jueves, 18 de agosto de 2011

Manifestación laica en Madrid


Ayer estuvimos en la manifestación laica de Madrid. Fue una manifestación concurrida y repleta de espíritu ciudadano. Lo que más me gustó fue sentirme unida a tantas personas con las que compartía emociones e ideas. Mucha gente (nosotras incluidas) había fabricado sus propias pancartas, con frases o ilustraciones que expresaban su opinión. Esto es algo que no había visto hasta ahora de manera tan general, y creo que es importante porque demuestra un cambio positivo a la hora de ejercer nuestros derechos como ciudadanas y ciudadanos.

La manifestación tardó muchísimo en salir de la plaza de Tirso de Molina. Lo cierto es que el recorrido era demasiado corto y estrecho para todas las personas que estábamos allí, pero no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que las calles principales de la ciudad estaban cortadas y reservadas para los actos de la JMJ. Después de mucho esperar, conseguimos ir avanzando, primero despacio y después con fluidez. Durante el recorrido, coreamos muchas proclamas, pero he de decir que las que más entusiasmo despertaban eran las relacionadas con el 15-M. Tras cruzar la plaza de Jacinto Benavente, la marcha volvió a reducir su velocidad, pero aun así, conseguimos llegar a la Puerta de Sol.

En Sol había mucha gente, pero afortunadamente quedaba espacio para los que todavía tenían que llegar. Nosotras paseamos un rato por la plaza, y después decidimos irnos a cenar. Eran cerca de las diez: el metro de Sol estaba cerrado, las calles que salían de la plaza estaban acordonadas por la policía, y sólo nos dejaron cruzar el cordón de la calle Alcalá después de deshacernos de nuestra pancarta. Por un momento sentimos bastante confusión, pensábamos que no nos iban a dejar pasar, hasta que una señora nos animó a no llevar señales identificativas para evitar agresiones (algo que me pareció sacado de una película de ciencia ficción, pero que no nos quedó más remedio que acatar). Al otro lado del cordón policial, cientos de peregrinos ondeaban sus banderas y exhibían sus credenciales.

Con gran acierto, decidimos cenar en un restaurante del barrio de Chueca, que estaba bastante tranquilo en comparación con la marabunta que se vivía en otras calles del centro. La cena fue agradable y copiosa, gracias a lo cual sobrevivimos a la odisea de volver a casa. El metro de Gran Vía también estaba cerrado por cordones policiales y tuvimos que buscarnos un itinerario alternativo. Pero la aventura no terminó ahí, pues los túneles, andenes y vagones de metro estaban abarrotados de peregrinos que cantaban, saltaban y empujaban sin apenas miramientos. Gran parte del viaje de vuelta lo hicimos aplastadas contra la pared por una mochila del JMJ cuyo dueño no tenía la menor intención de controlar.

Esta fue nuestra experiencia en la manifestación: lo que vimos, oímos, sentimos y pensamos durante la tarde y la noche de ayer. Hoy, en los medios de comunicación, he visto muchas cosas más, interpretadas desde varios puntos de vista, como no podía ser de otra manera. Desde luego, no es la primera manifestación a la que asisto donde se producen altercados en los que nunca me veo involucrada; tampoco creo que sea la única persona que ha tenido esta experiencia: como yo, seguro que miles de personas asistieron ayer a una manifestación pacífica y libre, donde se criticó la injustificable ostentación de la Iglesia Católica en un momento de dura crisis económica y humanitaria en todo el mundo. Para mí, eso fue lo principal.

Encantada de defender, una vez más, mi libertad de conciencia y expresión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que seguir ejerciendo este derecho (que nos quedan pocos)

Pena Mexicana dijo...

bueno... como dijiste tú en mi blog, creo que en el futuro te sobrarán oportunidades o mejor dicho, motivos para manifestarte. Esperemos que ese futuro no se convierta en la película de ciencia ficción donde no es conveniente llevar señas identificativas...

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