Cuenta el pueblo fon que, al principio de los tiempos, una gran serpiente cósmica surcaba el inmenso espacio. En su boca portaba dos dioses primigenios, que iban llenando la Tierra de todo lo que se les antojaba: montañas, árboles, valles, elefantes... Hasta que, un buen día, comprendieron que la habían llenado demasiado, y que la Tierra corría el peligro de hundirse por el peso. Entonces, pidieron a la gran serpiente que se colocara bajo la Tierra para sujetarla y así evitar una catástrofe. La serpiente accedió a hacerlo y, gracias a ella, la Tierra se sostiene. Sin embargo, con el paso de los eones, el cuerpo de la serpiente se resiente, dolorido, y el gran animal se ve obligado a moverse para cambiar de postura. Cuando esto ocurre, se producen grandes temblores en la Tierra: los mismos que los seres humanos hemos decidido llamar terremotos.
Hoy he recordado este relato y, de pronto, he comprendido.
Mi otoño se llena de terremotos. Todos los aspectos de mi vida están siendo sacudidos, uno detrás de otro, o incluso varios a la vez. La tierra bajo mis pies tiembla, tiembla constantemente; pero hasta hoy no había pensado en la serpiente.
Esa serpiente que me sostiene, que sostiene el peso de mi vida, un peso excesivo que la incomoda, que lacera su piel escamosa por muchos lugares, que la obliga a moverse para cambiar de posición. Esa serpiente que dice: "¡Basta!", que grita: "¡Quítame de ahí esos elefantes! ¡Muéveme un poco esas montañas!".
Pero también la serpiente creadora que, harta de ver siempre los mismos paisajes, de sentir el mismo peso concentrado en el mismo punto, desea el terremoto que dará origen a nuevos valles, donde crezcan nuevos árboles, donde corran nuevos ríos y surjan cientos de animales. Esa serpiente que quiere montañas nuevas, jóvenes, escarpadas, repletas de nieve en la cumbre y en la falda de intrépidos humanos deseosos de escalarlas.
Esa serpiente cósmica que, pudiendo surcar libremente el espacio, ha decidido quedarse bajo la tierra para sujetarla.
Definitivamente, hoy he entendido todo.
Encantada.
4 comentarios:
Mmh. El cuento es muy hermoso, nunca lo había escuchado. Este otoño también está siendo... cambiante para mí. La serpiente está en movimiento, parece.
¡Encantada de ver que publicas de nuevo! :D
Las culturas antiguas cargadas de razon, loa mayas hablaban de un cambio de ciclo para este diciembre. De un renacer y un cambio de era. En i vida se esta cumpliendo y pareciera verdad... Que sea para bien ninia... Besitos
Es tiempo de cambios. Nos ha tocado, por si nos quejábamos de ser la generación en la que no pasaba nada. Será para mejor todo esto, seguro, a largo plazo...
Para mí es un otoño de cambios, de movimiento, de terremoto emocional, de incertidumbre. También he comprendido algunas cosas, como que hay que saber evolucionarse una misma, mudarse la piel, continuar avanzando, y dejarse impresionar por nuevos paisajes, que aunque distintos, pueden traernos nuevas perspectivas.
Un besito bien fuerte! Gracias por tus palabras, siempre.
Publicar un comentario