Hace unos días, V. y yo tuvimos un encuentro en la tercera fase.
Era por la mañana y mi novia ya se había ido a trabajar. Yo estaba a punto de irme también, solo me quedaba cerrar las ventanas después de ventilar la casa, cuando advertí la pequeña revolución que V. había montado con unos cojines. Para asegurarme de que el frenesí no lo había llevado a saltar por ninguna ventana, empecé a llamarlo para ver dónde estaba, y lo encontré agazapado bajo la mesa de la cocina. Me disponía a agacharme para hacerle unos mimos, pues parecía algo asustado, cuando percibí lo que él estaba percibiendo: un fuerte aleteo en el techo de la cocina.
¡Había entrado una golondrina en casa!
He de confesar que mi primer impulso fue salir corriendo despavorida. Ya sé que las golondrinas no son muy grandes, pero dentro de nuestra cocina a mí me pareció un águila imperial. Afortunadamente, el aleteo ensordecedor y los gruñiditos de V. no consiguieron desconectar del todo mi cerebro racional, así que, medio reptando, logré llegar hasta la ventana de la cocina para abrirla. La golondrina no tardó ni medio segundo en salir, ni yo en volver a cerrar la ventana detrás de ella.
El que tardó unos segundos más en reaccionar fue V. Estaba en estado catatónico. Cuando, definitivamente, se dio cuenta de lo que había pasado, salió corriendo hacia la ventana y la acarició con la patita, como diciendo: "¡Vuelve, amiga, vuelve!". Después, me acompañó hasta la puerta, todavía visiblemente alterado, temblando mientras fuera de casa se escuchaba el continuo piar de las golondrinas que nos sobrevuelvan (o, hasta ese día, nos sobrevolaban) cada mañana.
Volverán las oscuras golondrinas
a jugar con el gato en el cristal,
pero aquella que entró en nuestra cocina,
esa... ¡no volverá!
Encantada.
2 comentarios:
Me ha gustado la historia, yo creo que mi gata se hubiera puesto en situación de ataque y yo en situación de pánico, soy una cagona, pero luego hubiera intentado coger a la golondrina para curiosearla, ver qué hace mi Chloe y luego volver a dejarla en libertad. :)
Pues a ver quién me explica a mi lo siguiente: mi casa tiene garage privada, así que sólo se abre para salir o entrar en el coche y a veces (una al mes o así), para ventilar y limpiar.
El viernes llega S. del trabajo, sube y me dice que en el garage ¡hay nidos de pájaros!, no me lo pude creer pero efectivamente, había 3 y nunca habíamos visto parajitos dentro del garage.
Cogí una escalera, unos guantes, y los quité todos. Polluelos no había, tampobo huevitos, gracias a dios, porque me hubiera obligado a dejar el garage abierto todo el p. día y noche para que la madre les diera de comer, se hicieran grandes y se fueran.
A todo esto: les tengo una tirria a los pájaros que ni te cuento, no los soporto a excepción de unos condenados mirlos que me despiertan bien temprano con sus "cánticos". Esos me hacen gracia, pero no sé por qué.
Publicar un comentario