Mientras que las mujeres homosexuales clamamos por nuestra diversidad, la sociedad continúa devolviéndonos imágenes a cada cual más estereotipada. No sólo de nosotras mismas, sino también de los que no son como nosotras, a través de sus comentarios, de sus reacciones hacia nuestro lesbianismo: esperadas, esperables, fácilmente clasificables.
Tan fácilmente, que no he podido resistirme a hacer una pequeña taxonomía sexuada de las respuestas más comunes que no podemos evitar recibir cuando salimos del armario. Aquí van las de ellas:
1. La mariliendre.
Ay, pues yo tengo muchísimos amigos gays, ¿sabes? Mi mejor amigo es gay, mi segundo mejor amigo es gay, mi tercer mejor amigo es gay, y hasta mi ex novio es gay. Pero chicas… chicas… ¡chicas no conocía a ninguna!
Cuando recibo esta respuesta nunca sé muy bien qué pensar. En primer lugar, me pregunto por qué una mujer heterosexual prefiere rodearse de amigos gays que de otras amigas. No digo que no tenga amigos homosexuales, es estupendo que los tenga; simplemente me asalta la duda de por qué parece tener sólo amigos gays. ¿Es por la tan manida competitividad femenina? ¿Es porque ellas también llevan dentro una diva? Y lo que después me pregunto es: ¿tan separados estamos gays y lesbianas que, aunque una frecuente medio Chueca, puede no tener ningún amigo gay que a su vez tenga una amiga bollera? ¿Es esto posible o lo es que las mariliendres escojan precisamente a aquellos amigos gays que declaran no haber conocido mujer, ni siquiera lesbiana? Porque eso significaría que algunas mujeres rodeadísimas de amigos gays no aceptan la homosexualidad como tal, sino que simplemente se adornan de hombres que no les crean problemas de tensión sexual y con los que pueden compartir más que confidencias. ¿O lo que realmente nos jode es que las lesbianas no tenemos mariliendros?
2. La entusiasta.
¿Eres lesbiana? ¡Ay, qué bien, qué bien, qué bien! ¡No sabes las ganas que tenía de que una amiga mía fuera lesbiana! Nunca había conocido a ninguna y ahora… ¡por fin tengo una amiga lesbiana! ¡Ay, qué bien, qué bien, qué bien! ¡Cuánto me alegro de que lo seas!
Esta respuesta, si bien puede parecer menos común que la anterior, en realidad no lo es tanto. Algunas mujeres la expresan, otras parecen pensarlo secretamente; pero lo cierto es que un interesante número de mujeres heterosexuales gustan rodearse de mujeres lesbianas. Y yo me pregunto, ¿por qué? La aceptación es positiva, y por supuesto que se agradece, pero, ¿es realmente necesario el entusiasmo? ¿Acaso somos algún tipo de objeto decorativo o animal de circo? ¿A qué viene esa fiesta de “por fin, por fin”? Personalmente, he de confesar que yo fui una de esas mujeres entusiastas, pero en mi caso, era mi inconsciente el que hacía la fiesta a mi identidad, dando palmas ante la posibilidad de que, teniendo una lesbiana delante, pudiera sospechar algo acerca de mí misma. ¿Es ese también el caso de las otras mujeres entusiastas? ¿O es que las lesbianas estamos tan acostumbradas a ir causando dramas a nuestro alrededor que cuando alguien se alegra de tenernos cerca no podemos aceptarlo?
3. La narcisista.
Así que lesbiana, ¿eh? Y dime… ¿te parece que estoy buena?
Las respuestas narcisistas son en realidad tremendamente variables. Pueden darse a conocer en el momento mismo en que decidimos salir del armario (lo que demuestra que, con toda probabilidad, no nos estaban escuchando) o hacerlo tiempo después, a través de comentarios sutiles que demuestran el regocijo interno de tener una segunda opinión. Generalmente, las respuestas narcisistas obvian algunos pequeños detalles, como el hecho de que a las lesbianas no nos gusten todas las mujeres, que seamos capaces de tener sentimientos neutros hacia mujeres muy cercanas y, sobre todo, que cualquier ser humano puede dar su opinión acerca de otro, sin necesidad de sentirse siquiera potencialmente atraído hacia él. ¿Acaso no puede cualquier mujer decir si otra está o no buena? ¿Es necesario que sea lesbiana? ¿Acaso los hombres no son capaces hacer lo mismo entre ellos y con las mujeres, sin que eso signifique nada más allá del hecho de tener una opinión? ¿Por qué vale más la opinión de alguien que puede sentirse atraído hacia ti? ¿Es que acaso pretenden descubrir precisamente eso, si nos molan? ¿Y qué es lo que nos molesta a nosotras? ¿Que sea verdad...?
Próximamente, las respuestas de ellos.
Encantada.
Tan fácilmente, que no he podido resistirme a hacer una pequeña taxonomía sexuada de las respuestas más comunes que no podemos evitar recibir cuando salimos del armario. Aquí van las de ellas:
1. La mariliendre.
Ay, pues yo tengo muchísimos amigos gays, ¿sabes? Mi mejor amigo es gay, mi segundo mejor amigo es gay, mi tercer mejor amigo es gay, y hasta mi ex novio es gay. Pero chicas… chicas… ¡chicas no conocía a ninguna!
Cuando recibo esta respuesta nunca sé muy bien qué pensar. En primer lugar, me pregunto por qué una mujer heterosexual prefiere rodearse de amigos gays que de otras amigas. No digo que no tenga amigos homosexuales, es estupendo que los tenga; simplemente me asalta la duda de por qué parece tener sólo amigos gays. ¿Es por la tan manida competitividad femenina? ¿Es porque ellas también llevan dentro una diva? Y lo que después me pregunto es: ¿tan separados estamos gays y lesbianas que, aunque una frecuente medio Chueca, puede no tener ningún amigo gay que a su vez tenga una amiga bollera? ¿Es esto posible o lo es que las mariliendres escojan precisamente a aquellos amigos gays que declaran no haber conocido mujer, ni siquiera lesbiana? Porque eso significaría que algunas mujeres rodeadísimas de amigos gays no aceptan la homosexualidad como tal, sino que simplemente se adornan de hombres que no les crean problemas de tensión sexual y con los que pueden compartir más que confidencias. ¿O lo que realmente nos jode es que las lesbianas no tenemos mariliendros?
2. La entusiasta.
¿Eres lesbiana? ¡Ay, qué bien, qué bien, qué bien! ¡No sabes las ganas que tenía de que una amiga mía fuera lesbiana! Nunca había conocido a ninguna y ahora… ¡por fin tengo una amiga lesbiana! ¡Ay, qué bien, qué bien, qué bien! ¡Cuánto me alegro de que lo seas!
Esta respuesta, si bien puede parecer menos común que la anterior, en realidad no lo es tanto. Algunas mujeres la expresan, otras parecen pensarlo secretamente; pero lo cierto es que un interesante número de mujeres heterosexuales gustan rodearse de mujeres lesbianas. Y yo me pregunto, ¿por qué? La aceptación es positiva, y por supuesto que se agradece, pero, ¿es realmente necesario el entusiasmo? ¿Acaso somos algún tipo de objeto decorativo o animal de circo? ¿A qué viene esa fiesta de “por fin, por fin”? Personalmente, he de confesar que yo fui una de esas mujeres entusiastas, pero en mi caso, era mi inconsciente el que hacía la fiesta a mi identidad, dando palmas ante la posibilidad de que, teniendo una lesbiana delante, pudiera sospechar algo acerca de mí misma. ¿Es ese también el caso de las otras mujeres entusiastas? ¿O es que las lesbianas estamos tan acostumbradas a ir causando dramas a nuestro alrededor que cuando alguien se alegra de tenernos cerca no podemos aceptarlo?
3. La narcisista.
Así que lesbiana, ¿eh? Y dime… ¿te parece que estoy buena?
Las respuestas narcisistas son en realidad tremendamente variables. Pueden darse a conocer en el momento mismo en que decidimos salir del armario (lo que demuestra que, con toda probabilidad, no nos estaban escuchando) o hacerlo tiempo después, a través de comentarios sutiles que demuestran el regocijo interno de tener una segunda opinión. Generalmente, las respuestas narcisistas obvian algunos pequeños detalles, como el hecho de que a las lesbianas no nos gusten todas las mujeres, que seamos capaces de tener sentimientos neutros hacia mujeres muy cercanas y, sobre todo, que cualquier ser humano puede dar su opinión acerca de otro, sin necesidad de sentirse siquiera potencialmente atraído hacia él. ¿Acaso no puede cualquier mujer decir si otra está o no buena? ¿Es necesario que sea lesbiana? ¿Acaso los hombres no son capaces hacer lo mismo entre ellos y con las mujeres, sin que eso signifique nada más allá del hecho de tener una opinión? ¿Por qué vale más la opinión de alguien que puede sentirse atraído hacia ti? ¿Es que acaso pretenden descubrir precisamente eso, si nos molan? ¿Y qué es lo que nos molesta a nosotras? ¿Que sea verdad...?
Próximamente, las respuestas de ellos.
Encantada.