martes, 9 de noviembre de 2010

Un trocito de normalidad

Hoy hemos festejado el 70º cumpleaños de mi suegro. Ha sido una celebración sencilla pero muy emotiva. Personalmente, he de decir que para mí es un orgullo haber podido asistir, porque mi suegro es una persona a la que aprecio y admiro profundamente. Además, hemos tenido la suerte de que nos haya deleitado con un repaso breve pero hermoso de su vida, siguiendo las fotografías del álbum que le han confeccionado entre mi suegra y mi novia. Una vida intensa y plena de la que he intentado memorizar todos los detalles posibles para seguir contándola a quien quiera escucharla el día que él ya no esté.

Por si esto fuera poco, la celebración de su cumpleaños nos ha permitido gozar a mi novia y a mí de un trocito de normalidad. Normalidad que, por desgracia, no está presente por igual en todos los ámbitos de nuestra vida. Además de mis suegros, mi cuñado y nosotras, en la comida estaban presentes un primo de mi novia y su novio, que son pareja desde hace muchos años. Entre bromas y anécdotas, he podido comprobar, una vez más, que la exclusión y el sufrimiento no tienen por qué ser los únicos ingredientes en la vida de las personas homosexuales, pues la alegría y la integración son posibles y sencillas si tanto nosotros como la gente que nos rodea ponemos un poquito de voluntad.

Antes de que nos marchásemos, mi suegro me ha preguntado cómo iba la relación con mis padres. Él siempre se ha ofrecido para hablar con ellos y ayudarles a entender que con su actitud no tienen nada que ganar y sí mucho que perder. “Así podrían dejar de sufrir”, me decía, “y de hacerte sufrir a ti”. Después de una breve conversación, pues no tenía muchas novedades que contar, me regaló su receta para comprender la homosexualidad con naturalidad. Para él, todo se resumía en una “cuestión de cariño”. Clave evidente donde las haya, que sin embargo podría cambiarnos la vida a muchas personas que, como yo, hemos experimentado el más devastador de los rechazos. Ojalá tantos padres y madres encontrasen el coraje suficiente para cocinarse una vida más sencilla con ella e invitar a sus hijos e hijas a merendar.

Felicidades, V. Encantada de haber celebrado este cumpleaños contigo.

10 comentarios:

chris dijo...

Esas porciones de normalidad saben tan dulces como las tartas de cumpleaños!!

mi rincón dijo...

Que suerte tienes de tener un suegro asi! Y con esa edad además...
Admirable! Cuando debería ser lo normal...
Espero que llegue el día que no tengamos que extrañarnos por estas cosas ni contarlas.

Bsitos.

Estela Rengel dijo...

Felicidades al cumpleañero y felicidades a vosotras por haber pasado un día tan agradable, pero sobre todo por tener gente que os quiere y os acepta tal como sois. Siento mucho lo de tu familia y su rechazo, no sabía nada... :( Mucho ánimo con ello.

Un saludo.

Candela dijo...

Además de fácil es NATURAL, porque estoy hasta el gorro de que llamen anormales y antinaturales a según qué tipo de amores, cuando siempre se trata de amor, de cariño, algo tremendamente bueno y deseable en el mundo. Un beso.

Candela dijo...

P.D. ¡Sí, queremos que vengáis! :)

manu dijo...

hey!!

me alegro muchísimo por ustedes!
por haber vivido esa necesaria cuota de normalidad, por esa familia (o parte de familia al menos) tan adorable, y por esa celebración de cumpleaños tan especial.

:)

un abrazo!

se te había extrañado mucho... cuidate...

ISI dijo...

Aunque no es la solución ideal, consuélate porque tienes una familia política que te quiere. A la biológica, pues que les den si no saben entender lo que no es siquiera suceptible de entender: las personas somos como somos y el que no acepte la diversidad, puerta.
No es fácil, pero se consigue.

Un besito

Pena Mexicana dijo...

Qué linda muestra de cariño esa de ofrecerse a hablar con tus padres... tu suegro es todo un señor. Muchas felicidades para él por su cumple y para ustedes porque siguen disfrutando su presencia :)

besos

Cicutarsenica dijo...

Queda demostrado entonces que la intolerancia no es un asunto de edad como algunos pudieran pensar...sino mas bien un asunto de falta de humanidad.

iTxaro dijo...

uff pero qué dificil es lidiar este tema en casa, en mi caso con mi madre. Se le cambia la cara según salga con una gente u otra (y si fuera solo la cara....)

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