano, amable y con su toque folclórico. La sorpresa llegó después. Según salimos de la tienda, nos quedamos mirando el escaparate haciendo bromas sobre las tartas de princesas y supermanes, y entonces las vimos. Ahí estaban. Ahí llevaban seguramente mucho tiempo sin que nosotras hubiésemos reparado en ellas. Las figuritas para las tartas de boda.
Una de un hombre y una mujer.
Una de un hombre y un hombre.
Una de una mujer y una mujer.
¡Una pastelería gay friendly! ¡En nuestro barrio!
Entonces nos dimos cuenta de hasta dónde llegan nuestros prejuicios. Nunca pensamos que se pudieran encontrar figuritas homosexuales para las tartas de boda a más de un kilómetro a la redonda de la plaza de Chueca, y sin embargo, allí estaban. En un barrio tan campechano y folclórico como el nuestro, pero tan sorprendentemente amable.
Aquello fue una bocanada de aire fresco, una sobredosis de esperanza y alegría, la evidencia más clara de que el mundo cambia, a pesar de la homofobia, externa e interna, a pesar de los homófobos y, para qué negarlo, incluso a pesar nuestro.
¡Encantada!
Hasta ahí todo muy propio de nuestro barrio: campechano, amable y con su toque folclórico. La sorpresa llegó después. Según salimos de la tienda, nos quedamos mirando el escaparate haciendo bromas sobre las tartas de princesas y supermanes, y entonces las vimos. Ahí estaban. Ahí llevaban seguramente mucho tiempo sin que nosotras hubiésemos reparado en ellas. Las figuritas para las tartas de boda.
Una de un hombre y una mujer.
Una de un hombre y un hombre.
Una de una mujer y una mujer.
¡Una pastelería gay friendly! ¡En nuestro barrio!
Entonces nos dimos cuenta de hasta dónde llegan nuestros prejuicios. Nunca pensamos que se pudieran encontrar figuritas homosexuales para las tartas de boda a más de un kilómetro a la redonda de la plaza de Chueca, y sin embargo, allí estaban. En un barrio tan campechano y folclórico como el nuestro, pero tan sorprendentemente amable.
Aquello fue una bocanada de aire fresco, una sobredosis de esperanza y alegría, la evidencia más clara de que el mundo cambia, a pesar de la homofobia, externa e interna, a pesar de los homófobos y, para qué negarlo, incluso a pesar nuestro.
¡Encantada!
10 comentarios:
jajaja, qué bien. Para mí ese tipo de cosas valen tanto como otras que hacen más ruido, y están ahí, calladas y a la vista de todo el mundo.
nuestra tarta de la boda, tenia tres pisos y en el ultimo piso habian dos muñecas de las que le ponen a las niñas cuando hacen la primera comunion,si llegan a saber los que nos dieron la sorpresa, mejor no se lo contaremos porque no pudieron encontrar nada
yo también hice fotos a una pastelería que vi estas vacaciones en Lugo, pero no he visto más. Muchas gracias por el comentario tan personal que has dejado en mi blog, te lo agradezco de corazón.
Ahhhhhhhhhh que hermoso...
Esto me alegra hasta a mí... que estoy al otro lado del charco y donde no se dan aún esas cosas.
Besos y abrazos.
guau! ya ves.. ojalá sea tan normal que no se hagan post de ésto..vamos en buen camino
Esto del matrimonio hace que una se sorprenda muchas veces. Cuando nos casamos, mi güera y yo empezamos los trámites de manera muy segura y muy firme y poco a poco nos fuimos dando cuenta que nadie, ninguna persona con las que tratamos nos puso cara de extrañeza ni de rechazo ni siquiera de sorpresa... y eso que fuimos la primera pareja lésbica que se casó en el pueblo donde vivimos (700 habitantes). Da gusto ver que la sociedad avanza hacia la normalización a un paso que no nos esperábamos :)
Jajajaja que bueno!!! Ya ves, yo también las he visto en algunas tiendas. La verdad es que esos momentos, detallitos que surgen, son para nosotras muy agradables.
Un saludo
¡Que buena onda!, ojalá pronto la normalización llegue a todas partes.
A mi pareja y a mi nos pasó lo mismo en Alicante y nos reimos un rato, hoy vamos al juzgado a ver que papeles necesitamos para poder casarnos en breve.. enhorabuena por tu blog.
Un saludo. Ana.
A veces algunas cosas avanzan muy rápido, es verdad, mientras que otras se eternizan... y parece que nunca se moverán de ahí :S
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