Hablando sobre las últimas declaraciones del ministro de educación acerca del toreo como bien cultural, una compañera de trabajo comentaba esta mañana que el argumento de que sin toreros no habría toros le había resultado bastante esclarecedor. Yo no le he contestado porque no me apetecía engancharme; pero, sinceramente, opino que ese argumento es de lo más tonto que hay.
¿Cómo pueden defender algunos que la explotación animal contribuye a la supervivencia de la misma especie a la que explota? ¿Es que acaso sin seres humanos no habría animales? ¿Contribuimos siquiera los humanos al mantenimiento de una biodiversidad que merezca mínimamente ese nombre? Y, sobre todo, ¿los ornitorriconcos siguen existiendo porque los asesinamos lentamente hiriéndolos con objetos punzantes mientras el público jalea y saca pañuelos blancos?
Si no explotásemos animales como los toros, las vacas, los cerdos o los pollos, no habría tantos. Afortunadamente. Porque la sobreabundancia de estos animales constituye un grave atentado contra el medio ambiente y la salud de otras especies, incluida la nuestra; además de resultar, como mínimo, éticamente cuestionable.
Pero los toros, las vacas, los cerdos o los pollos no desaparecerían como especie. O, al menos, no estarían más en peligro de extinción de lo que lo están muchas otras especies, la mayoría de ellas por nuestra causa. Con la protección necesaria, podrían sobrevivir en la Naturaleza, en grupos más o menos pequeños, respetando un equilibrio que nos beneficia a todos.
Es verdad que los ganaderos no invertirían el dinero que ahora invierten en su conservación; pero tampoco creo que lo estén invirtiendo actualmente en la conservación de los ornitorrincos. Por suerte, no es gracias a su dinero o a su interés por lo que se respeta el medio ambiente o se trabaja por proteger la biodiversidad. Existe un mundo más allá de la ganadería, la explotación o el asesinato; y somos muchas las personas que estamos orgullosas de crearlo cada día, de defenderlo y sostenerlo.
Lo que más me aterra es que las personas tendamos a asumir estos argumentos sin pasarlos lo más mínimo por el tamiz de la razón. Al fin y al cabo, ¿qué va a decir un ganadero? ¿Que torear está mal? ¿Qué va a decir un torero? ¿Que su trabajo se parece bastante al de un asesino en serie? Y aun así, algunos incluso lo admiten. Por fortuna, existen personas que son capaces de darse cuenta de que lo que hacían estaba mal.
Porque hay cosas que están mal. Que no deben hacerse. Ni en nombre de un derecho ni de nada.
Encantada de ser antitaurina... y vegetariana.
4 comentarios:
Encantada de leer lo que has escrito. Yo añadiría antitaurinos/as; nada me aterra más que "aquellos" que disfrutan con el dolor ajeno y para colmo lo justifican en algo llamado tradición.
Ana
Vienen tiempos difíciles en términos de respeto al medio ambiente y a la vida de los animales no humanos en general cuando se trate de sacar de ellos un beneficio económico con algo que entretiene a algunos bárbaros. Por ello creo que necesitamos, los que pensamos de otra manera, estar muy firmes pero muy serenos...
Una buena noticia: en México se está discutiendo si deja de haber corridas de toros en la plaza de la capital... igual y hasta se gana ese frente!
besos
No me gustan las corridas de toros, pero me gusta la carne, incluida la de estos pacíficos bóvidos.
Me gustaría pensar que, una vez desaparecida la lidia taurina, vamos a garantizar la vida y muerte sin sufrimiento de los animales que nos comemos.
De lo contrario, no estamos haciendo nada bueno tampoco.
Encantada de ser, como tú, antitaurina, ex vegetariana y probablemente futura vegetariana. Y estoy de acuerdo con todo lo que dices en este post. Un beso.
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