Pensando sobre la maravillosa idea de vivir fuera del armario en todos los ámbitos de mi vida, especialmente en el trabajo aunque también en la vida cotidiana, se me han ocurrido muchas preguntas (y pocas respuestas) sobre tres términos que, según he escuchado, son la clave para lograrlo: naturalidad, visibilidad, militancia.
El primero lo he escuchado de boca de personas que parecen vivir su homosexualidad como un plácido camino de curiosos malentendidos y explicaciones condescendientes. Cuando se les pregunta cómo han sido capaces de salir del armario en tantos ámbitos y cosechar resultados tan decididamente positivos, suelen responder: “Con mucha naturalidad”, como si fuera nuestra falta de naturalidad lo que crease los problemas. Y no digo que muchas veces no lo sea; porque al fin y al cabo, naturalidad, lo que se decide naturalidad, es un término que no termino de saber lo que significa.
Cuando intento aplicármelo a mi vida, no puedo sino imaginarme una conversación cualquiera en mi trabajo. “¿Qué tal el fin de semana?”. “Bien. ¿Y el tuyo?”. Esta es mi respuesta tipo, que zanja la incómoda circunstancia de un plumazo y ha conseguido que casi ningún compañero me pregunte ya por lo que hago cuando salgo. Así que, pensando en la fórmula mágica, yo intento reconvertirme en un dechado de naturalidad y responder: “Bien, estuve con mi novia en el cine. ¿Y tú?”. Pero por más que me esfuerzo por ver la parte natural del asunto, a mí me parece una respuesta más que violenta. ¿No es necesaria una introducción a priori, no sé, algo para no soltar el bofetón tan de repente? ¿O realmente eso es naturalidad, una cualidad que perdí quién sabe cuándo y que por eso ya no puedo aparentar? Tal vez en algún momento de mi proceso tales dudas me parezcan atrasadas, pero ahora mismo la sola idea de pronunciar la palabra "novia" en el trabajo me provoca una intensa sensación de pérdida de la conciencia y el equilibrio. Vamos, un patatús en toda regla.
Sobre la visibilidad, creo que atisbo a entender lo que significa desde el punto de vista teórico, pero en la práctica me hago tanto lío como con lo anterior. Claro, yo comprendo que la gente que me rodea llegará a ver natural un comentario del tipo “Este fin de semana estuve con mi novia en el cine” una vez que yo me visibilice como lesbiana, es decir, una vez que descubran que las lesbianas no sólo existimos, sino que trabajamos a su lado, que tenemos novias y que vamos al cine con ellas los fines de semana (no todos, pero alguno cae). Y para lograr eso sólo es necesario algún tipo de presentación del asuntillo, un pequeño comentario que se cuela por cualquier resquicio de cualquier conversación, esas palabras que te sacan del armario y ¡zas! ya eres visible, y al poco, hasta te puedes expresar con naturalidad.
La pregunta es: ¿hasta dónde la visibilidad y desde dónde la intimidad? Porque hablar de tu pareja no es lo mismo si esta es del mismo sexo que si no lo es. Querríamos creer que no es así, pero lo cierto es que, para los heteros, hacer un comentario como “Fui al cine con mi mujer” no muestra nada íntimo. Porque se da por hecho que un hombre hetero tiene mujer y una mujer hetero tiene hombre (o coche, o se va de vacaciones a Gandía, o tiene tres hijos), pero nadie da por hecho que las lesbianas y los gays existimos, que trabajamos en cualquier lugar y que también nos gusta expresarnos. Y sí, ya sé, la visibilidad sirve precisamente para romper con esa idea, con esa conducta, con ese hábito falaz, doloroso y excluyente. Pero, ¿qué pasa si yo no quiero ser visible con la petarda (o el petardo) de turno, los mismos con los que no he compartido ningún comentario sobre mi visión del mundo, o mis ideas políticas, o lo que siento ante los problemas que surgen en el trabajo, ni siquiera un chiste, una broma, ni nada más que los buenos días y lo estrictamente necesario, si no quiero tener intimidad con ellos, y por lo tanto, no quiero hablarles de mi orientación sexual? ¿Estoy de alguna manera obligada a ser visible, porque visible se es o no se es y si se escoge, es que algo está fallando, porque una tiene que ser visible 7/24 y si se calla delante de unos y no de otros es que oh-dios-mío ya estamos otra vez en el armario?
Y así llegamos al tercer término, el de militancia. Este no aporta la alegría de “naturalidad”, ni la liberación de “visibilidad”, y encima te carga con la culpa de que, en cierta manera, resulta un deber moral. Pero sus razones tiene. Es decir: yo muchas veces he pensando sobre el hecho de que disfruto de una tolerancia social y una protección legal en las que apenas he contribuido, una tolerancia y una protección por las que otros pelearon, para ellos y también para mí, cuando la situación social y legal era muchísimo peor de lo que es ahora, y que por eso, estoy obligada a seguir luchando, a hacer mi parte para que lo que a todas luces está mal mejore, poner mi granito de arena para conseguir que los que todavía no disfrutan de la mínima parte de lo que tengo yo lo hagan cuanto antes. Y todo esto se ve muy claro cuando te encuentras rodeada de lesbianas y gays, cuando vas a reuniones en las que te inflamas de orgullo, cuando asistes a concentraciones y vitoreas sobre tu dignidad, cuando comentas con tu pareja y tus amigos lo cerca que está ese mundo mejor.
Pero cuando te planteas la posibilidad de que te miren mal por los pasillos, de que cuchicheen a tus espaldas, de que te hagan el vacío, de que la confianza se rompa, de que te insulten e infravaloren, de que te cuestionen como persona debido a tu orientación sexual, cuando piensas en que el dolor que ya conoces se extienda y crezca, que pase de lo íntimo a lo público, que se escape más aún de lo que ya se escapa de tus manos, cuando dejas de sentir el calor de tu comunidad y te encuentras sola ante el pequeño gran drama de tu vida, entonces no queda militancia, ni orgullo, ni dignidad, ni nada. Sólo un fuerte instinto de supervivencia que te hace callar, apretar los dientes y tragar.
Tengo la esperanza más absoluta de que todas estas preguntas se resolverán con el tiempo, y algún día las recordaré con nostalgia y entenderé que todo se resumía a una sola cosa: el miedo. Pero mientras tanto, pienso y pienso en la manera de manejar mi vida y estar fuera del armario, y siento que apenas recuerdo dónde queda la puerta de salida.
No todo es tan fácil como proclaman, aunque entiendo que deban proclamarlo.
Encantada (on the road).
El primero lo he escuchado de boca de personas que parecen vivir su homosexualidad como un plácido camino de curiosos malentendidos y explicaciones condescendientes. Cuando se les pregunta cómo han sido capaces de salir del armario en tantos ámbitos y cosechar resultados tan decididamente positivos, suelen responder: “Con mucha naturalidad”, como si fuera nuestra falta de naturalidad lo que crease los problemas. Y no digo que muchas veces no lo sea; porque al fin y al cabo, naturalidad, lo que se decide naturalidad, es un término que no termino de saber lo que significa.
Cuando intento aplicármelo a mi vida, no puedo sino imaginarme una conversación cualquiera en mi trabajo. “¿Qué tal el fin de semana?”. “Bien. ¿Y el tuyo?”. Esta es mi respuesta tipo, que zanja la incómoda circunstancia de un plumazo y ha conseguido que casi ningún compañero me pregunte ya por lo que hago cuando salgo. Así que, pensando en la fórmula mágica, yo intento reconvertirme en un dechado de naturalidad y responder: “Bien, estuve con mi novia en el cine. ¿Y tú?”. Pero por más que me esfuerzo por ver la parte natural del asunto, a mí me parece una respuesta más que violenta. ¿No es necesaria una introducción a priori, no sé, algo para no soltar el bofetón tan de repente? ¿O realmente eso es naturalidad, una cualidad que perdí quién sabe cuándo y que por eso ya no puedo aparentar? Tal vez en algún momento de mi proceso tales dudas me parezcan atrasadas, pero ahora mismo la sola idea de pronunciar la palabra "novia" en el trabajo me provoca una intensa sensación de pérdida de la conciencia y el equilibrio. Vamos, un patatús en toda regla.
Sobre la visibilidad, creo que atisbo a entender lo que significa desde el punto de vista teórico, pero en la práctica me hago tanto lío como con lo anterior. Claro, yo comprendo que la gente que me rodea llegará a ver natural un comentario del tipo “Este fin de semana estuve con mi novia en el cine” una vez que yo me visibilice como lesbiana, es decir, una vez que descubran que las lesbianas no sólo existimos, sino que trabajamos a su lado, que tenemos novias y que vamos al cine con ellas los fines de semana (no todos, pero alguno cae). Y para lograr eso sólo es necesario algún tipo de presentación del asuntillo, un pequeño comentario que se cuela por cualquier resquicio de cualquier conversación, esas palabras que te sacan del armario y ¡zas! ya eres visible, y al poco, hasta te puedes expresar con naturalidad.
La pregunta es: ¿hasta dónde la visibilidad y desde dónde la intimidad? Porque hablar de tu pareja no es lo mismo si esta es del mismo sexo que si no lo es. Querríamos creer que no es así, pero lo cierto es que, para los heteros, hacer un comentario como “Fui al cine con mi mujer” no muestra nada íntimo. Porque se da por hecho que un hombre hetero tiene mujer y una mujer hetero tiene hombre (o coche, o se va de vacaciones a Gandía, o tiene tres hijos), pero nadie da por hecho que las lesbianas y los gays existimos, que trabajamos en cualquier lugar y que también nos gusta expresarnos. Y sí, ya sé, la visibilidad sirve precisamente para romper con esa idea, con esa conducta, con ese hábito falaz, doloroso y excluyente. Pero, ¿qué pasa si yo no quiero ser visible con la petarda (o el petardo) de turno, los mismos con los que no he compartido ningún comentario sobre mi visión del mundo, o mis ideas políticas, o lo que siento ante los problemas que surgen en el trabajo, ni siquiera un chiste, una broma, ni nada más que los buenos días y lo estrictamente necesario, si no quiero tener intimidad con ellos, y por lo tanto, no quiero hablarles de mi orientación sexual? ¿Estoy de alguna manera obligada a ser visible, porque visible se es o no se es y si se escoge, es que algo está fallando, porque una tiene que ser visible 7/24 y si se calla delante de unos y no de otros es que oh-dios-mío ya estamos otra vez en el armario?
Y así llegamos al tercer término, el de militancia. Este no aporta la alegría de “naturalidad”, ni la liberación de “visibilidad”, y encima te carga con la culpa de que, en cierta manera, resulta un deber moral. Pero sus razones tiene. Es decir: yo muchas veces he pensando sobre el hecho de que disfruto de una tolerancia social y una protección legal en las que apenas he contribuido, una tolerancia y una protección por las que otros pelearon, para ellos y también para mí, cuando la situación social y legal era muchísimo peor de lo que es ahora, y que por eso, estoy obligada a seguir luchando, a hacer mi parte para que lo que a todas luces está mal mejore, poner mi granito de arena para conseguir que los que todavía no disfrutan de la mínima parte de lo que tengo yo lo hagan cuanto antes. Y todo esto se ve muy claro cuando te encuentras rodeada de lesbianas y gays, cuando vas a reuniones en las que te inflamas de orgullo, cuando asistes a concentraciones y vitoreas sobre tu dignidad, cuando comentas con tu pareja y tus amigos lo cerca que está ese mundo mejor.
Pero cuando te planteas la posibilidad de que te miren mal por los pasillos, de que cuchicheen a tus espaldas, de que te hagan el vacío, de que la confianza se rompa, de que te insulten e infravaloren, de que te cuestionen como persona debido a tu orientación sexual, cuando piensas en que el dolor que ya conoces se extienda y crezca, que pase de lo íntimo a lo público, que se escape más aún de lo que ya se escapa de tus manos, cuando dejas de sentir el calor de tu comunidad y te encuentras sola ante el pequeño gran drama de tu vida, entonces no queda militancia, ni orgullo, ni dignidad, ni nada. Sólo un fuerte instinto de supervivencia que te hace callar, apretar los dientes y tragar.
Tengo la esperanza más absoluta de que todas estas preguntas se resolverán con el tiempo, y algún día las recordaré con nostalgia y entenderé que todo se resumía a una sola cosa: el miedo. Pero mientras tanto, pienso y pienso en la manera de manejar mi vida y estar fuera del armario, y siento que apenas recuerdo dónde queda la puerta de salida.
No todo es tan fácil como proclaman, aunque entiendo que deban proclamarlo.
Encantada (on the road).
17 comentarios:
uf! intento responder algunas de tus preguntas en mi blog
seguís haciéndome pensar :)
salu2!
Hola encantada, para mí la visibilidad es una lucha constante. Tras diez años al lado de mi pareja sigo siendo muy cobarde a la hora de afrontar con naturalidad los retos que suponen ser cada dia más visible. Y es tanto, que he ido desarrollando episodios de ansiedad que me están acarreando problemas de salud y esto, si que ya no lo quiero ni debo soportar y tengo que empezar una lucha, pero sigo sin saber cómo ni por donde empezar.
Ya sea por mi personalidad, o por mi profesión ( soy maestra), o yo que sé.. el hecho de ser visible me cuesta mucho, por miedo. Como tu expresas en tu blog, es este miedo al rechazo, a la mala aceptación, a los comentarios,.. lo que me bloquea y no me deja hablar de mi vida a quienes no creo que deban conocer lo más intimo de mí. Pero claro, en este caso,no encajo en la dinámica social y eso, a vista de los demás, supone que me consideren la chica "rarita" de la que nadie conoce lo más mínimo de su vida y esto me hace sentir mal, porque casi siempre tengo que salirme de las conversaciones para no ser objeto de preguntas indeseadas e incómodas.
Admiro mucho a las valientes, de verdad, no sé cómo lo hacen y espero que nos aporten sus ideas tal y como lo ha hecho Marga en su Blog ( gracias Marga) para ayudarnos a las que lo estamos pasando mal por este motivo.
Supongo que nos debemos apoyar todas y entre nosotras encontrar los modos de superar los miedos. Yo me he crecido con los años y soy mas valiente,pero todavía me queda mucho que superar, sobre todo en mi entorno laboral.
Un beso para tí encantada, soy una gran lectora de tu blog.
He pasado varias veces por aquí.... y siempre me he ido pensando, lo que no es malo, por supuesto... Tu reflexión de hoy no es la excepción.
Lamentablemente "padezco" algunos de tus miedos y comparto muchas de tus sensaciones.
Te seguiré leyendo.
Un abrazo
J.
Me parece un muy buen post, muy verdadero y que lleva a pensar.
Para mí, naturalidad es no plantearme nada que implique esfuerzo. Si me preguntan que hice el fin de semana digo lo que me salga, según la persona en cuestión, por ejemplo "pasé el fin de semana con fulana, fuimos al cine, al río, etc" o "lo pasé lindo" del mismo modo que me da de contarle a un compañero sobre las travesuras de mis gatos o los vecinos de ariba que usan el taladro el día sábado a las 7 de la mañana. Y a otro de mis compañeros no me dan ganas de comentarle nada. Naturalidad para mí es hacer lo que siento en ese momento.
He sufrido consecuencias por homosexual en varios trabajos, no me arrepiento en absoluto de haberme mostrado tal cual soy. Pero hoy mirando hacia atrás, me digo que algunas situaciones de agresión, pérdida de un proyecto en el que había puesto muchísimo de mí, encontrarme sin plata y sin poder pagar un alquiler, o con la heladera vacía, no valió la pena.Pero tampoco me hubiese dado para andar ocultándome, si tuve que irme de ese lugar, evidentemente ese lugar no era para mí, o yo no era para estar en ese sitio. Exponerse para que a una le corten la cabeza, a veces es falta de inteligencia. Pero eso lo puedo ver en el tiempo, nunca en su momento. Será por mi personalidad, qué sé yo. Siento que nadie está obligado a hablar de lo que no quiere, siempre que este silencio no le cause incomodidad interna. Y ahí es donde vuelvo siempre al tema de la propia aceptación, de estar bien con una misma, de amarse y valorarse, de trabajar con una, y no con el afuera.
En definitiva, una es diferente con cierta gente, porque no le interesa interactuar ni hacer una relación profunda, y eso no tiene nada de malo. Por qué forzarse a algo que no se siente?
Eso sí, cuando siento un comentario en contra de la homosexualidad, no puedo dejar de "saltar" instantáneamente en mi defensa, y ahí me importa muy poco quien sea, ante la agresión, no puedo callarme. Si lo hiciera, me sentiría muy mal conmigo misma. Y en realidad ni lo pienso, es normal que una se defienda cuando es atacada.
Por lo demás, creo que la militancia es necesaria, y es algo personal, en cada una, no se es mejor o peor por elegir militar en alguna causa. Y son muchas las causas en las que una va militando a lo largo de la vida. En lo personal , milito por la igualdad de derechos humanos, sean los que sean, milito por una humanidad más humana, y siento que eso engloba muchas cosas. Una forma de militancia que sin darme cuenta he ido desarrollando, fue en la docencia, muchos años, con niños adolescentes y adultos. Venían a estudiar teatro conmigo, pero sin darme cuenta fui trabajando con amor y sin pelearme, con sus prejuicios y sus racismos. Y sin darme cuenta fui teniendo respuestas muy hermosas de gente que cambió, porque vio lo que antes no veía. Educar, también es una forma de militancia.
Un día le dije a un alumno que había dicho que a las lesbianas había que matarlas a todas "matame a mí, Guillermo, porque yo soy lesbiana" Y el tipo (de unos 50 años) se puso a llorar pidiéndome perdón, y diciendo que nunca en su vida había conocido a una lesbiana. Me decía que me quería mucho, que nunca hubiese pensado que yo era lesbiana, bla bla bla bla...y al final aceptó que puede haber conocido muchas, muchas incluso muy queridas para él, pero no lo sabía.
Fue una lección para él, pero también para mí.
Todo es diferente para cada persona, lo que a una le puede resultar natural, para otra puede ser algo forzado, y para una tercera persona puede significar un momento de estress y suma incomodidad. entonces, yo diría que no hay reglas, que el tema es estar bien, que el tema es hacer lo que nos haga sentir bien.
En lo personal, hay gente precisa con la que estoy dentro del armario, y no por miedo o por evitar consecuencias, sencillamente porque es gente que no me interesa en absoluto vibrando cerca mío, y no les comento absolutamente nada de nada. También me sucede con los que se la pasan hablando del tema de mi homosexualidad, con morbo, cuchicheando, de forma estúpida, con esos me divierto mucho. Y si alguno alguna vez me dice algo al respecto, yo les enrostro que ya sé que lo saben, que se la pasan hablando de eso como si no tuviesen vida propia, y que si me hubiesen preguntado yo les habría contestado directamente.
Un placer leerte, un abrazo, hasta pronto.
A veces el armario tiene las puertas entreabiertas para algunas de nosotras y podemos salir de él cuando no vemos moros en la costa y volver corriendo cuando caen las bombas de la posible intolerancia.
¿Quién es tan bravo como para enfrentar a la discriminación así sin casco, sin protegerse un poquito?
Naturalidad: qué difícil eso de hablar abiertamente y con cualquiera de nuesta orientación, casi como si nada.
Yo elijo a las personas que creo son abiertas de mente.
No me presento en todos lados como "lesbiana" porque soy mucho más que eso, pero me gustaría que se me note un poco más.
Visibilidad: a veces sí, a veces no. A veces no se siente una muy cómoda en ciertos ambientes y sí en otros...eso no está mal, creo.
Militancia: no soy militante feminista, pero sí voy a las marchas del Orgullo.
A mi también me haces pensar mucho.
Saludos,
Pao
La naturalidad, sí, se refiere a loq ue dices, de no hacer un a montaña el tener que decirlo, darle la mínima importancia posible para que los demás no sientan el (ohhhh está con una mujer!). Si la salida la adornamos como un notición, como algo "grave", los demás lo perciben así. Evidentemente, ser tan natural como de repente, "he estado con mi novia" es incómodo para ambas partes. A mí lo que me ha funcionado, que los (y nos) prepara un poco -nada, unos segundos- es decir: he estado con mi pareja. Como no saben anda, te preguntan si tienes pareja, y a aprtir de ahí, es más fácil decir su nombre o que es una mujer. Si no preguntan? Ya saben una parte y para la próxima no será tan violento. A mí me pasó hace poco cuando una compañera de mi trabajo la nombró y mi jefa que no sabía nada pregunto: quién es tal? Me salió decir "mi compañera". No es tan a saco, pero tampoco es mentir vilmente diciendo una amiga, ni el manido "mi pareja" para evitar salir. Bueno no sé, es complicado. Y respecto a los compañeros de trabajo con los que no compartes NINGUNA intimidad, no creo necesario tener que decirlo, porque si fueras hetero tampoco les dirías si tienes marido o no, verdad? salir del armario no significa decírselo a todo el mundo, si no deseamos tener uan relación más allá con esas personas
lo dejo que me está quedando muy largo!
un saludo
No sé qué edad tienes, pero también hay que tener en cuenta un tema generacional.
Creo que no es lo mismo a cualquier edad.
Por lo demás, me pareció muy bueno lo escrito.
Gracias.
Muchas gracias por vuestros comentarios, me alegro de que podamos pensar todas juntas, así siempre seremos más listas que una sola. Sigo reflexionando sobre estas palabras, pero las vuestras me han abierto la mente un poco más.
Por cierto, tengo 26, lo cual no sé si me encuadra en la generación de las valientes, de las inexpertas, de las patosas, de las miedicas, de las abiertas... un poco de todo, supongo, y según el día :)
dificil responder a tus dudas!!! pero al leer la 1ª me has hecho recordar una frase cuyo autor no recuerdo, que dice algo así como "la naturalidad es solo otra más de todas las poses. y de hecho, es la más cargante." Estoy totalmente de acuerdo, ¿por qué ser natural cuando en el entorno en el que nos movemos no nos reconocen como tales?
visibilidad... en esto siempre q lo tengo super claro: absolutamente sí pase lo que pase. aunque te ganes una ostia. esta es mi cara y así soy yo. si no te gusta, no mires.
militancia... hoy en dia no creo en ningun partido politico. de hecho nunca he creido. ni en ningún sindicato ni asociacion ni grupo, por pequeño que sea. a la que se generaliza un poco la cosa se jode. para una buena militancia, sé visible en tu plano privado sobre todo.
es solo mi punto de vista.
besitos!
Me gustó el post. Y comparto algunas de las ideas.
Pensaba, por ejemplo, que muchos de los "logros políticos" también quedan frenados por la imposibilidad "de hecho" de la visibilidad.
En Buenos Aires existe la Unión Civil para parejas del mismo sexo. No es legalmente un matrimonio, pero acredita el vínculo de alguna manera y protege otorgando algunos derechos. Pero quienes se hayan unido civilmente van a poder ofrecer su seguro social a su pareja siempre que tenga un trabajo que le permita la visibilidad. En muchos lugares, aún antes de pisar la oficina de personal para extender el beneficio a una pareja del mismo sexo... ya estás recibiendo el telegrama de despido. Aunque luego se venga la noche y la denuncia al INADI.
También he respndido alguna vez que manejaba la visibilidad de mis relaciones lésbicas " con naturalidad". Pero cada vez que usé esa expresión, que después de leerte ya me suena francamnete idiota, me refería a no atajarme o cuestionarme yo de antemano por mis elecciones. De ir con mi pareja donde quisiera o necesitar ir y, cada vez que me lo hubieron preguntado directamnete, contestar que la mujer que estaba a mi lado era mi pareja.
Es cierto también que el hecho de dormir o no con alguien pertenece a la más celosa intimidad. Probablemente una mujer que esté sosteniendo una "relación informal" con algún varón, no especificará dónde ni con quién pasó el fin de semana. Cualquier otra situación que de el olorcillo de "marginalidad" entra en la misma categoría. Pero descarto y confirmo que tener a una mujer por pareja -y eso que estamos sacadas de "la Familia Ingalls" /"La casita de la pradera"- a veces es complicado de declarar.
un beso
Muchas gracias por escribirme, la verdad es que me habéis dado un montón de ideas, dispersas pero muy interesantes. Cada una de vuestras visiones me ayuda a conformar la mía, y sobre todo, me hace sentir acompañada en este camino. ¡Un beso para todas!
hola....me senti algo identificada con lo que escribiste......
la verdad es que hasta ahora estoy aceptando lo que me esta pasando..¡¡¡huy me costo decir eso.....
en fin.....
tengo miedito y no me gusta estar asi.......la verdad es que desde que era niña siempre supe que algo no anda bien porque cuando veia una pareja besandose no sabia de que lado queria estar.....y no habia caido en cuenta de eso..jejej muy naif.......
si tienes un consejito por ahi no me caeria mal........jejeje
Bueno, creo que todas pasamos por momentos parecidos, hay que darle tiempo al tiempo y tener siempre presente que algo en nuestro interior tiene que acabar encajando.
De todas formas, no hay recetas, cada una debe andar su camino, ¡y yo todavía estoy en él! ;)
a ver, algo que me resulta curioso y con ánimos de hacer un aporte: cuando empecé a salir con mi chica (mi primera chica y de esto ya hace... casi quince años, pardiez! :-) no podía entender que no pudiera tocarla en la calle (les escribo desde santa fe, argentina). Después de haber tenido parejas hetero me había acostumbrado a andar de la manito por todos lados y me parecía tan tan injusto y... y... resulta que había todo un mundo nuevo de conexión, de miradas, de roces mínimos, de contactos al compartir un vaso, un objeto, de pequeñísimos y sutiles detalles que vaya vaya vaya, cómo disfruto (aún hoy). Me pone muy contradictoria este tema, pero esta especie de vida pseudo clandestina me abrió a un mundo de una nueva intimidad, que me resulta magnética, apasionante y... natural. Me encantaría tener el mismo derecho que los demás a la indiferencia, obvio, pero tampoco creo que haya una única manera de conectar, de hecho estoy segura ahora que prefiero la privacidad. Y las mayorías serán posiblemente siempre mayorías (y sabemos cómo son las mayorías de cualquier cosa), por más conquistas sociales que hagamos, algo que quizás tengamos también que tener en cuenta cuando pensamos en los términos de este post. Gracias a todas, un fuerte abrazo
Gracias por tu aportación, la verdad es que mi experiencia es parecida.
Cuando empecé a salir con mi novia, también había tenido relaciones hetero y estaba acostumbrada a ir de la mano y esas cosas; de manera que, al principio, con mi novia hacía igual.
Luego me fui dando cuenta de la diferencia, me dolía enfrentarme a los insultos y las miradas sólo por darle la mano, así que a veces lo hacía con miedo, otras con odio, en ocasiones deseaba hacerlo y no me atrevía...
Ahora que vivo con ella ya no lo necesito, y cuando lo hago, es de manera natural. A veces lo hago, a veces no, pero no me importa, porque suelo hacerlo siempre que quiero y sólo porque quiero. Y como tú dices: hay mucho más.
De todas formas, creo que hay que seguir luchando por la igualdad; hemos encontrado ese "otro mundo" porque no existe, pero creo que viviríamos mejor si existiera.
Hola Encantada,
Te felicito por este post, me parece de los mas sinceros y salidos del corazon que he leido.
Animo.
Saludos
¡Muchas gracias por tu comentario! La verdad es que intenté ser sincera aun a riesgo de resultar políticamente incorrecta, así que me resulta muy reconfortante que se me valore como tú lo has hecho :)
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