Una de mis paradojas preferidas a la hora de explicar el origen de ciertas realidades es la que pregunta: “¿qué fue primero, el huevo o la gallina?”. Y hoy me atrevo a aplicarla a uno de los últimos bastiones del machismo: el que explica la discriminación de la mujer por razones biológicas.
En demasiadas ocasiones me he topado con hombres presuntamente feministas y sobradamente bienintencionados que me han intentado convencer, con muy buenas palabras, de que una mujer no puede ser bombero o tocar la batería debido a las limitaciones “naturales” de su propio cuerpo. Y pongo el ejemplo de estos hombres porque me parece el más significativo: hordas de hombres machistas nos las encontramos todos los días; hordas de mujeres que reniegan del feminismo, también. Pero tener que escuchar cómo hombres que tienen tu respeto insisten en que para extinguir un incendio o ser el baterista de un grupo es necesario contar con una inestimable musculatura masculina, me arrebata toda la confianza en la Humanidad.
Este planteamiento cae en una sencilla falacia de generalización indebida, ya que da por hecho que todos los hombres son fuertes y todas las mujeres son débiles, cuando creo que la mayoría de las personas conocemos casos de hombres débiles corporalmente y mujeres fuertes en el mismo sentido. Todo esto sin tener en cuenta que la fuerza muscular no es lo único que se necesita para desempeñar ciertas tareas: ser bombero o tocar la batería requiere de una técnica y de unos conocimientos que no surgen espontáneamente de los músculos.
Pero a mí me gustaría ir más allá. Dando por hecho incluso que la mayoría de los hombres fueran más fuertes que la mayoría de las mujeres, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Es decir, ¿es la presunta debilidad femenina la que impide a las mujeres realizar ciertas tareas, o fue la discriminación respecto a esas tareas la que provocó que las mujeres no desarrollasen su cuerpo en el sentido de la fortaleza necesaria para llevarlas a cabo?
Si nos fijamos en el mundo animal, no siempre el macho es el fuerte y grande de la especie, sino que, en numerosas ocasiones, realiza un papel subsidiario de la hembra, grande, fuerte e incluso muy agresiva. Y lo que es más: en muchas especies, yo diría que en la mayoría, aunque el macho sea grande no lo es para dominar a la hembra, sino para competir con otros machos en el momento de la procreación; para el resto del año, las hembras, con su tamaño y fortaleza, se bastan y se sobran para defenderse y sacar adelante a sus crías.
Por tanto, si los roles y funciones del tamaño o la fortaleza en los animales son diversos, ¿por qué los nuestros, seres matizables por la cultura, parecen determinados? ¿Por qué el hombre, fuerte y grande, resulta biológicamente idóneo para ciertas actividades, que históricamente han implicado dominación y poder, mientras que el cuerpo de la mujer apunta necesariamente a la exclusión de dichas actividades, y por tanto, a la subordinación? Se podría objetar a esto que ser bombero o tocar la batería son actividades inocuas, pero lo cierto es que no lo son, porque la discriminación de cualquier tipo, aunque se presuponga natural, nunca lo es. También se podría objetar la ausencia de argumentos a favor de la idea que defiendo: ¿acaso si las mujeres entrenasen mucho podrían llegar al nivel muscular de los hombres? Pues resulta que algunos estudios opinan que sí*.
En el caso del deporte, la situación es bien clara. Así, la ventaja de los hombres sobre las mujeres en actividades como el atletismo, donde la base es la acción de correr, se mantiene a lo largo de los años: milenios enteros corriendo detrás de las presas no se pueden suplir con un siglo escaso de entrenamiento. Sin embargo, otras actividades que no han estado ligadas a nuestra supervivencia como especie, arrojan otros resultados: en la natación, por ejemplo, la diferencia entre sexos no sólo es menor, sino que se ha ido reduciendo paulatinamente a lo largo del último siglo. ¿Podrían competir algún día hombres y mujeres en esta disciplina? Probablemente sí, aunque sus cuerpos seguirían presentando la misma morfología que se arguye como traba insalvable para que las mujeres agarren las baquetas.
Ergo: no parece necesario tener un cuerpo de hombre para lograr la plena igualdad, pero resulta imprescindible la creencia en que dicha igualdad es posible y la promoción de un acceso equivalente a las oportunidades de desarrollarla.
Cuando las mujeres dejemos de educarnos en la debilidad, descubriremos la inmensa fortaleza de nuestros cuerpos.
Encantada de intentarlo.
* Marvin Harris, Antropología cultural.
En demasiadas ocasiones me he topado con hombres presuntamente feministas y sobradamente bienintencionados que me han intentado convencer, con muy buenas palabras, de que una mujer no puede ser bombero o tocar la batería debido a las limitaciones “naturales” de su propio cuerpo. Y pongo el ejemplo de estos hombres porque me parece el más significativo: hordas de hombres machistas nos las encontramos todos los días; hordas de mujeres que reniegan del feminismo, también. Pero tener que escuchar cómo hombres que tienen tu respeto insisten en que para extinguir un incendio o ser el baterista de un grupo es necesario contar con una inestimable musculatura masculina, me arrebata toda la confianza en la Humanidad.
Este planteamiento cae en una sencilla falacia de generalización indebida, ya que da por hecho que todos los hombres son fuertes y todas las mujeres son débiles, cuando creo que la mayoría de las personas conocemos casos de hombres débiles corporalmente y mujeres fuertes en el mismo sentido. Todo esto sin tener en cuenta que la fuerza muscular no es lo único que se necesita para desempeñar ciertas tareas: ser bombero o tocar la batería requiere de una técnica y de unos conocimientos que no surgen espontáneamente de los músculos.
Pero a mí me gustaría ir más allá. Dando por hecho incluso que la mayoría de los hombres fueran más fuertes que la mayoría de las mujeres, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Es decir, ¿es la presunta debilidad femenina la que impide a las mujeres realizar ciertas tareas, o fue la discriminación respecto a esas tareas la que provocó que las mujeres no desarrollasen su cuerpo en el sentido de la fortaleza necesaria para llevarlas a cabo?
Si nos fijamos en el mundo animal, no siempre el macho es el fuerte y grande de la especie, sino que, en numerosas ocasiones, realiza un papel subsidiario de la hembra, grande, fuerte e incluso muy agresiva. Y lo que es más: en muchas especies, yo diría que en la mayoría, aunque el macho sea grande no lo es para dominar a la hembra, sino para competir con otros machos en el momento de la procreación; para el resto del año, las hembras, con su tamaño y fortaleza, se bastan y se sobran para defenderse y sacar adelante a sus crías.
Por tanto, si los roles y funciones del tamaño o la fortaleza en los animales son diversos, ¿por qué los nuestros, seres matizables por la cultura, parecen determinados? ¿Por qué el hombre, fuerte y grande, resulta biológicamente idóneo para ciertas actividades, que históricamente han implicado dominación y poder, mientras que el cuerpo de la mujer apunta necesariamente a la exclusión de dichas actividades, y por tanto, a la subordinación? Se podría objetar a esto que ser bombero o tocar la batería son actividades inocuas, pero lo cierto es que no lo son, porque la discriminación de cualquier tipo, aunque se presuponga natural, nunca lo es. También se podría objetar la ausencia de argumentos a favor de la idea que defiendo: ¿acaso si las mujeres entrenasen mucho podrían llegar al nivel muscular de los hombres? Pues resulta que algunos estudios opinan que sí*.
En el caso del deporte, la situación es bien clara. Así, la ventaja de los hombres sobre las mujeres en actividades como el atletismo, donde la base es la acción de correr, se mantiene a lo largo de los años: milenios enteros corriendo detrás de las presas no se pueden suplir con un siglo escaso de entrenamiento. Sin embargo, otras actividades que no han estado ligadas a nuestra supervivencia como especie, arrojan otros resultados: en la natación, por ejemplo, la diferencia entre sexos no sólo es menor, sino que se ha ido reduciendo paulatinamente a lo largo del último siglo. ¿Podrían competir algún día hombres y mujeres en esta disciplina? Probablemente sí, aunque sus cuerpos seguirían presentando la misma morfología que se arguye como traba insalvable para que las mujeres agarren las baquetas.
Ergo: no parece necesario tener un cuerpo de hombre para lograr la plena igualdad, pero resulta imprescindible la creencia en que dicha igualdad es posible y la promoción de un acceso equivalente a las oportunidades de desarrollarla.
Cuando las mujeres dejemos de educarnos en la debilidad, descubriremos la inmensa fortaleza de nuestros cuerpos.
Encantada de intentarlo.
* Marvin Harris, Antropología cultural.
11 comentarios:
hola me encanta tu forma de escribir y este post es muy diciente esto siempre sera un tema de discucion aunque hay beneficios q se obtienen por ser "mujer" yo creo q no hay nada q no podamos hacer las mujeres somos tan capaces como los hombres y se sinete bien mal cuando nos encasillan pero yo creo q apesar de todo esto ya
ha cambiado mucho
by marysol
yo lo que veo es que cada vez hay más hombres de metro sesenta y cincuenta kilos... y no por eso los mismos hombres dejan de considerarlos hombres y aptos para las tareas pesadas
Jajaja, marga, qué gran puntualización... :P
Claro que vamos avanzando, el mismo hecho de que una mujer como yo pueda escribir esto lo demuestra; aún así, queda muchíiiiiisimo por hacer... y en cuento te pones a escarbar un poquito, te das cuenta.
Si bien es cierto que la masa muscular es importante para ciertas labores, tambien podemos tomar en cuenta que el cuerpo de una mujer es mas flexible y podria realizar labores atleticas que un hombre no podria. Somos diferentes pero no por eso una mujer no puede realizar labores cosideradas "masculinas" y viceversa. Se siente bien cuando una puede hacer actividades consideradas de hombres por que te demuestra que el limite solo lo ponemos nosotras, si no hay fuerza hay ingenio!! jajaja saludines
El cuerpo hoy
es mucho más cultura
y un poco menos naturaleza...
o quizás la naturaleza se acomoda a nuestro modo de estar y hacer en el mundo.
Mucho por revisar en cuánto a los límites, más allá de las diferencias.
Ahora a veces sucede algo al revés de cuestionar los falsos límites culturales, y es que las propias mujeres critican o rechazan su redondez, su suavidad o su blandura. Y entonces la panza marcada como tabla de lavar y los glúteos de futbolista son el valor supremo.
Dejo sentando que no para mí, al menos.
Motivante post
Un placer llegar aquí
Hola encantada, tiempos sin pasar por aquí, como siempre tus entradas dan que pensar y que hablar. En esta en particular comparto lo que dice Cris, más que la discusión por la igualdad creo que la ganancia está en la diferencia. En los ejemplos que pones, bombero y baterista, creo que hombres y mujeres pueden hacerlo pero de manera distinta. Si nos vamos por el estereotipo del hombre grande y fuerte y la mujer pequeña y hábil, frente a un incendio, ambos lo pueden afrontar pero desde la posición favorable para cada uno, desde la diferencia. Es probable que el hombre por su tamaño muera atrapado bajo los escombros mientras que la mujer escape y sobreviva. Una bateria tocada por una mujer suena totalmente distinto a una bateria tocada por un hombre no creo que haya uno mejor que el otro.
saludos
Yo creo que la cuestión del físico, la musculatura, la sensibilidad, el temperamento etc, etc, etc, son solo excusas para justificar el pensamiento machista con el que desde los siglos de los siglos venimos siendo educados. Pensamiento que si bien está comenzando a considerarse caduco (por lo menos en la cultura occidental) sigue muy vigente inconscientemente, incluso en el lenguaje.
Sin duda queda muchísimo camino por andar, pero creo que el solo hecho de poder hacer ruido y plantear posturas diferentes nos abre las puertas a cambiar la situación. Tal vez demoramos bastante en hacerlo pero vamos bien.
Gran placer leerla.
Siempre tan genial.
Hartos Besos!
Hola!
Pues que gran opinión la tuya, estoy totalmente de acuerdo.
Es triste pero conozco más mujeres machistas que hombres. Por primera vez veo a una mujer que habla claro. Yo misma me he visto "discriminada" en mi trabajo al principio sólo, trabajo en un chiringuito de la playa con las hamacas, qué risas al principio de todos, pero me gané enseguida el respeto de los chicos cuando vieron que podia hacer el trabajo incluso mejor que ellos. No digo que las cosas no vayan cambiando, pero en un principio siempre se nos pone en duda según que cosas y no es justo. Gracias por tu blog!
Pasate por el mío algún dia:
http://tribadasonline.blogspot.com
¡Muchas gracias, chicas!
Me gusta la idea de que, desde la diferencia, se puede llegar a hacer lo mismo. O mejor, se puede llegar a hacer lo mismo de manera diferente, enriqueciéndolo.
El problema es que, desde el momento en que hay alguna diferencia, la discriminación se cuela, hay dos maneras de hacer lo mismo, pero una es mejor y la otra peor, etc.
Es lo que ocurre en la actualidad, por eso, una no termina de decidir nunca si defender lo igual, lo diferente, lo igual pero diferente, lo equivalente...
Con la tristeza de que, en realidad, no importa; el problema es la discriminación.
No podría estar mas de acuerdo.
Ahora bien, existen muchas tareas para las cuales ni siquiera se necesita demasiado musculo, pero que son sucias, humillantes y mal pagas. Las realizan exclusivamente varones.
Pero obviamente los varones no tenemos glamour mediatico, ni tenemos derechos. Es mas: ni siquiera parece que seamos un genero.
Asi que si estás encantada de intentarlo, adelante: puedes hombrear bolsas de basura, limpiar cloacas, subirte a peligrosos andamios que montan empresarios inescrupulosos (ten la bondad de examinar la estadistica de muertos y/o incapacitados laborales y compara varones con mujeres) o ve al frente de guerra y enfrenta el stress postraumatico.
De esas cosas nadie habla, porque los varones no somos seres humanos. Estamos hechos para aguantar, y lamentablemente hay hordas de cerebros lavados que extraen de ellos vaya a saberse que estupido orgullo.
Saludos.
Cuando te repases la historia de las mujeres, hablamos.
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