jueves, 14 de agosto de 2008

En ruta

Hace poco leí en una revista que unos investigadores que estaban estudiando la manera en que los animales establecen sus comportamientos de grupo y decidieron comprobar si ciertos mecanismos se podrían reproducir en humanos. Para ello, hicieron un experimento del que se pueden sacar conclusiones muy interesantes.

Los investigadores habían descubierto que los animales que convivían en grupo eran capaces de tomar decisiones homogéneas sin comunicarse entre ellos, como cuando una manada cambia de rumbo en una estampida o cuando las bandadas de pájaros hacen sus viajes migratorios. Para comprobar si los humanos podíamos hacer lo mismo, pusieron a doscientas personas a deambular por un vestíbulo, con la única condición de que no se separasen de la persona más próxima más allá de un brazo de distancia. Sólo diez de las doscientas personas participantes habían recibido instrucciones sobre la dirección del recorrido, y en sólo quince minutos todo el grupo adoptó la misma dirección, organizándose sin ninguna comunicación y sin sugerencias previas acerca de la necesidad de actuar como los demás.

Después de explicar el experimento, el autor del artículo animaba a sus lectores a creer que un pequeño cambio en el comportamiento de muy pocas personas podía generar un gran cambio en toda la sociedad.

La verdad es que esta lectura me animó bastante, y me resulta muy inspiradora para esos momentos en los que pienso que si yo no hiciera nada de lo poco que hago para que este mundo sea un pelín mejor, nadie lo notaría, y por lo tanto, mi hacer o mi no hacer dan exactamente igual. Porque la realidad, como acostumbra, es paradójica: mi comportamiento no importa demasiado, pero forma parte del comportamiento colectivo que hace que todo cambie, y con un poco de suerte, para bien.

Encantada de seguir ahí.

5 comentarios:

Mireia dijo...

No sé, no se comunicaban entre ellas pero altener la instruccion de seguir al de al lado... era obvio que feuran en la misma direccion no?

Anónimo dijo...

ufffff. ES bonito sí. Pero hacer cosas cuando todo el mundo va hacia otro lado aún sin saberlo es muy complicado. Siempre nadar contracorriente agota. Esperemos que sirva para algo

encantada dijo...

No tenían que seguir al de al lado, tenían que mantenerse siempre cerca de alguien, del que fuera, y había muchas más posibilidades de acabar al lado de alguien que estaba tan perdido como tú que de seguir al que conocía el camino.

Sí que agota, pero al menos hay que intentarlo, ¿no? :)

Manon Kuzmin dijo...

Muy interesante. En ámbitos pequeños como una oficina, grupo de trabajo, etc, creo que se nota y mucho la influencia de un comportamiento individual. En mayor escala se diluye pero ¡cuántos cambios se podrían originar si cada una de esas células comenzara a moverse!

encantada dijo...

Estoy de acuerdo, en grupos pequeños se ve más, pero si cada una lográsemos un pequeño cambio en la gente que nos rodea, juntas lograríamos un gran cambio en mucha gente.

Creo que la clave está en hacer ese cambio y confiar en que otras personas en otras partes también lo están haciendo como lo haces tú.

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