domingo, 26 de diciembre de 2010

Dulce Navidad

Este año he pasado la primera Navidad con mi familia política. Mi novia decidió salir del armario con su familia de Madrid, con la que se junta en estas fiestas, y ellos me invitaron a comer en Navidad.

Fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Y a pesar de ello, lo viví con una alegría serena, algo extraño en mí, que suelo ponerme muy nerviosa en las ocasiones especiales. Mi cuñado no dejaba de preguntarme que qué me había tomado para estar tan tranquila, y aunque le hice una lista de las drogas que, en contra de mi voluntad, llevo en el cuerpo; lo que realmente me había tomado era un buen copazo de autoestima, de respeto por mí misma y por el amor que le tengo a mi novia.

He de decir que varios de los familiares de mi novia son personas mayores, conservadoras y muy religiosas, que viven estas fechas con toda la solemnidad que para ellas merecen. Por eso, para mí tiene un valor especial que salieran a recibirme con una sonrisa, que me invitaran a ver su casa, que bendijeran la mesa dando gracias por mi presencia, que me preparasen una buena cantidad de platos vegetarianos buenísimos y que me despidieran recordándome que, de aquí en adelante, formaba parte de la familia. En un momento de descuido, además, mi suegra me confesó que me habían considerado "muy atractiva": supongo que, después de esperar al troll de las cavernas, al verme aparecer respiraron tranquilos.

Ya por la noche, le contaba a mi novia lo bien que me lo había pasado, reído y divertido, y lo comparaba con todos los momentos de nerviosismo e inseguridad que, sin embargo, pasé las primeras (y las segundas, y las terceras, y las cuartas...) veces que fui a su casa invitada por mis suegros. He pasado tanto miedo... Al rechazo, a hacer algo mal que precipitase todo lo demás, a que alguien se sintiera incómodo por mi presencia, a decir algo inconveniente que despertara al monstruo de la homofobia que todos llevamos dentro... Resumiendo: a casi cualquier cosa. Pero a base de empeño, de trabajo interior, de procurar tener dos o tres cosas claras, unidos a una pizca de valentía y siendo generosa con el tiempo, he conseguido que esa montaña de horror se haya quedado en una colina de mariposas en el estómago y prudencia que, supongo, forman parte de la vida.

Han sido seis Navidades juntas, pero a la sexta ha ido la vencida.
No perdáis la esperanza: con un poco de paciencia, habrá para todas.

¡Encantada!

5 comentarios:

Estela Rengel dijo...

No sabes cuánto me alegra que te haya ido tan bien con la familia política. Esto me hace pensar que es verdad que las cosas poco a poco van cambiando y que la gente se va dando cuenta que lo importante es lo que sentimos y la felicidad de la gente que nos rodea, sin importar el envoltorio.

Un abrazo, feliz Navidad y encantada de que hayas compartido esto con nosotros. ^^

farala dijo...

enhorabuena encantada, aún así yo sigo prefiriendo mi receta de pollo (a mi puta bola) jejejejeje

Ellen dijo...

felicidades por ese éxito encantada! así da gusto oye....si es que en Madrid somos mu abiertos jajajaja!!

MUÁ!

Ellen.

manu dijo...

hey!!

me alegré mucho de leer esta entrada. :)

por ti, por tu novia, y por la familia de ella que tuvo el gusto de compartir contigo!

un beso!

Anónimo dijo...

¡Enhorabuena! Me alegro de que haya ido tan bien.

Besos

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