sábado, 23 de febrero de 2008

Mi primer amor

Buceando en mi memoria he rescatado a la que creo puede ser mi primer amor. Nunca la catalogué como tal a lo largo de mi infancia, la encerré bajo siete candados durante mi adolescencia, y sólo hace un par de años que, como bengala en medio de la noche, su nombre ha salido a flote en la superficie de mi conciencia.

Elvira.

Elvira era la mejor amiga del colegio de la hija de unos amigos de mis padres. Solamente nos veíamos en los cumpleaños de la niña, una vez al año, por tanto. A mí me encantaba ir a esos cumpleaños porque nos juntábamos muchísimos niños, porque jugábamos durante horas hasta acabar sudando, y porque la casa de los amigos de mis padres tenía muchísimas habitaciones, y a mí me llamaban mucho la atención los recovecos que se formaban en los pasillos.

Pero hubo un año (tendría yo 8 ó 9, quizás menos) en el que Elvira no pudo venir. Yo había buscado su rostro entre el de los otros niños, había esperado encontrármela al final de alguno de los pasillos, tenía la ilusión de que simplemente llegaría más tarde que los demás.

– ¿Y Elvira? –preguntó alguien por mí, y yo se lo agradecí en el alma.
– Elvira no puede venir.

No recuerdo el motivo: tal vez estaba enferma, o de viaje, o tenía otro compromiso más importante. Sólo recuerdo la desolación que invadió mi cuerpecillo infantil y cómo a duras penas logré controlar las ganas de llorar. Entonces supe que, por encima de las horas de juego, por encima del misterio de los pasillos, lo que realmente esperaba de aquellos cumpleaños era ver a Elvira.

Elvira era alta, delgada, tenía el pelo liso y castaño, y su risa mostraba una hilera de dientecillos blancos irresistibles. Además de estas virtudes, tenía un año más que yo, lo cual hacía que mi mirada se arrobase en el abismo que, tan pequeñas, parecía separarnos. No recuerdo nada más de ella, ni aficiones, ni notas del colegio, ni ideas sobre nada, ni siquiera si alguna vez hablábamos, si nos caíamos bien, si jugábamos juntas. Sólo preservo una imagen de Elvira sonriendo, y el vuelco que me dio el corazón, y mi boca medio abierta. Pero sobre todo, recuerdo su ausencia y el vacío que prendió en mi alma.

Encantada.

7 comentarios:

Julieta dijo...

Ah, el amor! Que lindo post... Me hizo acrodar, yo estuve fascinada con una compañerita de la escuela primaria por como 4 o 5 años! En ese momento no se si me daba cuenta, pero ahora me parece que ella fue en realidad mi primer amor.

Anónimo dijo...

De alguna manera siempre supe quién fue mi primer amor, pero hasta hace unos cuantos años no la identifiqué como tal. Se llamaba Raquel, no la he vuelto a ver, en aquel entonces era la chica “popular” y yo… no, y quiso ser mi amiga. Eso me enamoró, pero me rompía el corazón cada vez que me contaba que te tenía un nuevo novio. ¡Qué topicazo la historia, pero es cierta!

marga dijo...

cuántas cosas pueden lograr una sonrisa
y cuán cierto es que en las épocas de "lo no dicho" pesaban más las ausencias gritándonos lo que sentíamos

una hermosura de recuerdos

salu2

Maria Rosa dijo...

Me hiciste acordarme de la niña que por primera vez llamó mi atención... yo la veía todos los días en los primeros años de la escuela primaria... se le hacían hoyitos en las mejillas cuando se reia... siempre quería estar cerca de ella...

Saludos

encantada dijo...

Me alegro de que mi entrada os haya hecho recordar vuestros primeros amores y que los hayáis compartido conmigo.

¡Qué recuerdos tan hermosos y qué grande el poder de una sonrisa femenina!

Cloe dijo...

Me ha encantado el post. A veces una imagen del recuerdo vale más que cualquier cosa, es cierto, yo también tengo las mias guardadas bajo llave como un tesoro.
Saludos!

encantada dijo...

Gracias por tu comentario y ¡un saludo!

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