Porque podría serlo. Podría estar soltera por decisión propia o sencillamente estarlo sin ningún problema, podría estar en un momento de expansión profesional que me hiciese centrarme en el trabajo y el estudio por encima de todo, podría estar viviendo una fase de cerrazón social para renovarme por dentro o vete tú a saber qué. Pero nada de eso está ocurriendo y yo tengo que hacer como que sí.
La última vez que ocurrió fue en una cena familiar. Suerte que esto no pasa más que una vez cada tantos años, porque a mis padres no les visita mucha gente y cuando ellos visitan a la familia yo no les acompaño. Pero el último sábado los astros se alinearon para que ocurriera y allí estuve yo.
Lo irónico de mi caso es que la historia no consiste sólo en evitar el tema, sortear las preguntas para que nadie indague sobre tu vida, hacerte pasar por la que sólo habla del trabajo y pretende seguir estudiando hasta que se le caigan los ojos; esa es una habilidad que, contra mi voluntad, he terminado controlando a duras penas. Mi problema es que me someto voluntariamente a ese calvario con la ayuda inestimable de mis padres, que conocen mi situación, que saben que vivo con mi novia, y que muy amablemente me ayudan a encerrarme en el armario bajo siete llaves para no salir jamás.
Ejemplo nº 1.
Mi Tía Del Pueblo.- Así que estás estudiando otra carrera...
Encantada y Muy Sufrida.- Sí...
Mi Tía Del Pueblo.- Y después, ¿qué piensas hacer?
Mi Madre Al Ataque.- Pues estudiar otra, que ya se lo decía yo el otro día, que cuando termine esta carrera lo que tiene que hacer es estudiarse otra, que es lo que le gusta a ella...
Mi Tío Del Pueblo.- Bueno, pero digo yo que la chiquilla tendrá que vivir su vida algún día...
Mi Madre Al Ataque.- Huy, pero si es que a ella le encanta estudiar, que le gusta mucho estudiar, vaya, que no va a dejar de estudiar nunca...
Encantada y Muy Sufrida.- Que no mamá, que yo estudio esta y ya está, que no me voy a pasar la vida estudiando...
Mi Madre Al Ataque.- Huy que no, ya verás, ya, ¡pero si a ti te encanta...!
Vamos, que cuando tenga nietos iré ya por la decimoquinta carrera.
Todo esto para evitar la pregunta/reprimenda que flotaba en el ambiente: “¿Cuándo te echas novio, niñata, que se te va a pasar el arroz, que hemos tenido mucha paciencia desde que dejaste al último porque estabas buscando trabajo, pero que ya está bien, viviendo sola y sin un hombre, menuda vergüenza...!”.
Pero el asunto no queda ahí. No sólo me mantengo en el armario de la mano de mi mamá, sino que tengo que ir arreglando los desaguisados que me crean por si algún día me armo de valor y decido salir.
Ejemplo nº 2
Mi Tía Del Pueblo.- Pero tú, ¿con cuántas amigas vives? ¿Con dos? ¿O con cuántas?
Encantada y Muy Sufrida.- No, tía, yo vivo con UNA “amiga”, UNA solo.
Mi Tía Del Pueblo.- Ah, pues entonces lo tienes fácil: te vas a vivir con dos, y así ahorras en alquiler para comprarte un piso.
Vamos, que mis padres les debieron de decir que me había ido a vivir con una legión de solteronas, y eso sí que no, que terminarán apañándome la vida para que me compre un piso y así resulte más atractiva a los hombres, cuando yo lo que quiero es que sospechen, que sospechen de su sobrina la solterona y de su “amiga”... ¡que la historia es muy sospechosa, coño!
En fin. La verdad es que no tengo fecha para salir del armario con mi familia extensa, bastante tengo ya con la próxima, y además, dudo mucho de que me aporte nada positivo. Aún así, sigo soñando con ese día en que, repudiada o como sea, me haya librado de este tipo de conversaciones absurdas.
Ese día sí que voy a estar encantada.