martes, 16 de febrero de 2010

¿Protegerlos del dolor?

Estas semanas están siendo una época de reflexión, emociones intensas y un tufillo confuso que me hace darme cuenta de que sí, de que vuelvo a sufrir una crisis interna, como cada vez que doy un paso a favor de mi lesbianismo y una parte de mí se vuelve loca de angustia.

Una de las preguntas con las que me flagelo tiene que ver con mi familia, centro de todos mis quebraderos de cabeza y dolores de corazón. Hace poco, explicándole a una amiga las inseguridades que me crea el manejo de mi (in)visibilidad familiar, ella me contó su experiencia de una forma tan natural que me provocó una crisis de conciencia.

Según mi amiga, permanecer en el armario con algunos miembros sensibles de la familia puede ser mejor que mostrarse abiertamente. Ella, por ejemplo, consideraba que si su abuela se enterase de que era lesbiana, sufriría muchísimo, y como no quería hacerla sufrir, prefería mantener en secreto su homosexualidad a pesar de haber salido del armario con otros miembros de su familia. Y esto no le hacía sentir mal; al contrario: pensaba que, de algún modo, estaba protegiendo a su abuela del dolor, y eso sólo podía ser positivo.

A mí esta perspectiva me dejó con un sentimiento agridulce. Por un lado, me reconfortaba la idea de que alguien pudiera decidir permanecer en el armario al encontrar un motivo al que otorgarle mayor importancia que a su visibilidad. No sé por qué, pero a veces me gusta sentir que no hay un único camino por el que resolver la vida de manera satisfactoria, me gusta saber que otras soluciones pueden ser positivas sin necesidad de obcecarse en una única forma de actuar.

Pero, por otro lado, empecé a plantearme una pregunta que sumó confusión a la confusión que ya me aturdía: ¿por qué yo nunca me había planteado la importancia de proteger a mis seres queridos del dolor de saberme lesbiana? ¿Por qué esa pregunta no se había formulado en mi mente, ni siquiera ante la evidencia de dicho dolor? ¿Por qué nunca había barajado el dolor ajeno como un elemento de peso a la hora de tomar decisiones que redundaban en el mismo? ¿Estaría siendo egoísta?

Pensando sobre esto me di cuenta de que, en primer lugar, no pude considerar el dolor que les crearía a mis padres saliendo del armario porque nunca creí que tal dolor fuera a aparecer. Ellos siempre se habían mostrado favorables a los derechos de las personas homosexuales, criticando posturas contrarias, como la de la Iglesia y el PP. No pude anticiparme a una reacción que parecía salida de ninguna parte y, por lo tanto, no pude tener en cuenta su dolor.

Pero, ¿y después? ¿Por qué esa pregunta no pasó por mi cabeza mientras veía a mis padres sufrir por mi causa, cuando incluso ellos me la plantearon más o menos directamente? ¿Por qué no la tuve en cuenta y me planteé la necesidad de protegerlos del dolor? La verdad es que los momentos más duros lo fueron también de confusión profunda, de bloqueo emocional, y en ellos sólo podía tener en cuenta una necesidad: la mía por sobrevivir. Pero, incluso a pesar de ello, y si alguna idea de protección como engañar a mis padres acerca de la continuidad de mi relación, o postergarla, o dejarla definitivamente pasó por mi mente, la deseché de inmediato. ¿Por qué? Supongo que porque tenía la certeza de que la única relación posible con mis padres era una relación basada en la sinceridad, en la apertura; que cualquier engaño al respecto sólo retrasaría un proceso que debía empezar cuanto antes; y que ese dolor que sentían tenía que ser superado: que sería bueno a largo plazo aunque no lo pareciera en el momento.

En cuanto al resto de mi familia, ahora que me planteo qué me gustaría hacer, reconozco que, entre todas las posibilidades, la idea de protegerlos del dolor me rechina más que ninguna. Y es confuso, porque, a la vez, suena estupendamente: preferir su bienestar antes que el mío, sacrificarme por aquellos a los que amo, tenerles siempre presente a la hora de tomar cualquier decisión… Y aunque todavía me encuentro en la fase de sufrir y sufrir sin elegir un camino, tengo algunas intuiciones que me advierten de que ese pensamiento no me va.

En primer lugar, me parece que proteger a los demás de algo incierto, que puede ocurrir y también puede no hacerlo, como el dolor ante una nueva realidad, es una perspectiva paternalista. Yo no sé si a mi tía P, a mi primo L o a mi abuela R les causaría más dolor saberme lesbiana del que les causa saberme soltera desde hace años, sin ningún interés aparente por tener pareja ni formar una familia, y llevando una vida de despreocupada veinteañera peligrosamente cerca de los treinta. Eso sin tener en cuenta que mantener mi secreto me aleja de todas las conversaciones personales, me impide mostrarme abiertamente como soy, y que ese muro de incomunicación es algo que se percibe aunque no se sepa nombrar. Yo no puedo decidir si mi lesbianismo les va a causar un dolor irrecuperable, menos aún a largo plazo, así que no me parece que tenga el derecho de decidir que he de protegerles del mismo.

Por otro lado, creo que esta perspectiva implica la creencia de que el dolor es algo negativo, algo que debe ser evitado, cuando en la mayoría de los casos es una oportunidad de crecimiento. Y sí, es verdad, no nos gusta crecer en el dolor, y sí, es cierto, algunas personas parecen quedarse ancladas en el dolor sin posibilidad de avance, como si su vida hubiese quedado destrozada para siempre (mi madre es un gran ejemplo de ello), pero aún así, ¿debemos considerar positiva esa protección? ¿Es mejor vivir en la ignorancia, alejados de un ser querido, que atrevernos a mirarle como es? ¿Tengo yo derecho a impedirles recorrer ese camino que les puede hacer superar el dolor y abrirse a una nueva realidad, con todo lo positivo que ello implica? A mí me parece que no.

Para terminar, me parece que la lectura altruista de proteger a los demás del dolor es en realidad una trampa. ¿Qué es más egoísta? ¿Compartir una realidad que nos resulta sumamente gratificante y liberadora o hurtársela a nuestros seres queridos? ¿Darles la oportunidad de crecer y transformarse en ella o tomar la decisión de que no tienen la madurez o son incapaces de la apertura de mente suficiente para comprenderla? Y sobre todo: aun en el caso de tener la certeza del dolor, incluso recibiendo señales inequívocas de no querer ver, de no querer saber, ¿qué es más egoísta? O mejor, ¿qué es lo único egoísta? Todo ello, por supuesto, dando por hecho que realmente tratamos de proteger a los demás del dolor, y no a nosotras mismas de ese mismo dolor que nos causa sabernos homosexuales, y por tanto, un objeto potencial del rechazo de las personas a quienes amamos. ¿A quién protegemos y de qué dolor?

En la vida real, donde las ideas abstractas tienen la manía de fracasar estrepitosamente, todas estas respuestas que me doy se complican mediante presiones, chantajes emocionales, inseguridades y miedo, por lo que todavía no puedo decir que haya tomado ninguna decisión. Sin embargo, no me gusta dejar posibilidades sin examinar, ni plantearme por qué aquello que intuyo que no se aplica en mi caso de hecho no lo hace, mientras que, para otras personas, puede ser una solución adecuada, honesta y auténtica.

Encantada de compartir mis reflexiones con vosotras.

22 comentarios:

Sobrevivir dijo...

Encantada, yo soy heterosexual pero entiendo lo que cuentas, es muy duro tener que ocultar a las personas que te importan lo que sientes, como eres, por temor al rechazo, a causar dolor, pero no podemos ser esclavos de los demás, debemos asirnos a nuestra felicidad, renunciar a nuestra propia vida en pro de no causar dolor a la gente que nos rodea, mas bien, en vez de un favor, parece un martirio. Si esos que tanto nos preocupan, nos quieren ¿Qué desean para nosotros? nuestra infelicidad o felicidad a costa de su bienestar, que en el fondo es un temor a los demás al que dirán. Seamos realistas ¿qué pecado comete una persona gay? mata alguien, roba alguien, ¿QUE?, QUE BUSCA LA FELICIDAD CON ALGUIEN DE SU MISMO SEXO.

Caminos Del Espejo dijo...

ENCANTADA, TE HE DEJADO UN EXTENSO POST EN MI BLOG DEDICADO A TI, A ESTE POST CONCRETO, porque me ha suscitado muchas emociones, mucha indignación (la actitud de tu amiga), muchimos sentimientos y me ha apetecido responder a todo lo que te planteas.
Un abrazo muy fuerte!!!!!
www.caminosdelespejo.wordpress.com

Candela dijo...

Menudo post, Encantada. He leído también el de Caminos del Espejo. Creo que, como todo en la vida, "depende de...". Con 30 años me enamoré de una mujer por primera vez y se lo dije a mis padres. Me costó años de sufrimiento (MÍO), aguantar intromisiones, llantos, insultos y hasta golpes por parte de mi madre... Luego se aplacaron las cosas. Mi pareja y yo vivíamos juntas, pero para mi madre era mi amiga. Hasta llegó a quererla, todavía la quiere (mi madre a ella y viceversa) a pesar de que hace años que no es mi pareja. Pero esa relación, para mi madre, no existió. Ella la borró de su mente desde que supo de su existencia. Tenía entonces mi madre 58 años. Ahora tiene 80. Cuando hace dos años fui a contarles de mi pareja actual, mi padre se adelantó y dijo: "Me da igual con quien estés, hombre o mujer, si tú eres feliz". Mi madre se adelantó también a mi información: "No quiero saberlo". De modo que de forma expresa no lo saben, pero lo saben. Los veo de tarde en tarde y no quiero una nueva guerra, sobre todo pensando en mi padre que es quien siempre se encuentra en primera fila de los ataques, pero también pensando en mí, en mi pareja y en mi madre. Si no quiere una declaración expresa, no se la voy a dar. Tiene 80 años y quiero que los pocos que le queden de vida se monte su película como más le guste, siempre que no se involucre en mi vida.

Clau dijo...

Tu post me dejó pensando mucho, la verdad, es una situación angustiante, que a mi me toca vivir, pero no se cual será tu caso exactamente, yo nunca me había puesto a reflexionar con respecto a proteger a los demás del dolor, porque yo asumo que mi situación de "invisibilidad" es mera cobardía mía y tal vez, incluye la cobardía de los demás en mi familia. Yo siento que estoy recluída en una extraña burbuja. Con decirte que yo no recuerdo nunca haberles dado explicaciones de porque vivo con mi "amiga" hace tantos años, porque nunca nos molestamos en cambiar la cama de dos plazas que ya traia el departamento cuando vinimos a vivir en él, entre otras cosas. Todo pareciera estar asumido, y no se habla de nada más. Esa es mi realidad. Mi madre me pregunta por ella siempre, con buena predisposición, como demostrandome que me comprende, que sabe lo que somos en verdad, pero nunca pasa al plano verbal ese sentimiento, hay una barrera que separa el hablar del tema y el saber que me aceptan como soy (ya sabrás del lado en el que estoy desde hace tanto tiempo). Mi familia es chica pero los pocos que la conforman se comportan parecido, la aceptan a ella, me aceptan a mi, pero no me hablan del tema, y yo me quedo con eso. No doy el primer paso y no me lo dan a mi.. nunca. Es raro cuando se entiende que evitar el dolor, es solo evitar hablar de algo que quizás, (porque siempre está la duda) ya lo saben con certeza.

Anónimo dijo...

Yo creo que cada uno debe gestionar su propio dolor. El de una persona homosexual armarizada es eso, ser invisible y no poder compartir su amor y su querer con sus seres queridos y cercanos. El dolor es parte de cada uno, y cada uno tiene que manejar el suyo.

Esto no es un pensamiento egoista. Es tal como deberiamos actuar todos. Porque si supieramos que el dolor que sentimos viene de dentro SIEMPRE y nunca de fuera, este tipo de "miedos" no existirían.

Cuanto más naturalidad expresemos, más naturalidad recibiremos.

Besos y también encantada :)

Tantaria dijo...

¡Hola! Pues sí que es un dilema el contarlo o no. Nadie mejor que tú sabe en las circunstancias en las que estás y cómo es tu familia, aunque creo que la mayoría de las veces la mejor opción es decir la verdad. En mi caso, también estoy dentro de un armario con mi familia, pero es sólo puro egoísmo por mi parte y pura cobardía: sé que se lo tomarían mal y no es que quiera evitarles el dolor y lo que ellos considerarían bochorno, sino que prefiero evitarme a mí misma ese trámite. Al menos, por ahora. Eso sí, vivir en una vida que no es del todo tuya tiene sus consecuencias, como bien comentas. Yo ya he pasado los treinta y mi familia comienza a ponerse muy nerviosa porque no tengo novio, y, a pesar de que los considero personas inteligentes, aún no han captado por dónde voy cuando digo "ni lo tengo ni lo voy a tener".
Besotes

Anónimo dijo...

Como Candela (nos acerca la edad) creo que no existe una sola vía. Cada familia es un mundo, cada personalidad es única y cada cual debe tomar la decisión que más se adapte a sus circunstancias, teniendo en cuenta que el dolor gratuito no lleva a ninguna parte, pero que el respeto sí.
Tod@s tenemos una historia a nuestras espaldaS...pero seguimos viv@s....ANIMO!!! y tú misma.

Pena Mexicana dijo...

Hola Encantada, estaba pensando qué decirte cuando me he dado cuenta que con lo que podría contestarte se puede hacer un post y me ha parecido mejor que dejarte aquí un comentario largo. Lo redactaré hoy para que puedas leerlo si quieres. Besos

Núria dijo...

Mi compañera de vida siempre ha escondido ante su familia que es lesbiana(y tiene casi 48 años,ha vivido antes de la nuestra una relación de pareja de 15 años);pero sostiene que sus padres,sobretodo, que consideran a los homosexuales dignos de ser colgados por los genitales, fuere cual fuere su género...y así estamos;los papás,y el hermano, y la cuñada, y los sobrinos,y...haciendo ver que no saben nada, y yo reconcomiendome cada año cuando llega Navidad y dejamos de ser pareja durante dos dias...Yo he salido del armario ante mi familia más próxima y ya no me da la gana de ocultarme...eso lleva a un desequilibrio que no voy a negar,como he dicho más arriba, me reconcome, me jode y me pone de una mala leche feroz;al fin y al cabo,ser lo que uno es´ no deberia ocasionar "dolor" a nadie,y si lo ocasiona, quizás el problema no está en el salir o no del armario, sino en quien nos metió en el.Personalmente, escojo mi bienestar;igual a mi debería ocasionarme dolor tener unos progenitores heterosexuales,o estar rodeada de gente heterosexual, y nadie pierde un momento de su tiempo en preguntarse si ha de decirme que es hetero o dejarme columpiar en mi "feliz" ignorancia.
Un abrazo.
Núria

Candela dijo...

En mi comentario anterior, olvidé decir que si tuviera que traer a mi padre a vivir a casa, no habría problema, porque él y yo nunca hemos necesitado palabras para saber uno del otro y él, con su respuesta acertada de "me da lo mismo", me estaba diciendo "lo sé y me parece bien". Mi madre también lo sabe, y si fuera mi madre la que tuviera que vivir en mi casa, no le quedaría más remedio que "ver" con "sus ojos", que mi pareja es mi pareja, aunque sé que se montaría en su cabeza una de indios para encajar que nos abracemos, que hagamos planes y sobre todo, que durmamos juntas. Allá ella. No quiere palabras, tendrá hechos. No quiere hechos: a la residencia. Está claro que mi vida me pertenece.

Pena Mexicana dijo...

Hola, te he dejado en post con mi opinión en mi blog por si quisieras leerlo. Besos

la vecina del quinto dijo...

Encantada de que las compartas. ;)

Te citamos por aquí: http://badabolloworld.blogspot.com/2010/02/visibilidad-egoismos-y-miedos.html

Un abrazo*

La Maga dijo...

Excelente post y muy bien desarrollado: sobre el particular pienso que no hay que invertir los roles familiares, es decir, no nos convirtamos (gays y lesbianas) en "padres de nuestros padres". Sería como restarles dignidad y menoscabar su derecho a la evolución y al crecimiento. La homofobia internalizada a veces, (muchas) es engañosa y reviste el manto de "protección" silenciosa a nuestros familiares. Tratemos de conceder el derecho que corresponde a cada adulto, de afrontar la verdad con toda transparencia...aunque el proceso lleve un tiempo de asimilación.

((Post como éste son muy necesarios))

farala dijo...

yo creo que como decis por aqui es paternalista pensar cómo e van a sentir los otros ante nuestra salida del armario. es paternalista y es (como dice mi terapeuta) un acto de soberbia creer que sabemos lo que sienten los demás, apenas sabemos cómo vamos a reaccionar nosotras mismas...

lo peor que suele ocurrir cmo dice mi Kali es que salgamos del armario para que se metan ellos. Pues ellos verán, que los armarios son fríos oscuros y están llenos de esqueletos...


Encantada, tus posts mueven tantas cosas

malena dijo...

Hola, es la primera vez que entro en tu blog, pero voy a tener la osadía de exponer mi opinión. Proteger a alguien mayor, como a una abuela, puedo entenderlo, en realidad a su edad, no necesita saber ciertas cosas. Pero a los padres, hermanos y demás, para mí es otro tema. Intentar proteger a alguien de la verdad, no es posible, y sobre todo, es asumir que tu forma de ser es negativa, es como pedir permiso. Creo que con el tiempo una asume, que hay personas que no lo asumen, lo digo por mi propia experiencia.
Un saludo, espero haber aportado algo de luz.

_None_ dijo...

Es la primera vez que leo este blog y voy a comenzar a seguirlo, pues me ha sorprendido muy gratamente.
Yo soy joven (18 años) y soy bisexual. Cuando me gusta un hombre, grito a los cuanto vientos que me gusta, que le quiero. Y lo mismo me gustaría hacer cuando es una mujer quien está en mi corazón. Pero no puedo, no puedo porque el mundo está lleno de prejuicios.
Hace tiempo que me presento tal y como soy ante la gente nueva. Que soy bisexual es una de las cosas que antes digo, así a quien le importe, que se largue de mi vida cuanto antes. Pero, ¿qué pasa con los amigos de toda la vida? ¿Con la familia? A ellos no es tan fácil decírselo... Especialmente cuando sabes que tu padre es homófobo, cuando tienes que levantarte de la mesa diciendo que te encuentras mal cuando en realidad no quieres contestar mal a tu padre cuando dice que los homosexuales están enfermos.
Yo no salgo del armario con mi familia, y no es por su dolor. Es por el mío. Me encantaría que mi padre supiera que soy bisexual, a ver si se da cuenta de todo el daño que hace cuando dice según qué cosas, pero no me atrevo, porque yo sufriría aún más.
Encantada de leerte.

Ave dijo...

Siempre he pensado que ocultar nuestra homosexualidad a la familia es una forma indirecta de llamarles "homófobos" a la cara. No les dejamos decidir: ni siquiera les damos la oportunidad de que nos acepten como tal. O sea: decidimos por ellos, lo que al menos en mi caso me parece una de las mayores faltas de respeto en las que se puede caer cuando de adultos se trata.

_None_ dijo...

Te enlazo aquí: http://medianaranjamediolimon.blogspot.com/2010/02/el-armario-es-frio-y-oscuro.html

Maria y Silvana dijo...

El tema de la familia es algo complicado... yo desde el primer momento le conté a mi madre todo lo que sentía... y se quedó como en shock, que no sabía qué decir... no sé... estuvo un tiempo "rara" diciendome que le diera tiempo para aceptarlo... cosa que podía entender.. y ahora gracias a lo que sea está muy bien conmigo y con mi novia, cuando ella viene a verme está encantada jeje e incluso nos ha conseguido una cama de matrimonio para k no tengamos que dormir apretujadas...

Pero en cambio eso que dices de ocultar a ciertos familiares mi lesbianismo... solo se lo he ocultado a mi abuela y lo haré siempre, porque sé que ella sufriría es una persona que está delicada de salud, bien para sus 76 años pero delicada... ha sido mi decisión, pero el resto de mi familia quiero que lo sepa algún día mis tios, primos... y no tener que presentar a mi novia como una amiga... de momento en mi familia solo lo saben mi madre, mi padre, mi hermano y mi tia... en fin k stoy haciendo aqui una nueva entrada de blog... mmm... jajajaja creo que voy a copiarlo en mi blog :D

No te comas la cabeza demasiado y sé feliz! los demás acabarán "comprendiendo" dónde está tu felicidad ^^

pao dijo...

ese tipo de situaciones hace que la gente cada dia tenga mas miedo de salir del armario... Por mi parte mis padres ya saben pero prefieren hacer de cuenta que no pasa nada...que pronto voy a volver a ser como ellos quieren... es muy complicado cada familia es distinta. y la del banco por dios!!! a pelar una teta jajaja a ver si bajaba de la nube.... un beso enorme me gusto mucho tu post

Anónimo dijo...

MÁTAME CON LA VERDAD, PERO NO ME HIERAS CON MENTIRAS¡¡¡

natalia_paperblog dijo...

Buenos días,

Quisiera disculparme, pero no he encontrado otra manera de contactarte que a través de los comentarios. Soy Natalia, de Paperblog. Me pongo en contacto contigo para invitarte a conocer el proyecto Paperblog, http://es.paperblog.com, un sevicio de difusión cuya misión consiste en identificar y dar a conocer los mejores artículos de los blogs inscritos ,que sino, se diluyen entre la masa antes de llegar a los oportunos lectores. "Encantada blog" se adapta a nuestros criterios y creo que tus artículos resultarían muy interesantes a los lectores de "Pareja, Homo"
Espero que te motive el proyecto que iniciamos el mes pasado con tanta ilusión. Échale un ojo y Mientras, no dudes en escribirme para conocer más detalles.
Un saludo de todo el equipo, 
Natalia -natalia@paperblog.com
Responsable Comunicación Paperblog

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